martes, 14 de agosto de 2012

CLASE 3: La sociedad colonial, opresión de los habitantes originarios, resistencia de los pueblos originarios

CÓMO ESTABA EL VIRREYNATO DEL RÍO DE LA PLATA ANTES DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO
RESUMEN DEL ESTADO SOCIAL Y ECONÓMICO DEL VIRREINATO
1. LA INDUSTRIA Y LAS MANUFACTURAS. Los compendiadores de segunda mano, por falta de datos y de estudio, no han tenido embarazo en presentar al virreinato de Buenos Aires como una simple aglomeración de estancias rurales, sin más labor que la de recoger en bruto la producción natural de los ganados, y cuando más sacarla al aire y al sol. No hay un error más craso ni más desfavorable a nuestra cultura. Es cierto que en Buenos Aires la riqueza era principalmente comercial, y que reposaba en el intercambio de materias primas. Pero cosa muy distinta sucedía en las provincias del interior. En Córdoba prevalecían numerosas manufacturas y telares de lana. Todas las cobijas de cama y ropas de abrigo, como pantalones, chaquetas, frazadas, ponchos, que usaba no sólo el pueblo sino la clase decente, eran producto de las manufacturas internas, sin contar los artículos finos que usaban muchísimas de las personas acomodadas, sobre todo en la clase de frazadas, colchas, alfombras, jergones y ponchos. Los tejidos de lana ordinaria de Santiago del Estero entraban y se vendían en Buenos Aires por miles de fardos. Se fabricaban en grandes cantidades comerciales, becerros, cordobanes, badanas, pergaminos y tafiletes ordinarios, producto de las manufacturas del cuero de cabras y de ovejas o carneros; y esto sin contar otras numerosas manufacturas que se expendían con verdadero valor industrial. Los algodones, tucuyos o lencerías de CATAMARCA y de la RIOJA ocupaban y surtían todos los mercados del interior y también el de Buenos Aires hasta 1811 en que comenzaron a dominar las fabricaciones inglesas; pero en el interior aqeullos artículos fueron, durante todo el virreinato, el traje de las clases populares, sin perjuicio de las especies finas admirablemente cribadas y bordadas que usaban las damas y gentes de familia. Todas estas manufacturas traían su origen de la industria incana; pues era la raza quichua mezclada la que había continuado propagándolas bajo el régimen colonial. Las suelas, los becerros, los pellones, los ponchos de lana de vicuña, de algodón y de lana de carnero que producían TUCUMÁN Y SALTA, mantenían un comercio próspero con la provincia de Buenos Aires y con todas las demás del litoral, porque eran la base del único calzado que se usaba entonces, y del correaje. MENDOZA Y SAN JUAN eran exclusivas en la producción de vinos, aguardientes y frutas secas. No diremos que eran comparables a los actuales o a los de Europa; pero es que los de Europa no alcanzaban jamás sino en una mínima parte al consumo de Buenos Aires; y que la antigua costumbre, la baratura, y la abundancia, habían asegurado a esos vinos, a los de la Rioja y Catamarca, el consumo y el mercado exclusivo de todo el país. Las pasas de higo y de uva y los duraznos secos llamados orejones, eran artículos de tanto aprecio en el consumo diario de la familias como el pan o la carne. En Buenos Aires mismo, donde el comercio de los intercambios absorbía la actividad del trabajo, había valiosísimas industrias de platería, que en la escasez de vidrio y de la loza, surtían el menaje de las casas ricas. Un número considerable de talabarterías y fábricas de recados de cabalgar y de correajes, primorosamente recamados y dibujados, trabajaban día y noche. Era, pues, grande el movimiento industrial interno, y valía por lo bajo de 10 a 20 millones de pesos fuertes entre el ir y el venir de las mercaderías y de los precios. Si hubiéramos de hacer una nomenclatura completa de las manufacturas esencialmente industriales que producía el país para su propio consumo, tendríamos que llenar mucho papel; pero con lo apuntado basta para que se vea hasta dónde ignoran las cosas de aquel tiempo los que se figuran y escriben que no teníamos más industria que la de desollar toros y sacar cueros!
2. EL COMERCIO EXTERIOR. Antes ya vimos que la inseguridad de los mares plagados de piratas desalmados y sin freno, había obligado al Gobierno Español a concentrar y proteger el comercio hispanoamericano con dos grandes flotas de guerra despachadas dos veces al año por la CASA DE CONTRATACIÓN DE SEVILLA; y que para compensar este inmenso gasto, estaba ordenado que ningún buque suelto comerciase con las costas americanas perjudiciando ese Monopolio. Vimos también que apenas repoblado el puerto de Buenos Aires, fue indispensable atenuar y relajar esta prohibición absoluta, por medio de los buques de registro, y que la creación del Ministerio de las Colonias atrajo a manos del Rey la atribución de dar esos permisos. Más tarde, en 1778, el Rey confirmó el decreto del Virrey Cevallos que habilitaba a todos los puertos de España para comunicar con el de Buenos Aires. Pero como subsistió LA PROHIBICIÓN de comerciar con las naciones extranjeras, se le dio al CONSULADO COMERCIAL de Cádiz un privilegio que era también un monopolio y una pingüe renta levantada sobre el comercio americano y ruinosísima para el valor de nuestra exportación, a saber: la facultad de obligar a los buques españoles, cargados o por cargar, de venida y vuelta, a recibir el visto bueno de ese Consulado o de "sus Agentes", y el certificado de que no traían mercaderías extranjeras ni llevaban frutos para puertos de otro dominio que el español. Resultaba, pues, contra Buenos Aires que los frutos estaban monopolizados e intervenidos por quince o veinte comerciantes habilitados y corresponsales de las casas de Cádiz, que tenían en la ciudad un Agente de aquel Consulado con su respectiva oficina de INSPECCIÓN; y que en resumidas cuentas eran los únicos acopiadores y exportadores de cueros, lanas, pastas minerales, y demás artículos de exportación sin perjuicio de ser tenidos también y con razón, por contrabandistas (Lec. XXXII, número 4). Más adelante se verán las consecuencias importantísimas a que este hecho dio lugar.
3. INSTRUCCIÓN PRIMARIA. Aunque no se pueda elogiar lo que el régimen colonial hubiera ya hecho en favor de este ramo, habrá que decir que el Cabildo de Buenos Aires estipendió un maestro de escuela en 1601, pero que la enseñanza no quedó establecida con regularidad en las provincias del interior ni en Buenos Aires, sino después que los Franciscanos y los Dominicos fundaron las escuelas primarias de sus conventos, que fueron las que dieron a la burguesía la enseñanza primaria hasta 1773, en que por orden real se mandó que cada cabildo estableciese y costease una escuela central en su distrito. Que este servicio fuese o no deficiente, el hecho es que la alta y mediana burguesía que no debe calcularse en menos de quince mil varones adultos al principio de este siglo, sabía leer y escribir. Los de mejor situación en el medium comunal sabían traducir el francés; y algunos el inglés.
4. LAS LETRAS Y LAS CIENCIAS. Los estudios canónicos y eclesiásticos de la Universidad de Córdoba, fundada bajo la dirección de los Jesuítas en 1613 y los del Colegio Máximo de Monserrat, habían tenido algún influjo decisivo en el progreso literario del país, pues habían producido sabios de nota como Iturri, hijo de Santafé, Suárez, distinguido astrónomo, hijo de Santiago del Estero, Barrientos, Chorroarín, etc., etc. De más poderoso y popular influjo, ciertamente, habían sido los ESTUDIOS CLÁSICOS del Colegio de San Carlos, fundado por Vértiz y de la famosa UNIVERSIDAD LAICA Y JURÍDICA de Charcas. De estos podría decirse que fueron a manera de tallos de los que al tiempo de la primera invasión inglesa brotó en flor, de uno a otro extremo del virreinato, una generación de distinguidos y consumados humanistas, no diremos en el latín, que eso sería nada, sino en LA LATINIDAD, en su historia, en sus letras, en su crítica, sus agigantados modelos, su admirable estilo, y sobre todo en la poderosa enseñanza del espíritu político de la antigüedad. Mucho había contribuido a eso también la ESCUELA DEL TEATRO, que delante de una concurrencia siempre nutrida, exhibía con los prestigios de la escena los memorables sucesos de la historia y de la Leyenda clásica; y como las obras de la lengua nacional vivían bañadas en la luz de este vivo movimiento, Cervantes y los grandes historiadores de su tiempo como Hurtado de Mendoza y Melo, los publicistas como Feijóo, Campomanes y Jovellanos, los poetas como los dos Moratines y Meléndez Valdés andaban en manos de la juventud poniendo en ebullición su espíritu y sus aspiraciones. Consagrado estaba ya desde 1795 como poeta aureado don Juan Manuel de Labarden, el autor espiritual de las Sátiras Limeñas, de la tragedia "Siripo" y de la renombrada Oda al Paraná[1].
5. LAS LETRAS Y LA POLÍTICA. Esta juventud argentina que parecía predestinada a brillar en el campo de las Bellas Letras, por inclinación y por educación, cambió de repente su ideal y su destino. Llegaba apenas a la edad juvenil cuando tuvo que tomar las armas contra el formidable poder de la lnglaterra. De ese movimiento imprevisto sale la lucha política y la Revolución de la Independencia. Se necesitan hechos, esfuerzos, política poderosa, inspiraciones de gobierno, actividad; se piensa y se escribe para vencer y constituirse, no para hacer frases; y a medida que la revolución y los conflictos avanzan, cede el espíritu literario; desaparece la obra amena o instructiva sin que quede en los espíritus otro estilo que el estilo febril y la estrofa de combate. De ahí se siguió la esterilidad literaria en un tiempo en que el país estaba precisamente dirigido por hombres de letras clásicas tales como no ha vuelto a tener otros todavía[2].
6. HIGIENE Y MEDICINA. Desde el gobierno del señor Vértiz en 1778 se hizo de regla componer calles y formar veredas anualmente en la escasa medida de las rentas municipales. Acababa de descubrirse y de aplicarse en ese tiempo la profilaxis de la vacuna contra la viruela, ese horrible flagelo de la humanidad. El gobierno español mandó por toda la América comisiones de médicos expertos encargados de propagar la vacuna obligatoriamente. A Buenos Aires llegaron tres sumamente respetables, los doctores Juan Molina, Cosme Argerich y Antonio Fabre, que en 1801 fundaron el Protomedicato y una escuela de Anatomía y de Clínica puramente práctica y de simple aplicación poco más, si acaso, que empírica; pero que no por eso dejó de ser un señalado adelanto, que siguió produciendo efectos constantes hasta florecer en nuestra actual Escuela de Medicina, refundada en 1852 con algunos de los profesores del tiempo colonial.
7. LA IMPRENTA. Como medio de comunicación y de propaganda, no hubo más imprenta en Buenos Aires hasta 1812 que la que habilitó el señor Vértiz en 1779 dándole la propiedad a la Casa de Expósitos. Por sus tipos dieron a la estampa los señores Vieytes y Cerviño en 1802 su periódico titulado Semanario de agricultura, industria y comercio. Noble pero prematuro ensayo, qne no pudo tener influjo ni aclimatarse bajo las condiciones embrionarias e inquietas de aquel tiempo. De 1812 adelante se introdujeron dos pequeñas imprentas malísimamente servidas por la falta de operarios. Como era natural, su ocupación se reducía a imprimir papeles de partido y de lucha. Pero el adelanto de las ideas y de los conocimientos había comenzado en 1778 y se sostuvo sin contratiempos hasta después, con la introducción de los excelentes libros españoles de ese tiempo, y de otras obras francesas, leídas ya en su idioma original, ya traducidas, que corrían sin estorbo ni la menor pesquisa policial o eclesiástica.
8. ESTRUCTURA MORAL DE LA POBLACIÓN. Tratándose de la población de un país cualquiera, lo importante para juzgar de su estado moral no es examinar qué razas han contribuído a poblarlo, sino saber si todas ellas están ya asimiladas a un tipo predominante y a una sola lengua. En Buenos Aires y en las demás provincias, con sólo dos pequeñas excepciones, que bien examinadas no tienen valor, toda la población era unánimemente española por la LENGUA, por la religión y por el espíritu moral que la animaba. No había, pues, elemento ninguno que constituyera raza o tipo etnológico variante. Nadie hablaba en público o privado más idioma que el castellano oficial; y eso mismo con más uniformidad todavía que en España. Ni en las clases elevadas, ni entre la plebe, se conocía siquiera otro idioma; y si en Santiago del Estero se empleaba el Quichua, y en Corrientes el Guaraní, era sólo como un bajo dialecto de uso popular, sin perjuicio de que los mismos que lo habitaban -burguesía y plebe- usaron por única lengua propia, pública y social, el idioma castellano[3].
9. ELEMENTOS PRIMITIVOS DE LA POBLACIÓN VIRREINAL DEL RIO DE LA PLATA. Sería muy difícil decir hoy en qué grado ha contribuido a nuestra población tal o cual provincia de España. Lo probable es que nuestros principales pobladores hayan salido de los puertos de Andalucía y de Galicia, por haberse armado en ellos, y partido de allí la mayor parte de las expediciones y emigraciones que tomaron el camino del Río de la Plata. De manera que si se quisiera ir al análisis químico de nuestra sangre, en pocos globulillos de ella cantarían en godo, en árabe y en judío. Pero si profundizásemos algo más encontraríamos, también mucho de vizcaíno, de cántabro y de provenzal; es decir, un conjunto asimilado y totalmente español[4].
10. ACCESORIOS POR CONQUISTA Y POR ACCIDENTES HISTÓRICOS. En las provincias montañosas del oeste la conquista se apropió y se asimiló las poblaciones indígenas y agrícolas que encontró establecidas en el terreno; que si no eran de raza quichua pura, eran, al menos, ramificaciones emparentadas con esa raza, según se ve por las dialectos que hablaban y por la sujeción en que vivían bajo la administración imperial de los monarcas Incas del Cuzco. Sobre esta base, se formó en la sociedad provincial un elemento superior de origen puro europeo, cuyos descendientes y apellidos predominaban todavía en Córdoba y en las demás provincias del oeste al norte, sobre la muchedumbre popular más o menos mezclada, pero no ya de raza distintiva, porque muy pronto se REFUNDIÓ COMPLETAMENTE EN EL TIPO COMÚN ARGENTINO, por la lengua, por los hábitos, por la religión y por la asimilación a la vida colonial y a la Revolución en todas sus respectivas condiciones.
11. EN BUENOS AIRES Y EN SANTAFÉ. En estas dos provincias sucedió exactamente lo mismo, con la sola diferencia de que las accesiones inferiores pertenecían en una parte a la inmigración española de baja condición, y en otra parte a las contribuciones de raza guaranítica, cuyas tribus se sometieron en el terreno, o vinieron del Paraguay y Corrientes en diversas épocas como auxiliares militares. Pero al poco tiempo esta raza originaria sacada de su seno, desapareció absorvida en la mezcla, por la pérdida de su lengua y por su asimilación social y religiosa dentro del tipo nacional.
12. Esto es lo que nosotros debemos tener presente para comprender y caracterizar el estado de unificación a que habíamos llegado cuando vinieron las invasiones inglesas; y ese precisamente fue el error de los ingleses. Ellos vinieron creyendo que vivíamos en antagonismo de razas, y se engañaron, porque no encontraron más tipo social que el tipo español, cuyas divergencias locales no podían serles favorables en ningún caso de lucha con ellos. Entre las cuotas suplementarias de la población se contaban también los individuos a quieres el Diccionario Castellano llama polizones, gentes que se embarcaban clandestinamente para América, es decir, sin pasaporte; porque polizón no quiere decir otra cosa en nuestra lengua que cosa oculta o cubierta. De éstos venían muchísimos en los últimos tiempos del virreinato: huían del estado lamentable en que se hallaba España, y buscaban la vida tranquila, barata y provechosa de que se gozaba en Buenos Aires. Si en el diccionario artiguista se le llamaba por eso a la capital desembarcadero de polizones, nada más quería decir que desembarcadero de inmigrantes que huían del mal estado de su país; lo que por fortuna sigue sucediendo todavía.
13. LOS NEGROS. Los de raza pura eran una diminuta minoría en la provincia de Buenos Aires y en las demás provincias del virreinato. Los que dominaban entre la gente de color eran los de mezcla más o menos visible con blanco, que llamaban mulatos, pero que por toda su constitución moral, estaban asimilados al tipo argentino-nacional, sin el menor elemento de divergencia o antagonismo. Por lo demás, eran también muy pocos para diseñarse como elemento propio; así es que vivían incluidos y absorbidos en las familias del vecindario[5].
14. LA PROPIEDAD TERRITORIAL. Tenía distintas formas, según las diversas regiones del virreinato. El rey, lo mismo que ahora el gobierno, era propietario de toda la tierra que no estaba poseída y utilizada por los particulares. Fin la parte montañosa de Córdoba y de las provincias andinas la propiedad particular se regularizó más pronto por las concesiones del primer tiempo, y por las necesidades de la labranza dada la estructura de los valles, aún para alimentar los ganados y sus crías. De modo que por allá había poca extensión territorial que no estuviese adjudicada, y muchas partes de ella eran pingües mayorazgos. En Buenos Aires es preciso distinguir entre la propiedad ribereña de los ríos Paraná o Uruguay, y la propiedad de las Pampas. Desde muy al principio tomaron valor y solidez las tierras situadas en la margen, derecha del Paraná, y en la izquierda del Uruguay, ocupadas y adquiridas, a diverso título, por los vecinos ricos de la capital. Sobre las costas del sur no fue tan rápido el movimiento; y puede decirse que comenzó recién a acentuarse, aunque lentamente, en el período del señor Vértiz. Así fue que la mayor parte de la propiedad en esa parte, se inició por la nuda posesión, sin límites definidos, y sólo después se ha ido convirtiendo en propiedad por informaciones de antiguo, por denuncias de baldío, concesiones enfitéuticas o compras al Fisco.
15. PROGRESO SOCIAL. La venida de las comisiones científicas a quienes el gobierno español encargó la demarcación de los límites con el Brasil, dio mucho incremento al espíritu progresivo del municipio. Bien se comprende que el Colegio de San Carlos, la Universidad de Chuquisaca y la de Córdoba, habían preparado el terreno para que la semilla de esos sabios fructificase. A eso se debió que don Pedro Cerviño encontrase colaboradores y aceptación para establecer una Escuela de Náutica en 1796. Ya hemos hablado de su tentativa para imprimir el Semanario de Agricultura y Comercio con don Hipólito Vieytes, Araujo, Altolaguirre, Rodríguez Peña y otros jóvenes. Azara cultivó los estudios de nuestra Historia Natural y escribió una obra preciosa sobre la materia, con datos de importancia sobre la época colonial. De tiempo atrás había fundado también una Escuela de matemáticas el señor Sourrière de Souillac. Don José Cabrer dejó valiosos trabajos de geodesia; don Andrés Oyarvide, ingeniero hidráulico, realizó útiles investigaciones y balizamientos en el puerto. El piloto Zizur, el coronel de ingenieros militares don Diego de Alvear y otros que se quedaron en el país, se dedicaron con placer a la propagación de sus conocimientos, escribiendo. y dando ejemplo con su vida laboriosa. Entre todos ellos, como hemos dicho, merece una honrosísima mención la exploración del Río Negro llevada a cabo por Villarino. Las poesías de Labarden, principalmente su Oda al Paraná y sus sátiras, tan llenas de clásico gracejo, animaron a muchos otros que se hicieron conocer después de las invasiones inglesas, y de los sucesos guerreros de la revolución de 1810. Medrano, Trillo, Azcuénaga gozaban de cierta boga como cancioneros livianos y mordaces. Y para dar fin a este resumen, diremos que entre los hombres notables de ese tiempo se hicieron merecedores del respeto general, los dos filántropos y bibliófilos don Saturnino de Segurola y don José Joaquín de Araujo.

DEL LIBRO “MANUAL DE HISTORIA ARGENTINA” DE VICENTE FIDEL LÓPEZ

LECTURAS RECOMENDADAS:
Pigna, Felipe: “Los mitos de la historia argentina” tomo 1, capítulos: “Santa María de los Buenos Hambres”; “El Día de la Industria (2 de setiembre de 1587)”; “Las primeras décadas infames: fraude, corrupción y negociados en la Argentina colonial”; “Civilización y barbarie; la rebelión de Túpac Amaru”
O´Donnel, Pacho: “El rey blanco”

LECTURA OBLIGATORIA (Extractos del libro "El rey blanco" de Pacho O´Donnell)

FUNDACIONES Y LITIGIOS
 
La región entre Lima y el Río de la Plata había comenzado a llamarse “Tucumán”, en homenaje a un cacique llamado Tucma. Hacia el oeste llegaba hasta los Andes.
En realidad llamábase así a todo lo desconocido que estaba más allá del Potosí, mirando desde Lima.
En 1550 Nuñez Del Prado funda la ciudad “del Barco”, llamada así por Barco de Avila, la ciudad natal del virrey del Perú, La Gasca.
Pedro de Valdivia, gobernador de Chile, protesta sosteniendo que dichas tierras pertenecen a su jurisdicción. Los de Lima aceptan su cuestionamiento y trasladan el asiento a orillas del río Estero. Allí es rebautizado: “Ciudad del Barco en el Nuevo Maestrazgo de Santiago del Estero”, largo nombre del que solo quedarán las tres palabras finales. Será nuestra “madre de ciudades” por ser la primera que sobreviviría hasta nuestros días.
Al sur del Tucumán se extendía el Cuyo, entre la cordillera de los Andes y las montañas llamadas “sierras de Chile”, hoy de Córdoba.
Hurtado de Mendoza, gobernador de Chile, comisiona en 1560 al capitán Pedro del Castillo a fundar ciudades y a poblar tal región. El 2 de marzo se funda “Mendoza”, llamada así en homenaje a su superior, y reparte en encomiendas a los mansos “huarpes”.
Al año siguiente, Juan Jufré, enemigo del ya derrocado Mendoza, traslada el caserío y también muda su nombre: “de la Resurrección”, por la festividad del día.
Ese mismo año, el 13 de junio, erigirá “San Juan de la Frontera”, por lindar con el “Tucumán”.
Estas fundaciones son obra de chilenos. Pero los habitantes del Tucumán prefieren depender del Perú, entre otros motivos para no estar incomunicados por las inmensas moles andinas.
Este conflicto entre conquistadores favorece la insurrección indígena: los “diaguitas” destruyen varias ciudades, entre ellas “Londres”, curioso nombre debido a que Felipe II de España acababa de casarse con María Túdor de Inglaterra y el capitán Juan Pérez de Zurita, su fundador en 1558, rindió así homenaje a aquella boda que sellara la paz entre ambas potencias (102, 140).
 

INDIOS DE POCO BRÍO

 
Los “huarpes” recibieron a Pedro del Castillo y sus soldados con generosa hospitalidad.
 “García Hurtado de Mendoza (...) le despachó con alguna gente enviándolo a otra parte de la cordillera, donde quería que la ciudad se fabricase (...) Y llegando a la provincia de los Guarpes fue recibido del cacique Ocoyunta y otro llamado Allme con algunos que ocurrieron de aquellos Valles, cuyos nombres eran Guaymare, Anato, Tabaleste i otros obedecidos de todos los indios del contorno. Todos estos son indios de pocos bríos, y consiguientemente mui quitados de cosas de guerra, y así recibieron a los españoles sin resistencia permitiéndoles no solamente hacer asiento y edificar pueblos a su gusto, sino también se dejaron subjetar dellos, así en el servicio personal, como en los tributos, que desde luego les impusieron”. (Pedro Mariño de Lovera).
El despotismo hispánico en Cuyo no ahorró crueldades ni arbitrariedades. Muchos “huarpes” fueron vendidos como esclavos a Chile, a buen precio por su mansedumbre y fortaleza.
Pero tanta iniquidad hizo que en estos seres “mui quitados de cosas de guerra” fuera creciéndoles la rabia y el amor propio.
A partir de 1632 los “huarpes” se tornan belicosos y en combinación con los “calchaquíes” del norte atacan varias poblaciones españolas.
Un siglo después de la fundación de Mendoza, en 1661, ahora en unión con los “puelches”, “pehuenches” y “mapuches”, concretan un gran levantamiento que se repite seis años después destruyendo los asentamientos de los valles de Uco, Corocorto y otros, amenazando también la ciudad de Mendoza que tuvo que fortificarse para repeler la agresión con elevado costo en vidas y en desolación.
En 1712, un nuevo alzamiento de los “huarpes” en combinación con los “pehuenches”, lleva la consternación a españoles y criollos que vieron la ciudad de San Luis entregada al incendio y al saqueo, tomada por sorpresa por indios ávidos de venganza.
El poco brío se había transformado en ferocidad.
ACTIVIDAD:
Luego de la lectura obligatoria, explicar cómo fue la resistencia Huarpre frente a la Conquista española. NO OLVIDARSE DE DAR EL PRESENTE!


[1] En 1807 se ocupaba este literato de trabajar un poema sobre la victoriosa Defensa de Buenos Aires, cuando su amigo don lldefonso Passo le llevó algunas de las páginas del que con el título de Triunfo Argentino escribía al mismo tiempo el joven López y Planes. Labarden llamó al joven poeta, delante de él inutilizó su propia obra, y llenó de elogios la de López y Planes, indicándole sólo que retirase el trozo de Virgilio con que lo encabezaba porque le parecía impropio, y lo reemplazase con el que él había tomado. La cosa pasaba, como se ve, entre humanistas de la misma estirpe.

[2] Moreno (don Mariano), su hermano don Manuel, García (José Manuel), Anchorena (don Tomás Manuel), Monteagudo, Guido, Vicente López y Planes, Trillo, Gorriti, Molina, Castro Funes, Azcuénaga (Domingo), Rodríguez (fray Cayetano), Rojas (Juan Manuel), Luca, eran hombres tan preparados, que de haber nacido en una época regularizada, habrían dejado un rastro de luz en su pasaje por las letras argentinas. Don Vicente López y Planes, uno de los mejor dotados para esa tarea, al llegar a la madurez de su talento, sentía cansada su fantasía y tarda su mano para volver de la revolución a las primeras perspectivas de su espíritu. Sus obras nacen todas con la guerra y son armas de guerra. La defensa da Buenos Aires le inspira el canto épico El Triunfo Argentino, escrito sobre las cureñas de los cañones de la Batería "Abascal" que guarnecía como Capitán de Patricios; y sus demás cantares, pertenecen todos al mismo numen de la Patria en armas.

[3] Para comprender la diferencia que hay entre Raza y Población Nacional puede estudiarse el ejemplo de la Irlanda, el de la Polonia y la Rusia, donde las razas sometidas conservan su nidividualismo, su lengua, sus creencias, sin estar aún asimiladas al tipo nacional predominante. En España y en Francia sucede todo lo contrario y en analogía con lo nuestro. Allí hay gentes que conservan aún sus dialectos de tipo antiguo, pero, con excepción de los vascos, no son ya razas, porque están similadas política y socialmente, y porque la mezcla ha destruido ya el carácter etnológico de los orígenes. En el Perú sucede lo que en Inglaterra: la Sierra es toda Quichua y Aimará, hoy como el primer día de la conquista, porque allí las masas conservan su lengua, su tradición, su tipo; están sometidas pero no asimiladas, sino con rarísimas excepciones, mientras que esas mismas razas en la campaña de Córdoba y en las provincias andinas de nuestro país, están refundidas en la sociabilidad argentina, y no son incrustaciones sino partes integrantes y asimiladas al conjunto y a la lengua nacional, con excepción de uno u otro lugarejo, rayano de la altiplanicie boliviana. De manera, que cualesquiera que hayan sido los elementos contribuyentes el resumen de nuestra población, dentro de ella no había ya razas peculiares al romper la revolución, sino una asimilación general de todas las partes que antes las compusieron y que la siguen componiendo con las contribuciones que nos trae la inmigración europea. En cuanto al mulato, no era ni se lo puede tener por raza: es un producto compuesto que nacía y que se absorbía en la unificación de la nacionalidad dominante; no era un hecho etnológico, sino un producto homogéneo.

[4] Y de ahí los apodos de godos, sarracenos y marranos, con que los criollos injuriaban a los españoles en los tiempos de la guerra de la Independencia.
[5] Bien contados, en 1810, habría en Buenos Aires seis mil negros africanos y cinco mil criollos de tez más o menos obscura, llamados pardos, morenos o chinos, en el lenguaje culto y oficial. En Córdoba habría más o menos el mismo número, pero en las demás provincias los negros habían tenido muy poca cabida, por la abundancia de la servidumbre indígena. Los negros africanos se aumentaron mucho en Buenos Aires en 1826 a 1829 por la guerra con el Brasil, a causa de las presas de buques negreros que hacían nuestros corsarios, y que entregaban en patronato a los propietarios del país, o abandonaban como simples inmigrantes, cuando no podían hacer otra cosa. Aun asimismo, no formaron un número tan excesivo como generalmente se ha creído; pues en la famosa saturnal del 25 de Mayo de 1836, en que Rosas convocó todos sus tambos, sin quedar uno y les entregó la Plaza de la Victoria, para que celebraran allí sus bailes y cánticos salvajes, con tamboriles, platillos y gritería, la asquerosa multitud no pasó de seis mil individuos a lo más, entre hombres, mujeres, mulatos y chinos llamados a tomar parte en esa manifestación con que el tirano se propuso humillar a la burguesía y mostrarle todas las fieras que podía desencadenar contra ella.

martes, 7 de agosto de 2012

Clase 2 - RENACIMIENTO EUROPEO, EL HUMANISMO, HISTORIA DE AMÉRICA, PUEBLOS ORIGINARIOS Y CONQUISTA

Renacimiento Europeo
Renacimiento es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental en los siglos XV y XVI. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas.
El Renacimiento es fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo.
El nombre «renacimiento» se utilizó porque éste retomaba los elementos de la cultura clásica. El término simboliza la reactivación del conocimiento y el progreso tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad dogmática establecida en la Europa de la Edad Media. Esta nueva etapa planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, el interés por las artes, la política y las ciencias, revisando el teocentrismo medieval y sustituyéndolo por cierto antropocentrismo.
El historiador y artista Giorgio Vasari había formulado una idea determinante, el nuevo nacimiento del arte antiguo, que presuponía una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo en la actitud espiritual del artista.
De hecho, el Renacimiento rompió, conscientemente, con la tradición artística de la Edad Media, a la que calificó como un estilo de bárbaros, que más tarde recibirá el calificativo de gótico. Con la misma conciencia, el movimiento renacentista se opuso al arte contemporáneo del norte de Europa.
Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significó una «ruptura» con la unidad estilística que hasta ese momento había sido «supranacional».
Sobre el significado del concepto de Renacimiento y sobre su cronología se ha discutido muchísimo; generalmente, con el término «humanismo» se indica el proceso innovador, inspirado en la Antigüedad clásica y en la consolidación de la importancia del hombre en la organización de las realidades histórica y natural que se aplicó en los siglos XV y XVI.
El Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde los puntos de vista cronológico y geográfico. Su ámbito se limitó a la cultura europea y a los territorios americanos recién descubiertos, a los que las novedades renacentistas llegaron tardíamente. Su desarrollo coincidió con el inicio de la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los Estados europeos, los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América, la descomposición del feudalismo, el ascenso de la burguesía y la afirmación del capitalismo. Sin embargo, muchos de estos fenómenos rebasan por su magnitud y mayor extensión en el tiempo el ámbito renacentista.
El humanismo:
El humanismo es un movimiento intelectual, filosófico y cultural europeo estrechamente ligado al Renacimiento cuyo origen se sitúa en el siglo XIV en la península Itálica (especialmente en Florencia, Roma y Venecia) en personalidades como Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio. Busca la Antigüedad Clásica y retoma el antiguo humanismo griego del siglo de oro y mantiene su hegemonía en buena parte de Europa hasta fines del siglo XVI, cuando se fue transformando y diversificando a merced de los cambios espirituales provocados por la evolución social e ideológica de Europa, fundamentalmente al coludir con los principios propugnados por las reformas (luterana, calvinista, anglicana.), la Contrarreforma católica, la Ilustración y la Revolución francesa del siglo XVIII. El movimiento, fundamentalmente ideológico, tuvo así mismo una estética impresa paralela, plasmada, por ejemplo, en nuevas formas de letra, como la redonda conocida como Letra humanística, evolución de las letras Fraktur tardogóticas desarrollada en el entorno de los humanistas florentinos como Poggio Bracciolini y de la cancillería papal en Roma, que vino a sustituir mediante la imprenta a la letra gótica medieval.
La expresión studia humanitatis fue contrapuesta por Coluccio Salutati a los estudios teológicos y escolásticos cuando tuvo que hablar de las inclinaciones intelectuales de su amigo Francesco Petrarca; en éste, humanitas significaba propiamente lo que el término griego filantropía, amor hacia nuestros semejantes, pero en él el término estaba rigurosamente unido a las litterae o estudio de las letras clásicas. En el siglo XIX se creó el neologismo germánico Humanismus para designar una teoría de la educación en 1808, término que se utilizó después, sin embargo, como opuesto a la escolástica (1841) para, finalmente, (1859) aplicarlo al periodo del resurgir de los estudios clásicos por Georg Voigt, cuyo libro sobre este periodo llevaba el subtítulo de El primer siglo del Humanismo, obra que fue durante un siglo considerada fundamental sobre este tema.
El Humanismo propugnaba, frente al canon eclesiástico en prosa, que imitaba el latín tardío de los Santos Padres y empleaba el simple vocabulario y sintaxis de los textos bíblicos traducidos, los studia humanitatis, una formación íntegra del hombre en todos los aspectos fundada en las fuentes clásicas grecolatinas, muchas de ellas entonces buscadas en las bibliotecas monásticas y descubiertas entonces en los monasterios de todo el continente europeo. En pocos casos estos textos fueron traducidos gracias al trabajo de entre otros Averroes y a la infatigable búsqueda de manuscritos por eruditos monjes humanistas en los monasterios de toda Europa. La labor estaba destinada a acceder así a un latín más puro, brillante y genuino, y al redescubrimiento del griego gracias al forzado exilio a Europa de los sabios bizantinos al caer Constantinopla y el Imperio de Oriente en poder de los turcos otomanos en 1453. La segunda y local tarea fue buscar restos materiales de la Antigüedad Clásica en el segundo tercio del siglo XV,en lugares con ricos yacimientos, y estudiarlos con los rudimentos de la metodología de la Arqueología, para conocer mejor la escultura y arquitectura. En consecuencia el humanismo debía restaurar todas las disciplinas que ayudaran a un mejor conocimiento y comprensión de estos autores de la Antigüedad Clásica, a la que se consideraba un modelo de conocimiento más puro que el debilitado en la Edad Media, para recrear las escuelas de pensamiento filosófico grecolatino e imitar el estilo y lengua de los escritores clásicos, y por ello se desarrollaron extraordinariamente la gramática, la retórica, la literatura, la filosofía moral y la historia, ciencias ligadas estrechamente al espíritu humano, en el marco general de la filosofía: las artes liberales o todos los saberes dignos del hombre libre frente al dogmatismo cerrado de la teología, expuesto en sistemáticos y abstractos tratados que excluían la multiplicidad de perspectivas y la palabra viva y oral del diálogo y la epístola, típicos géneros literarios humanísticos, junto a la biografía de héroes y personajes célebres, que testimonia el interés por lo humano frente a la hagiografía o vida de santos medievales, y la mitología, que representa un rico repertorio de la conducta humana más sugerente para los humanistas que las castrantes leyendas piadosas, vidas de santos y hagiografías de Jacopo della Voragine y su leidísima Leyenda dorada. Este tipo de formación se sigue considerando aún hoy como humanista.
Para ello los humanistas imitaron el estilo y el pensamiento grecolatinos de dos formas diferentes: la llamada imitatio ciceroniana, o imitación de un solo autor como modelo de toda la cultura clásica, Cicerón, impulsada por los humanistas italianos, y la imitatio eclectica, o imitación de lo mejor de cada autor grecolatino, propugnada por algunos humanistas encabezados por Erasmo de Rotterdam.
Historia de América
La Historia de América es la historia colectiva de los pueblos del continente americano, incluidas las Antillas y demás islas próximas. Los acontecimientos históricos datables ocurren en el continente con mucha antelación al uso de la escritura, especialmente a partir del surgimiento de la civilización Caral hacia el 2600 a. C. y de la cultura olmeca hacia el 1500 a. C. durante el Periodo Formativo hasta el presente.
La Historia de América se divide comúnmente en los siguientes períodos: el Periodo Formativo que representa la transición entre la Prehistoria de América y su historia (a. 1500 a. C.–292), el Periodo Clásico que comprende el esplendor de las civilizaciones americanas (292–900), el Periodo Posclásico que comprende lo que se denomina la América precolombina (900–1527), el encuentro cultural de América con Europa en lo que se denomina la Conquista de América (1492–1527), el dominio de Europa sobre el continente en lo que se denomina las colonias americanas de Europa (siglo XVI–siglo XIX), el periodo de independencia de las colonias (siglo XVIII a siglo XIX), la consolidación de las nacientes repúblicas americanas (siglo XIX) y el siglo XX hasta el presente.
Prehistoria de América
La Prehistoria de América es el periodo del tiempo que comprende el poblamiento del continente hasta la formación de las grandes civilizaciones americanas. Se trata de un tiempo de sumo interés e investigación dado que el continente americano fue la única porción de tierra en el planeta que tuvo un desarrollo humano aislado hasta su encuentro directo con las culturas de Europa, África y el resto del mundo. Ello no significa que no hubo de una u otra forma una interacción mínima o significativa con el resto, pero los pueblos americanos no participaron de los acontecimientos históricos y logros que unieron a los demás continentes hasta 1492.
La Prehistoria de América es objeto de permanente estudio dadas las muchas preguntas que permanecen sin respuestas contundentes, como las teorías del poblamiento y la historia y el desarrollo de muchos pueblos americanos aborígenes. La fascinación por la América prehistórica y precolombina estimulan no pocas veces la imaginación, los mitos y las suposiciones. Ciertos o no, ellos representan un reto para la ciencia en un continente aún por descubrir. En la Prehistoria americana, la Cultura Clovis (de hace 13.500 años aproximadamente), es la que más restos arqueológicos deja y la que permite darse una idea de la intensa actividad de los pueblos de cazadores y recolectores que poblaron en el continente.
Periodo Formativo
Durante el periodo arcaico (8000 a. C. - 1500 a. C.), el hombre americano descubrió la Agricultura, a la par de otros pueblos en otros continentes. Ello tendría como consecuencia la sedentarización, la creación de sociedades más complejas y la construcción de ciudades. Caral-Supe situada en el actual Perú, corresponde a ese periodo con dataciones del 2627 a. C., es decir, casi a la par con las ciudades mesopotámicas, egipcias, indias y chinas. Ese era el preludio que marcaba el fin de la Prehistoria de América y que daría origen a la Cultura Olmeca hacia el 1500 a. C., la primera gran civilización del continente cuyo esplendor iría hasta el 900 cuando San Lorenzo, su principal centro ceremonial, fue saqueado. La Cultura Olmeca se sitúa entonces en el llamado Periodo Formativo de América (también llamado Periodo Preclásico o Periodo Agricola) y se desarrolló en Mesoamérica. Tres fueron los centros principales de esta primera civilización: San Lorenzo (datado del 1500 a. C.), Tres Zapotes y La Venta (el más grande centro urbano que podía albergar hasta 18 mil habitantes). Teotihuacán, datada del 1500 a. C., sería en este periodo la ciudad más importante de América.
En América del Sur los grandes protagonistas serían los pueblos de la Cultura Chavín, que llegaron a dominar extensos territorios y a construir importantes centros urbanos en torno a santuarios dedicados al dios Jaguar. Por su parte, en la actual Colombia florecían las llamadas Cultura San Agustín y Calima. Otras culturas reseñables son las de los Anasazi y sus similares (Arizona), así como los constructores de Montículos de Norteamérica. El desarrollo de estas culturas en el continente fue en general aisladas las unas de las otras, pero la complejidad de sus creaciones denota ya una gran madurez que prepararía el Periodo Clásico.
Periodo Clásico
Con el Periodo Clásico se entra en el áuge de las civilizaciones americanas. El surgimiento de la Cultura Maya en 292 y de sus ciudades-estado, especialmente Tikal, Palenque y Copán, marcan el inicio histórico del Clásico, que se cierra con el saqueo de la ciudad olmeca de San Lorenzo y el abandono de los Mayas de la parte central de México y Centroamérica para ubicarse en la Península de Yucatán en 900. Mesoamérica posee entonces dos culturas (Olmecas y Mayas), se desarrolla el comercio, el urbanismo, la administración, la religión, la guerra, la astronomía, la matemática, la escritura y la política. Entre los grandes legados a la humanidad de este período quedan el Calendario maya, el más preciso jamás inventado y la Escritura maya.
América precolombina
El Periodo Posclásico, Alto Clásico o Precolombino comprende la formación de los pueblos en América tal como fueron encontrados por los europeos en 1492. Para muchos observadores, en realidad la distinción "clásico" - "posclásico" no reviste una gran distinción. Hacerla, implicaría decir que las culturas precolombinas del posclásico eran inferiores a las del clásico y no hay pruebas de ello.
Por otra parte, el periodo clásico distingue especialmente la actividad cultural en Mesoamérica. Los pueblos americanos desarrollaron culturas autónomas originales hasta el punto de producir dos revoluciones neolíticas separadas, en Mesoamérica y los Andes Sudamericanos que dieron origen a cientos de civilizaciones agrocerámicas, entre ellas se encuentran Anasazi, Indios Pueblo, Monte Albán, tolteca, chibcha, quimbaya, Nazca, Chavín, Moche, y las avanzadas civilizaciones correspondientes a los imperios de Teotihuacán, maya, azteca, chumú e incaico, entre muchas otras.
Las civilizaciones agroalfareras americanas desarrollaron sistemas originales de organización social basados fundamentalmente en el cultivo de maíz y complejas técnicas de gestión de los ecosistemas, así como la cría de algunos animales domésticos (muy pocos) como es el caso del pavo en América del Norte y el acure o la llama en la Cordillera de los Andes. Los cultivos más importantes en el caso de Mesoamérica fueron el maíz, las alubias (también llamadas caraotas, porotos, etc., en algunos países hispanoamericanos) y la auyama o calabaza. En Sudamérica, el papel predominante del maíz era complementado por el de los tubérculos (papa en las tierras altas de los Andes, batata en las de menor altitud) y raíces, como la yuca. Las civilizaciones andinas desarrollaron también una depurada tecnología textil de que permitía tejidos de hasta 500 hilos por pulgada estructurados en capas sucesivas. Otros cultivos desarrollados por las civilizaciones americanas fueron el algodón, el tomate, el chocolate, la vainilla, el pimiento, etc.
Las culturas agroalfareras de América del Norte también se organizaron en torno al maíz y a la gestión ecológica de las praderas. Los pueblos cazadores se organizaron en torno a la caza del bisonte (impropiamente llamados búfalos) o de la pesca y la caza de mamíferos marinos, en el caso de los esquimales e indígenas del extremo norte del continente. Elementos comunes de las culturas precolombinas que alcanzaron un alto grado de desarrollo fueron la edificación de templos y sitios religiosos monumentales, con avanzados sistemas antisísmicos, siendo claro ejemplo las zonas arqueológicas de Cuzco, Machu Pichu, Teotihuacan, Templo Mayor en la ciudad de México, Nazca, Palenque, Tulum y Tikal entre otros. La ciencia precolombina alcanzó sus puntos más altos con el descubrimiento del cero por la civilización maya, y los calendarios. Contaron con avanzados sistemas de escritura en Mesoamérica y un misterioso sistema de registros (quipos) en los Andes Sudamericanos, así como una refinada metalurgia. Prácticamente todas las culturas americanas contaban con complejos conocimientos y prácticas de gestión ambiental.
Imperio incaico
El Imperio incaico fue el de mayor extensión en la América precolombina. Surgió a fines del siglo XII; y llegó a abarcar desde el actual Ecuador y el sur de Colombia, pasando por los andes y el altiplano de Perú y Bolivia, hasta Chile y el norte de Argentina. Dichos territorios fueron cuna de diversas culturas preincaicas que fueron conquistadas y anexadas al territorio imperial. Para una mejor organización política el Imperio Inca también llamado Tahuantinsuyo (que proviene de la frase quechua Tawantin Suyu "las cuatro regiones -en su conjunto-"), estuvo conformado por cuatro suyus (quechua: suyu, 'territorio' )?:
Chinchaysuyo (Chinchay Suyu), ubicado al norte;
Collasuyo (Qulla Suyu), ubicado al sur;
Antisuyo (Anti Suyu), ubicadado al este; y
Contisuyo (Kunti Suyu), ubicado al oeste.
La capital del imperio era la ciudad del Cuzco, el ombligo del mundo. Luego de una época de expansión y gran apogeo, el imperio entró en una crisis sucesoria y consecuentemente en una gran decadencia, que culminó con su desaparición gradual producto de la conquista española a principios del siglo XVI. El territorio imperial fue anexado a lo que sería el virreinato del Perú. Por datos arqueológicos y antropológicos se ha ido estudiando el verdadero proceso de la ocupación del Cuzco. El consenso apunta a que, debido al colapso del reino de Taypiqala se produjo la migración de su pueblo. Este grupo de cerca de 500 hombres se habría establecido paulatinamente en el valle del río Huatanay, proceso que culminaría con la fundación del Cuzco. Posteriormente, los reyes cusqueños fueron pactando alianzas y conquistando otros reinos. Hacia fines del siglo XV, gobernaban sobre las zonas altas y medias del valle del Vilcanota y vivían en constante fricción con los Estados colindantes.
Manco Cápac fundó el Imperio Incaico, aproximadamente el año 1200 d.C. y fue su primer gobernante. Durante el gobierno de Pachacútec se produjo el mayor crecimiento del imperio. Inauguró el periodo imperial, porque los incas se convirtieron en emperadores al anexionar numerosos reinos. Pachacútec mejoró la organización del estado, dividiendo el imperio en cuatro regiones o suyus. Por el norte, sometió a los huancas y tarmas, hasta llegar a la zona de los cajamarcas y cañaris (Ecuador). Por el sur sometió a los collas y lupacas, que ocupaban la meseta del altiplano. Organizó a los chasquis e instituó la obligatoriedad de los tributos. Se le considera el último gran emperador del incario. Huayna Cápac, considerado el último monarca, continuó la política de su padre, Túpac Inca Yupanqui, en cuanto a la organización y fortalecimiento del estado. Para conservar los territorios conquistados tuvo que sofocar en forma sangrienta continuas sublevaciones. Derrotó a los chachapoyas y anexionó la región del golfo de Guayaquil, llegando hasta el río Ancasmayo (Colombia). Estando en Quito, enfermó gravemente y falleció en 1525. Con su muerte se inició la decadencia del imperio. Antes de morir, designó a su hijo Ninan Cuyuch como su sucesor. Pero el príncipe murió repentinamente y en su lugar fue coronado su hermano Huáscar (1525). Este debió enfrentar a su medio hermano Atahualpa, quien también se consideraba legítimo heredero del trono.
Muy pronto importantes regiones del imperio fueron sacudidas por sangrientas batallas entre tropas cusqueñas y quiteñas, que terminaron con la victoria final de los últimos. Huáscar fue tomado prisionero y muerto posteriormente por orden de Atahualpa. Este último era hijo de Huayna Cápac con una princesa de Quito. Tras la muerte de su padre, se rebeló contra Huáscar, apoyado por la nobleza quiteña. Sus tropas, dirigidas por Calcuchímac y Quizquiz, derrotaron al ejército cusqueño en la batalla de Cotabamba (Apurímac) y entraron triunfantes al Cuzco. Enterado de la victoria, Atahualpa marchó a Cajamarca para ser coronado inca. En el trayecto era aclamado por los pueblos del norte. Sin embargo, al llegar a Cajamarca, fue tomado prisionero por los españoles. Era el año 1532. Este hecho marcó el fin del Imperio Incaico. En contra de lo pensado, Atahualpa (que gobernó de facto entre 1532 - 1533), no forma parte de la capaccuna al nunca ceñir la mascapaicha. Por lo tanto es impropio llamarle Sapa Inca, como algunas veces se le titula.
Primeros pobladores de Mendoza
Huarpes
Los huarpes o warpes eran un pueblo indígena de Cuyo, en la Argentina. Algunos estudiosos suponen que en idioma huarpe esta palabra significa ‘arenal’, pero en el Arte y Vocabulario de la lengua general del Reino de Chile, obra escrita por Andrés Fabres en Lima en 1765, se halla que la etimología de la palabra Cuyo significa, en el idioma araucano, ‘Cuyum puulli’, es decir, ‘tierra arenisca’ o ‘país de los desiertos’.
Historia
Hacia el siglo XV se los encontraba en varias zonas de las provincias argentinas de San Luis, Mendoza y San Juan e incluso en el norte de la Provincia del Neuquén. Habitaban entre el río Jáchal al norte, hasta el río Diamante al sur y entre la Cordillera de los Andes y el Valle de Conlara en San Luis.
Subgrupos
Se dividían en cuatro grandes grupos, correspondiendo cada uno a su situación geográfica y también a diferencias en el lenguaje: huarpes allentiak (San Juan), huarpes milkayak (norte de la provincia de Mendoza), huarpes chikiyam —también llamados «algarroberos» en el sur de la provincia de Mendoza— y huarpes huanacache —«laguneros» en el noreste de Mendoza y San Luis—, en el centro y norte de Neuquén, hasta el siglo XVIII eran huarpes los pueblos llamados por los mapuche: pehuenches aunque a mediados de ese siglo los huarpes «neuquinos» fueron intensamente aculturados por los mapuches, se desconoce la autodenominación que se daban los antiguos pehuenches, aunque se especula que pudiera haber sido penken.[cita requerida] De estos pehuenches se sabe que durante el siglo XVIII avanzaron hacia el noreste, ubicándose en zonas que hoy corresponden a la mayor parte del territorio de la provincia de La Pampa y el sur de las provincias de Córdoba y San Luis formando allí la etnia muy mapuchizada de los ranqueles.
Sus viviendas podían ser de piedra o de barro y paja, según la zona donde habitaban. Eran sedentarios, dedicados a la cestería. Los huanacache o «laguneros» llamaban la atención por sus cestas tejidas de un modo que eran impermeables y servianles así para transportar agua, además confeccionaban —se puede entender como una variante de cestería— embarcaciones con las que navegaban por las hoy casi desaparecidas Lagunas de Guanacache; esas naves eran bastante semejantes a los «caballitos de totora» que aún utilizan los uru para navegar el Titicaca. A esta peculiar cestería se añadía una buena alfarería. Eran pescadores y cazadores, cultivaban la papa (patata) y el maíz en forma rudimentaria, aunque realizando canalizaciones como la que hiciera el jefe Guaymallén en el valle de Huentata, Mendoza. Recolectaban frutos, especialmente el del alpataco, una de las especies de algarrobo criollo y otros vegetales.
Como otras etnias, los jefes eran polígamos y la calidad de jefe era hereditaria. Dos costumbres típicas y llamativas de los huarpes fueron los denominados «levirato» y «sororato».
Levirato: al morirse el marido, la viuda y los hijos pasan a depender del hermano menor del fallecido.
Sororato: al casarse el varón adquiere el derecho de casarse con las demás hermanas menores de la novia.
Aunque es conocido que los huarpes allentiak no seguían en general esta costumbre —eran monogámicos—, con la única excepción del cacique, quien si tenía permitida la poligamia.
Creían en una divinidad central llamada Hunuc Huar, también adoraron al sol, la luna, los ríos, el rayo y los luceros. Cuando morían eran colocados decúbito dorsal y con la cabeza dirigida hacia la Cordillera, lugar donde moraba Hunuc Huar, su divinidad principal.
El imperio incaico hacia 1480 sometió el noroeste argentino. En su conquista sometieron a los huarpes de las actuales provincias de San Juan y a los del extremo norte de la actual provincia de Mendoza. Tal territorio era llamado Huentata por los huarpes, quienes se encontraron forzados a adoptar algunas de sus costumbres, tales la vestimenta y los cultivos de maíz y quinoa.
Desaparición del linaje puro y mestización
Los huarpes puros desaparecieron definitivamente a mediados del siglo XVIII y su desaparición se debió, entre otras causas, a la falta de inmunidad del organismo de los aborígenes contra las enfermedades traídas por los europeos; el sistema de encomiendas impuesto por los españoles y por el cual enviaban a los indígenas cuyanos a trabajar a Chile donde sufrían malos tratos que causaron una importante mortandad. Hacia 1640 el territorio huarpe la distribución espacial de los indígenas en la región huarpe se había alterado, muchas zonas quedaron despobladas y los que no pretendían escapar de ser enviados atrabajar habían huido a zonas de difícil acceso. A finales del siglo XVI Santiago de Chile contaba con un número importante de huarpes, siendo éstos el principal grupo indígena de la ciudad.
Además, el proceso de mestizaje se vio acrecentado porque generalmente las expediciones españolas de la corriente colonizadora del oeste, no llevaban mujeres. Esto hizo que muchos expedicionarios españoles entraran en relaciones amorosas con las mujeres aborígenes. Este es el caso de Mallea, joven de 32 años que acompañó al comandante Juan Jufré de Loaysa en la fundación de San Juan (13 del junio de 1562) y primer matrimonio entre india y español, al año siguiente. Al poco tiempo de este suceso, la corona española autorizó este tipo de enlaces.
El proceso de mestizaje comenzó junto con la llega de los conquistadores españoles. Su hija Teresa de Asencio se casó con el capitán Eugenio de Mallea, segundo de la expedición de Juan Jufré. Fue el primer matrimonio, de acuerdo a los usos europeos, en tierras sanjuaninas.
Pehuenches
Los pehuenches o en escritura antigua pegüenches (del mapudungun pewenches: gente del pehuén) son un pueblo indígena montañés que forma parte de la cultura mapuche y habita a ambos lados de la cordillera de los Andes en el centro Chile y oeste de la Argentina. Habitualmente se caracteriza por basar su alimentación en la recolección de piñones, las semillas de la araucaria o pehuén que crece principalmente a más de 1.000 msnm. Los actuales pehuenches se identifican como aquella población de cultura mapuche que habita exclusivamente a las orillas del alto río Biobío en la zona cordillerana de la VIII Región del Biobío y en el área de Lonquimay en la IX Región de la Araucanía de Chile. En la Argentina existen grupos pequeños de pehuenches en el Departamento Malargüe de la Provincia de Mendoza y en forma aislada en Arroyo Los Berros, Departamento Valcheta de la Provincia de Río Negro. El Consejo Zonal Pehuenche agrupa al principal grupo argentino en Aluminé, Neuquén.
Su territorio ancestral abarcaba en Chile desde los nevados de Chillán al norte hasta el volcán Llaima al sur, encontrándoselos esporádicamente por el norte hasta el río Maule. En Argentina se extendieron desde el río Diamante al norte hasta el lago Aluminé al sur. Se trasladaban a los valles en invierno (invernada) y subían a lugares más altos en verano (veranada), donde en general realizaban la recolección de los piñones entre marzo y mayo.
Su autodenominación y su idioma original no se han conservado, aunque sí se sabe que formaban parte del conjunto de los huarpes antes de su completa araucanización, como ellos eran altos, delgados y de tez oscura. Para mediados del siglo XVIII todos los pehuenches hablaban mapudungún, aunque su asimilación cultural por los mapuches no fue completa hasta mediados del siglo XIX. Hacia el siglo XVI los mapuches los denominaron pehuenches, y el territorio que habitaban era el butalmapu conocido como Pewenmapu (tierra de las araucarias) o Piremapu (tierra de las nieves). Las tierras al este de la cordillera de los Andes fueron denominadas Puelmapu (tierra del este).
Descubrimiento de América
La expresión Descubrimiento de América se usa habitualmente para referirse a la llegada a América de un grupo expedicionario español que, representando a los Reyes Católicos, partió desde el Puerto de Palos de la Frontera, comandado por Cristóbal Colón, y llegó el viernes 12 de octubre de 1492 a una isla llamada Guanahani. Los viajes de los portugueses a India siguiendo la costa Africana significaron un estímulo para otros navegantes europeos que creían que era posible llegar a las regiones del Asia oriental navegando hacia el oeste. Cristóbal Colón fue partidario de esta hipótesis. Apoyado por la monarquía española, organizó un viaje de exploración que lo condujo a la costa americana en 1492. Cristóbal Colón creía que había llegado al continente asiático, denominado por los europeos Indias y murió sin saber que había llegado a un continente desconocido por los europeos.
Colonización española de América
La colonización española de América fue parte de un proceso histórico más amplio, denominado posteriormente colonialismo, mediante el cual diversas potencias europeas se lanzaron a explorar regiones desconocidas para ellos que no figuraban en ninguna cartografía, descubriendo tierras y pueblos que cambiarían su visión del mundo y que tuvo lugar entre los siglos XVI y XIX.
Consecuencias de la colonización
Demografía
Con la llegada de los colonos castellanos surgieron en América enfermedades desconociadas en el Nuevo Mundo, como la viruela, la gripe, el sarampión y el tifus, contra las que las poblaciones nativas no tenían resistencia. Por otro lado, los europeos tomaron contacto con otras enfermedades propias de América, como la sífilis, que diezmó a la población europea al propagarse en 1494 desde el sur de Italia (posesión perteneciente a la corona de Aragón).
Entre el legado lingüístico de la población originaria, pueden contarse dos lenguas amerindias: el quechua y el guaraní, que han alcanzado el rango de lenguas cooficiales en algunos países hispanoamericanos, y cuya permanencia se debe en parte a su uso como lingua franca durante la obra evangelizadora colonial. Durante el Virreinato del Perú, el quechua fue uno de los idiomas que los misioneros católicos emplearon para evangelizar a los indígenas; se escribieron varios manuales (llamados "artes") y lexicones de éste y otros idiomas importantes, como el aimara, el mochica o el guaraní, así como catecismos. Ello permitió que aumentara su influencia sobre los pueblos andinos e incluso pueblos amazónicos que antes no lo hablaban. Un ejemplo es la amplia difusión en la actualidad del dialecto llamado quichua santiagueño, popular en la provincia argentina de Santiago del Estero. Fray Domingo de Santo Tomás publicó en Valladolid (España) las dos primeras obras en quechua, la Grammatica o Arte de la Lengua General de los Indios de los Reynos del Perú, y el Lexicón o Vocabulario de la Lengua General del PERV, llamado "Quichua". El guaraní es a su vez una de las lenguas oficiales del Mercosur, y goza de amplia difusión en Paraguay, donde es cooficial con el castellano, y en las provincias argentinas de Corrientes y Misiones.
Encomienda y esclavitud
Con la llegada de los europeos cristianos a América, se originó un intenso debate teológico y legal sobre la naturaleza de sus habitantes para su incorporación, expulsión o destrucción de los territorios que serían dominados por el Imperio español. Esta polémica se saldó con la oposición de la Corona a su esclavitud y la incorporación de los nativos americanos como súbditos de la Corona con todos sus derechos. Otras potencias europeas como Inglaterra y Portugal no los consideraron como iguales y en los territorios dominados por ellos el trato sería de esclavitud.
Así, desde comienzos del siglo XVI, teólogos y filósofos como Juan López de Palacios Rubios o Matías de la Paz desde la Universidad de Salamanca y Martín Fernández de Enciso o Bartolomé de las Casas desde los propios territorios americanos, enfrentan el problema de la naturaleza de los nuevos pobladores desde diferentes visiones. Finalmente, en 1537 se promulga la bula Sublimis Deus del papa Pablo III, en la que se declara a los indígenas como hombres en todas sus capacidades.
A partir de este momento las leyes de la Corona Española establecieron que los indígenas americanos (amerindios) no serían sometidos a la esclavitud, sino a un régimen de servidumbre denominado"encomienda", mediante el cual eran dados a "encomenderos" españoles. El régimen de encomienda establecía que los indígenas debían trabajar obligatoriamente para el encomendero, al mismo tiempo que este se obligaba frente a la Corona del cuidado y "evangelización" de los indígenas. Uno de los críticos más famosos del sistema de encomiendas fue Fray Bartolomé de las Casas, cuya obra más representativa es la Brevísima relación de la destrucción de las Indias. Las críticas de algunos sectores de la Iglesia al sistema de encomienda son consideradas por algunos como el origen de la llamada "Leyenda negra española".
El descenso de la población de nativos americanos podría explicar una falta de mano de obra indígena que España trató de reemplazar con esclavos provenientes del África subsahariana, comprados a compañías de otras potencias europeas que comerciaban con esclavos en América. Nótese que el tratamiento de persona le fue otorgado a los nativos americanos, no así a los negros, siendo un claro exponente de este pensamiento el propio Fray Bartolomé. El número exacto de personas esclavizadas procedentes de África es controvertido y difícil de determinar; según distintas estimaciones, éste puede oscilar entre los 9 y los 12 millones de personas,1 de los cuales se calcula que 1.552.100 ingresaron a los territorios colonizados por España.2
Religión
En contraposición de otros colonizadores a lo largo de la historia, como ingleses, portugueses u holandeses, los colonizadores españoles desde un primer momento aceptaron a los indígenas como personas dotadas de alma, y por ello centraron parte de su esfuerzo en adoctrinarlos y convertirlos a su religión.
El papa Alejandro VI, en sus bulas Inter Caetera estableció la obligación de la Corona de Castilla de convertir a todos sus súbditos, incluidos los amerindios y afroamericanos, al cristianismo, en su vertiente católica romana. Las tareas para lograr la conversión se realizaron mediante una gran variedad de procedimientos y una considerable cantidad de misioneros de distintas órdenes partieron de la Península Ibérica hacia América a tal fin.
Los métodos adoptados para obtener la conversión fueron muy diversos. Una de las fórmulas empleadas fue la conocida como doctrina. Se trataba del compromiso adquirido por el conquistador para que fueran evangelizados todos los indígenas que le habían correspondido en sus repartimientos; los niños debían recibir las enseñanzas religiosas todos los días y los adultos tres días a la semana. El convento fue el centro neurálgico de la evangelización y a su alrededor se configuraron numerosas poblaciones. En él atendían los religiosos las necesidades espirituales de los nuevos cristianos al mismo tiempo que las materiales, ya que junto a las dependencias de culto y habitación de los frailes, disponían de enfermerías, escuelas y talleres. Los mismos misioneros desempeñaron un importante papel en la desculturización del indígena, al poner un especial empeño en su incorporación a las actividades artesanales de tradición europea como parte destacada de su educación. La escuela de San José de los Naturales, creada por los franciscanos en México, o las organizadas por el obispo Vasco de Quiroga en Pátzcuaro (Michoacán) son una referencia para comprender diferentes proyectos de vida para el indígena a partir de su incorporación al cristianismo. En ellos están presentes muchas de las ideas procedentes de los movimientos utópicos de la edad media y del renacimiento, que encontraron en América un terreno propicio para su puesta en práctica.
En algunas ocasiones los religiosos católicos se relacionaron estrechamente con los pobladores nativos, involucrándose en sus problemas y en los abusos que sufrían por parte de algunos conquistadores y encomenderos, trasmitiendo las injusticias a las autoridades de la Península. En muchos casos los misioneros católicos utilizaron las lenguas americanas, como el quechua, el náhuatl o el guaraní, contribuyendo a preservarlas al ser dotadas de sistemas de escritura.
La conversión al catolicismo de la población americana fue ampliamente exitosa. En 2004, cerca de la mitad de los católicos del mundo están en Iberoamérica, si bien la tendencia es decreciente.
Por otra parte, el catolicismo latinoamericano tomó formas peculiares derivadas del fenómeno conocido como sincretismo religioso, mediante el cual las antiguas religiones y creencias precolombinas y africanas se integraron al cristianismo.

Lectura obligatoria*:
Pigna, Felipe: “los mitos de la historia Argentina” I; capítulos 1 y 2 (Las invasiones españolas, más conocidas como el "descubrimiento de América" y La madre patria).
Lecturas recomendadas:
O´ Donnel, Pacho: “El rey blanco”.
López, Vicente Fidel: “Manual de Historia Argentina”; lecciones I a IX
*Recordar pedirla por mail.

ACTIVIDAD: Luego de la lectura de los capítulos 1 y 2 de la lectura obligatoria, efectuar un análisis sintético de realidad europea y americana previa a la conquista publicándola en el sector comentarios. RECUERDEN PONER SU NOMBRE Y DAR EL PRESENTE,