martes, 15 de octubre de 2013

Clase 13: LA "PRIMAVERA CIENTÍFICA". LA DENOMINADA "REVOLUCIÓN ARGENTINA" Y LA FUGA DE CEREBROS. LA GUERRA FRÍA Y EL SURGIMIENTO DE LAS IDEAS REVOLUCIONARIAS

Chicos, por problemas técnicos no he podido subir la clase de esta semana hasta hoy, por tal motivo, NO VAN A TENER MÁS ACTIVIDAD QUE LEER LA CLASE, CONSULTAR LAS LECTURAS RECOMENDADAS y DAR EL PRESENTE.
APROVECHEN PARA PONERSE AL DÍA CON LAS OTRAS ACTIVIDADES, PORQUE VA TERMINANDO EL AÑO Y SE VAN A ENCONTRAR CON LA SORPRESA DE QUE NO VAN A PODER ELEGIR TEMA EN EL FINAL!
SALUDOS
LA “PRIMAVERA CIENTÍFICA”
Lecturas recomendadas:  “La ‘Revolución Libertadora’ y la época de Frondizi”; del libro La Argentina Política de Carlos Floria y César A. García Belsunce (páginas 153 a 204).
“La revolución libertadora”; del libro “Cuadernos para la otra historia” de Norberto Galasso
Luego del derrocamiento de Juan Domingo Perón, por parte de la autodenominada Revolución Libertadora, se llegó a la denominada “Primavera Científica”, a pesar de la inestabilidad de los gobiernos y la permanente injerencia de las Fuerzas Armadas en la política, en lo que atañe a la educación se vio en gran medida beneficiada por casi todos los gobiernos de la época, especialmente con Arturo Illia en el cual se abrieron las puertas de las universidades argentinas a profesores y grandes científicos extranjeros y se logró una cifra récord en graduados universitarios.
La etapa comprende desde la autodenominada “Revolución Libertadora” (1955), las presidencias de los militares Lonardi (1955) y Aramburu (1955-1958) y los radicales Frondizi (1958-1962), Guido (1962-1963) e Illia(1963-1966).
La Revolución Libertadora:
El 28 de septiembre de 1951 el general de brigada Benjamín Menéndez se sublevó contra el gobierno de Juan Domingo Perón, apoyado por sectores conservadores del ejército y algunos sectores civiles. La confirmación de la renuncia de Eva Perón a su polémica postulación a la vicepresidencia no logró calmar los ánimos de una oposición militar que comenzaba a cerrar filas contra Perón. Las limitaciones a la libertad de prensa y el cierre de los canales de comunicación (radio y televisión) a los partidos opositores, no hizo sino dar espacio a quienes postulaban la opción golpista. Antes de las elecciones de 1951, recrudeció la violencia en el país. El dirigente del Partido Comunista, Rodolfo Ghioldi, fue herido de bala y estuvo cerca de la muerte. Ricardo Balbín, radical, fue objeto de un atentado, y el socialista Alfredo Palacios afirmó que el Partido Socialista no se presentaría a elecciones. Fue en aumento la propaganda antigubernamental de los partidos que se oponían al peronismo. El intento de golpe tuvo su epicentro en Campo de Mayo, pero terminó en fracaso estrepitoso, al no conseguir apoyos sustanciales dentro del Ejército. El mismo 28 de septiembre, Perón declaró el estado de guerra interno, y dijo que "todo militar que no se subordine o se subleve contra las autoridades o participe en movimientos tendientes a derrocarlas o desconocerlas, será fusilado inmediatamente", al tiempo que la CGT convocaba a la huelga general y la movilización. Aún así, y pese a la insistencia de Eva Perón y sectores combativos dentro del peronismo, ninguno de los sublevados fue fusilado. Las "milicias obreras de autodefensa", creadas a iniciativa de Eva, serían desarticuladas poco tiempo después.
Pero la conspiración en contra del gobierno de Perón continuó, conforme aumentaba su respaldo popular. Eduardo Lonardi, que estaba preso, nominó al entonces general de división Pedro Eugenio Aramburu como el jefe del movimiento golpista. El presidente Perón contaba con el apoyo de grupos nacionalistas y católicos, tanto dentro del ejército como de la sociedad civil, sumados a la clase trabajadora y la CGT. Aramburu pensaba que todavía no era momento de sublevarse, pues la muerte de Evita había producido una galvanización del peronismo, y un aglutinación de los trabajadores en torno al que reconocían como su líder indiscutido.
Perón triunfó en las elecciones de 1951 con el 62.49% de los votos.3 Una orden general del 18 de abril de 1952 decía que se debía "aniquilar a las fuerzas adversarias ante el supuesto de un atentado contra el Presidente. El procedimiento a observar será drástico. A un atentado contestar con miles de atentados". − El enfrentamiento de Perón con los sectores católicos iniciado a fines de 1954 precipitó la conspiración en su contra. Entre otras medias criticadas por la Iglesia, Perón había derogado la enseñanza religiosa en las escuelas, aprobado la ley de divorcio, anulado la mayoría de los feriados por razones religiosas, autorizado la apertura de prostíbulos y llamado a una Convención Constituyente para separar a la iglesia del Estado, lo que puso a los sectores católicos en pie de guerra junto a los otros sectores que venían conspirando.
El 16 de junio de 1955 se produce un levantamiento militar en el que la Aviación Naval bombardeó Buenos Aires causando 364 muertos (algunas versiones elevan esa cifra a 500) y un millar de heridos. Perón se refugió en uno de sus bunkers, en los subsuelos de la sede del Ejército dejando el manejo de la situación a su Ministro de Guerra Franklin Lucero.
Se combatió por aire, mar y tierra. Aviones de la Marina se enfrentaron a los de la Fuerza Aérea y atacaron a unidades del ejército que convergían sobre el epicentro de la ciudad. Los puntos bombardeados fueron la Casa de Gobierno, los alrededores de Plaza de Mayo, el Ministerio de Guerra, el Departamento Central de Policía, la zona aledaña a la Residencia presidencial, en la zona norte del Gran Buenos Aires en el barrio de Olivos y otros sectores de la ciudad.
Aviones de la Marina fueron derribados, uno de ellos sobre el Río de la Plata y otro en la localidad de Tristán Suárez y el Regimiento de Granaderos a Caballo y cuerpos del Ejército, con el Regimiento Motorizado Buenos Aires a la cabeza, lograron rechazar el ataque de la Infantería de Marina sobre la Casa de Gobierno y rendir al Ministerio de Marina, donde se había concentrado el alto mando rebelde, cuyo jefe, el contralmirante Benjamín Gargiulo, al ver fracasada la asonada, se suicidó.
Por la noche, tres grupos organizados de personas que partieron de dos reparticiones del Estado y del local del Partido Peronista saquearon e incendiaron los principales templos del casco histórico de la ciudad, la Curia Metropolitana y los edificios de importantes instituciones, provocando la pérdida de invalorables tesoros artísticos, culturales y esencialmente religiosos, y el 40% de las partidas de nacimiento de todos los porteños desde 1580. La policía, las fuerzas militares y los bomberos se abstuvieron totalmente de intervenir, limitándose estos últimos a comenzar a actuar contra el fuego una vez terminada la agresión. Algunos de los templos databan de la época colonial por lo que ciertos daños fueron irreparables. En un discurso pronunciado al día siguiente el presidente Perón atribuyó los hechos a los comunistas. Perón siguió al frente del gobierno como presidente, aunque solo por unos meses más.
El 16 de septiembre de 1955 estalló en Córdoba la insurrección cívico-militar que daría inicio a la Revolución Libertadora. Los rebeldes contaron con el apoyo de los llamados comandos civiles revolucionarios, que combatieron contra las tropas leales al presidente Perón en Alta Córdoba, y mantuvieron escaramuzas en distintos puntos del país, ocupando edificios públicos y constituyeron un factor de enlace permanente con los militares sublevados.
Hubo fuertes enfrentamientos entre la Escuela de Artillería, su aliada, la Escuela de Tropas Aerotransportadas y la vecina Escuela de Infantería, leal al gobierno, en las afueras de Córdoba y se combatió en el centro de aquella ciudad, sobre todo frente al histórico Cabildo; en la Escuela Naval Militar (Argentina) y en la Base Naval de Río Santiago, ambas atacadas por la Fuerza Aérea leal y en el Río de la Plata, donde la Escuadra de Río sufrió serios daños. También se produjeron choques en Curuzú Cuatiá (provincia de Corrientes), en Cuyo y Entre Ríos. Hubo duros enfrentamientos entre fuerzas del Ejército y la Aviación Naval en la zona de Sierra de la Ventana y Tornquist y combates de consideración en Bahía Blanca y la provincia de Río Negro donde un convoy fue atacado por aviones navales.
El almirante Rojas al mando del grueso de la Flota de Mar advirtió a Perón de que "de no promoverse su salida del gobierno, la Flota de Mar bombardearía las instalaciones petroleras de YPF en Mar del Plata, Argentina". Es así que en la alborada del lunes 19 los buques se situaron frente a la costa de Mar del Plata, la que había sido evacuada en la zona adyacente a los depósitos de combustible ante las advertencias de un inmediato bombardeo y procedieron a destruirlos con dos cañonazos, sin producir víctimas según una versión u ocasionando una cantidad no determinada de muertos y heridos según otra versión, y desembarcaron tropas y ocuparon la Escuela de artillería antiáerea de Mar del Plata y la ciudad misma sin encontrar resistencia.
Prosiguen viaje hacia Buenos Aires y por Radio Pacheco advierten a la población civil que debe evacuar la zona adyacente al dock de Berisso porque se produciría el bombardeo de la Destilería de La Plata. Unidades rebeldes de la Fuerza Aérea atacaron aeródromos y bases leales en diferentes puntos de las provincias de Córdoba y Buenos Aires.
Perón hace caso omiso de varios de sus colaboradores que le aconsejaron "Llevar a la zona de los hechos a los familiares de los revolucionarios para hostigarlos a deponer su actitud".
Los enfrentamientos se extendieron del 16 al 21 de septiembre y finalizaron cuando en la madrugada de ese día tanques del Ejército cañonearon y demolieron la sede de Alianza Libertadora Nacionalista en el centro de Buenos Aires, sin causar muertos y hubo 54 detenidos. Ese día a las 6:00 am cayeron las últimas bombas rebeldes en las pistas de Las Higueras (Córdoba) todavía en manos de fuerzas que respondían al gobierno.
El golpe militar de septiembre de 1955 constituyó el bautismo de fuego de la Aviación Naval (nada tenía que ver con la Fuerza Aérea, ya que era un comando de la Marina de Guerra y por lo tanto dependía de ésta).
Desde un punto de vista formal, los momentos en que Perón cesó en el cargo de presidente y en el que asumieron las nueva autoridades son confusos. El 19 de septiembre al mediodía, Perón escribió una confusa carta dirigida al general Franklin Lucero, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y leal al gobierno constitucional. En la carta Perón da a entender su renuncia:
“Hace algunos días... decidí ceder el poder...Ahora mi decisión es irrevocable... Decisiones análogas del vicepresidente y de los diputados... El Poder del Gobierno pasa por ello automáticamente a las manos del Ejército.”
Juan D. Perón. Carta al general Franklin Lucero.
La carta fue asumida por Lucero como una renuncia, tras lo cual procedió a formar una junta militar integrada entre otros por los generales José Domingo Molina, Raúl D. Tanco, Juan José Valle, Angel J. Manni, Emilio Forcher y Oscar A. Uriondo, que declaró haber asumido el Poder Ejecutivo. Luego, el general Lucero leyó la carta de Perón, por la cadena de radio y televisión. Esa misma noche Perón se reunió con la junta militar para informarle que él no había renunciado; la junta sin embargo no fue disuelta.
El 20 de septiembre por la mañana, Perón pidió asilo en la embajada de Paraguay y una vez que le fue concedido subió a bordo del buque paraguayo "Paraguay", una cañonera militar. Ese mismo día, una vez asilado Perón, Lonardi emitió un bando con el nombre de "Decreto Nº 1" por el que se nombra a sí mismo como "presidente provisional de la Nación", solicita el reconocimiento de los otros países y establece la sede provisoria del gobierno en la Ciudad de Córdoba.8 El 22 de septiembre Uruguay reconoció a Lonardi como presidente de Argentina, en tanto que éste disolvió el Congreso Nacional y nombró interventores en varias provincias.
El 23 de septiembre el general Lonardi y el almirante Rojas llegaron a Buenos Aires. Ese mismo día el primero prestó juramento asumiendo el título de "Presidente Provisional", y al día siguiente designó al almirante Isaac Rojas con el título de "Vicepresidente Provisional". La portada del diario Clarín de ese día convocaba a la población a hacerse presente en la Plaza de Mayo con el siguiente titular: "Cita de honor con la libertad. También para la República la noche ha quedado atrás".
La asunción de Lonardi fue acompañada por una gran multitud reunida en la Plaza de Mayo. Algunas consignas de los manifestantes fueron: "Argentinos sí, nazis no"; "San Martín sí, Rosas no", "YPF sí, California no", "No venimos por decreto, ni nos pagan el boleto". El 25 de septiembre reconocieron al gobierno militar los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, éste último luego de prestar importante apoyo a los insurrectos.
PRESIDENCIA DE LONARDI:
Ocupó la presidencia de Argentina luego del golpe de estado de 1955 contra Perón dada la necesidad de la llamada Revolución Libertadora (en rigor, un movimiento golpista) de presentar un nombre de prestigio que unificara a las Fuerzas Armadas. Lonardi inicia medidas tendentes a lograr la "reconciliación nacional", pero es obligado a renunciar por los sectores más duros del Ejército y la Armada.
A él se le atribuye la famosa frase:
"Ni vencedores ni vencidos,"
Estas palabras pueden haber sido inspiradas en la misma frase pronunciada por el general Justo José de Urquiza después de la batalla de Caseros, en 1852.
Durante su corto gobierno intentó pacificar el país infructuosamente, manteniendo los cambios políticos y sociales que se habían gestado durante el gobierno democrático de Perón. Pero posiciones irreductibles dentro del ejército y los partidos de la oposición aunados en la Junta Consultiva Nacional hicieron imposible este proceso provocando la posterior caída de este.
En su primer discurso criticaba el manejo de la economía durante los gobiernos de Perón:
"Ha terminado el sistema de ocultación de la verdad, el país quiere conocerla, por más que sea dura y penosa. Diez años de irresponsabilidad y corrupción nos han llevado a la situación más desastrosa de nuestra historia económica. El país se ha empeñado en hacer lo que nadie puede cumplir, impulsado por una tremenda insensatez, ha tratado de consumir más de lo que producía y así ha gastado sus reservas monetarias"
Conformó una "Junta Consultiva" con la Unión Cívica Radical y otros partidos de la oposición al peronismo, que tuvo continuidad con Pedro Eugenio Aramburu.
Debido a su política, en que se negaba a emplear mano dura con los sectores peronistas, las Fuerzas Armadas optaron por reemplazarlo por el General Aramburu, otro de los autores del golpe, el 13 de noviembre de 1955.
PRESIDENCIA DE PEDRO EUGENIO ARAMBURU
Uno de los principales objetivos de la Revolución Libertadora fue la "desperonización del país", por lo que se investigó y en algunos casos se procesó a los funcionarios del gobierno derrocado, se intervino la CGT, se destruyeron todos los símbolos del peronismo que habían sido incorporados al aparato del Estado y se llegó a prohibir la sola mención del nombre de Perón, quien pasó a ser llamado en los medios como el "ex presidente", el "tirano prófugo" o bien "el dictador depuesto". El peronismo contestó con una serie de huelgas y sabotajes, iniciando lo que dio en llamarse la Resistencia Peronista.
También se dejaron sin efecto los nombres alusivos al peronismo tales como Eva Perón, Juan Domingo Perón, 26 de julio, 8 de octubre, 7 de mayo y 17 de octubre entre otros, que designaban a calles, plazas, estaciones de subterráneo y de ferrocarril (la estación Presidente Perón retomó su nombre de Retiro), municipios, escuelas, hospitales y otros establecimientos públicos. También se cambió el nombre de las provincias Eva Perón (que tomó el nombre de La Pampa y Presidente Perón (que pasó a denominarse Chaco) y de la ciudad Eva Perón que retornó al nombre de La Plata.
En el área cultural se creó el Fondo Nacional de las Artes, se dejó sin efecto la prohibición de funcionar que afectaba a entidades tales como la Sociedad Científica Argentina, el Colegio Libre de Segunda Enseñanza y el teatro independiente IFT y se restituyó la autonomía a las universidades públicas permitiendo así que sus autoridades pasaran a ser elegidas por los claustros de profesores, egresados y alumnos.
En la noche del 9 de junio de 1956 comenzó una insurrección cívico-militar comandada por el general Juan José Valle. El movimiento actuó en varias partes del país, pero fue rápidamente desbaratado y durante los enfrentamientos los sublevados mataron a tres personas -Blas Closs, Rafael Fernández y Bernardino Rodríguez- y tuvieron a su vez dos muertos -Carlos Yrigoyen y Rolando Zanera- sin contar, por supuesto, los que fueron luego fusilados.
Sobre el propósito de los rebeldes dice Page:
"El manifiesto que delineaba los objetivos del movimiento era un tanto vago; llamaba a elecciones a la brevedad posible y exigía la preservación del patrimonio nacional pero no decía nada respecto a Perón. Aunque un grupo de peronistas, individualmente, se unieron a la conspiración y las bases del partido la consideraban como un intento de entronizar nuevamente al conductor, la resistencia peronista se mantuvo a la distancia"
Por orden del gobierno militar fueron fusilados Valle y otros 17 militares, así como unos 15 civiles en lo que el escritor Rodolfo Walsh llamó más tarde la Operación Masacre. Perón no respaldó la sublevación y así cuenta Miguel Bonasso:
"En carta a Cooke, Perón criticó acerbamente "el golpe militar frustrado", que atribuyó a "la falta de prudencia que caracteriza a los militares". Después, los acusó de haberlo traicionado y conjeturó que, de no haberse ido del país, lo hubieran asesinado "para hacer méritos con los vencedores".
Por su parte el historiador Joseph A. Page dice sobre el episodio:
"En una carta que Perón envió a John William Cooke el mismo día del levantamiento de Valle, no había la más mínima traza de compasión por los militares rebeldes. El conductor criticaba su apresuramiento y falta de prudencia y aseguraba que sólo su ira por haber debido sufrir el retiro involuntario los había motivado a actuar".
La dictadura militar de Aramburu hizo ingresar al país en el Fondo Monetario Internacional y disolvió el IAPI pero mantuvo algunas medidas proteccionistas que venían de décadas anteriores. Así la Junta Nacional de Granos y la Junta Nacional de Carnes controlaron la exportación de estos productos. Para fomento de la tecnología agropecuaria se creó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y para la explotación de carbón en Río Turbio se creó (YCF). También se inauguraron usinas y oleoductos.
En 1957 se convocaron elecciones para una Asamblea Constituyente, en un marco de proscripción del peronismo. Estas elecciones provocaron la división de la Unión Cívica Radical al consolidarse un sector acuerdista con el peronismo, liderado por Arturo Frondizi. Al retirarse los constituyentes de Frondizi, la Asamblea Constituyente se limitó a recuperar el texto de 1853 y aprobar un amplio conjunto de derechos sociales que se incluyeron como artículo 14 bis.
Finalmente, Aramburu convocó a elecciones en las cuales no podía presentarse el Partido Peronista que continuaba proscripto, si bien lo hacían algunos nuevos partidos, llamados neoperonistas integrados por políticos peronistas. Perón optó por pactar su apoyo con Arturo Frondizi, quien ganó el 23 de febrero de 1958 y asumió el poder el 1° de mayo del mismo año, pese a las presiones de algunos sectores militares que se oponían, y Aramburu solicitó de inmediato su retiro del ejército.
GOBIERNO DE FRONDIZI
Durante las elecciones de 1958, el Partido Justicialista se encontraba prohibido por el golpe militar que había derrocado al gobierno de Juan Domingo Perón; entonces, durante el exilio en España, Frondizi mandó a su asesor, Rogelio Frigerio, a contactarse con John William Cooke (un delegado de Juan Domingo Perón exiliado en Venezuela). Frigerio viajó para sellar el apoyo que Perón debía darle al candidato a la Presidencia de la Nación, Arturo Frondizi, en las elecciones de 1958. Así, el pacto se realizó a través de algunas reuniones, primero en Caracas en enero de 1958 y luego en Ciudad Trujillo en la República Dominicana en marzo del 1958.25 El pacto constó en que Perón llamaría por teléfono y le sugeriría a sus seguidores que votasen por Frondizi, y, en caso de que este ganara las elecciones, se comprometería a volver a restaurar los sindicatos como la CGT y a quitar aquellos decretos que prohibían que el peronismo se presentase en elecciones.
La UCR del Pueblo propuso la fórmula Balbín-Del Castillo, obteniendo por ello 2.416.408 votos, contra la UCR Intransigente, que postuló a Frondizi-Gómez, triunfando éstos con 4.049.230 votos. A juicio del historiador Félix Luna, los apoyos que aseguraron el éxito de Frondizi fueron heterogéneos: peronistas (aconsejados por Perón, quien había llegado a un acuerdo con el candidato); católicos y nacionalistas (simpatizantes con la postura antidivorcista y de libre enseñanza defendida por el radical); y sectores de izquierda (atraídos por sus ideas progresistas). El 1 de mayo, el general Pedro Eugenio Aramburu entregó el mando al presidente elegido por sufragio el 23 de febrero de 1958, el Dr. Arturo Frondizi.
Fue decisivo el empeño del general Pedro Aramburu para impedir que prosperasen los planes que los militares tenían preparados en caso de que saliese ganador Frondizi, ya que la mayoría de los oficiales lo asociaban como una amenaza a un posible retorno peronista, temiéndolo también por la relación que tenía éste con Frigerio, quien contaba con colaboradores salidos de las filas del Partido Socialista (máximo enemigo ideológico de los militares por entonces). La resolución del general Aramburu fue la de entregar el mando a quien ganase las elecciones.
Preguntado en 1958 por la Revista Atlántida a qué cosas renunció para llegar a presidente, respondió:
«Espiritualmente a ninguna, materialmente a todas».
En su discurso presidencial del 1 de mayo de 1958 resaltó:
«La Nación Argentina inicia hoy un nuevo período constitucional que las circunstancias han convertido en comienzo de una nueva era. En lo profundo, este acto inicial está presidido por un ideal moral: la clara e inequívoca voluntad del reencuentro argentino y de reanudar el desarrollo nacional.
Continuaba: A partir de hoy gobernaré para todos los argentinos y reclamaré el concurso de cuantos comparten los anhelos del pueblo, cualquiera que sea su militancia política y sin otra condición que su honestidad y su capacidad. Abandono toda tarea partidista y declaro solemnemente que desde la Casa de Gobierno no se hará política de partido. Debemos terminar con el sectarismo y la intolerancia».
Una semana después de que Frondizi asumiera su cargo presidencial, el periódico Wall Street Journal publicó un artículo sobre Argentina, titulado: «¿Cuánto durará Frondizi?».
Su periodo de gobierno se caracterizó por adoptar el desarrollismo como política básica de gobierno, a partir de las recomendaciones de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe de laONU) y las definiciones de la llamada teoría de la dependencia, desarrollada a partir de los años 1950 por intelectuales de toda América Latina. Sin embargo, el desarrollismo frondizista se diferenció del cepaliano al recurrir principalmente a la radicación de empresas multinacionales, antes que al Estado, como factor de impulso del desarrollo industrial.
La política de radicación de capitales extranjeros (cuyas medidas principales fueron las leyes de inversiones extranjeras directas, promoción industrial y los contratos petroleros) tuvo éxito al coincidir con la etapa de gran expansión transnacional que tuvieron las empresas estadounidenses en aquella época.
Entre 1958 y 1963 se llegó a alcanzar el máximo histórico de las inversiones extranjeras en Argentina: alrededor del 23% del total del período entre 1912 a 1975. Las ramas industriales privilegiadas en esta segunda etapa del proceso de sustitución de importaciones fueron la automotriz, la petrolera y petroquímica, la química, la metalúrgica y la de maquinarias eléctricas y no eléctricas. Las inversiones se orientaron hacia el aprovechamiento de las posibilidades que ofrecía un mercado interno protegido.
La inflación subiría a consecuencia de las inversiones realizadas en los años 1958 y 1959 (algunas de ellas emergentes), a tal punto que a principio de 1959 llegó al 113% anual. Para combatir la inflación, el gobierno lanzó un incremento salarial del 60%, ya con el aviso de que gran parte de este incremento sería absorbido por el crecimiento de la inflación, además de la reducción del gasto público. Gracias a la explotación petrolera y al incremento de la producción, la inflación bajó en 1960, teniendo un índice del 27,1%, y en 1961 del 13,7%.
En 1958 se firmaron contratos con empresas petroleras estadounidenses, que operarían por cuenta de YPF, con el propósito de lograr el autoabastecimiento de hidrocarburos y no comprarlos. Gracias a esto, en tres años de gestión se logró un aumento del 150% en la producción de petróleo y gas natural en Argentina. Por primera vez en la historia, en el país se logró el autoabastecimiento de petróleo, y Argentina pasó de ser importador a ser exportador de petróleo.
Con el fin de promover la industrialización acelerada del país, alentó el ingreso del capital industrial extranjero. Profundizó en la política petrolera de apertura al capital extranjero, impulsada por Perón desde 1952.
Los nuevos contratos petroleros se sumaron en conjunto doscientos millones de dólares. Gracias a estos contratos, en cuatro años la producción de petróleo se triplicó. Por estas acciones, en septiembre los gremios de trabajadores petroleros declararon una huelga general, en repudio a los contratos petroleros. El presidente decretó el estado de sitio, poniendo presos a peronistas sindicalistas; de hecho, se rompió el Pacto Frondizi-Perón.
En respuesta a su cambio de opinión respecto a los acuerdos petrolíferos, Frondizi dijo:
«Cambié mi postura porque prefiero renunciar a una actitud intelectual irreal, que mantenerla en desmedro de los intereses del país».
La expansión siderúrgica se logró a pesar de los obstáculos de la Dirección de Fabricaciones Militares, que se oponía a la intervención del capital privado. Durante esos años, la inversión extranjera se multiplicó por diez, como también se duplicó la inversión interna, lográndose así un gran re-equipamiento industrial. Y tal como lo había anticipado Frondizi, las divisas que antes se gastaban en la importación de combustibles y otras materias primas, ahora se destinaron a la compra de equipos industriales, modernizando la industria y la infraestructura básica. Hubo una inversión de 140 millones de dólares en industria petroquímica entre 1959 y 1961.35 La industria se modernizó en 1960 y 1961 por un valor de mil millones de dólares en máquinas y equipamientos importados.
También hubo un pequeño progreso en el sector agro, a partir del desarrollo de la industria siderúrgica y petroquímica, que impulsó la tecnificación y la provisión de fertilizantes, plaguicidas y maquinarias, de forma que se hizo incrementar la producción y productividad agropecuaria.
El crecimiento de la industria automotriz se dio gracias a la sanción de las leyes n.º 14.780 y 14.781 de Inversiones y Promoción Industrial. El Poder Ejecutivo Nacional sancionó también en 1959 el decreto n.º 3.693 llamado Régimen de Promoción de la Industria Automotriz. Igualmente, se presentaron veintitrés proyectos de radicación automotriz. En él se fijaron las normas de funcionamiento de las fábricas existentes, y también de aquellas en vías de desarrollo, con la idea de reglamentar la creciente participación de elementos en la producción en materia de automotores. Se establecieron numerosas industrias multinacionales (de las cuales algunas continuarían funcionando en la década de 2010), pero también se fundaron algunas argentinas, como la Siam Di Tella Automotores, cuyo primer automotor producido fue el Siam Di Tella 1500. Se fabricaron mil unidades de este automotor en seis meses. Antes, Argentina debía importar automóviles para poder abastecer el mercado automotriz interno, pero luego, con todos estos logros de producción automotriz, se pudo abastecer ella misma en el mercado de automóviles nacional. La producción de la empresa Siam había aumentado también en otros sectores: un ejemplo fue la producción de lavarropas, que pasó de dos mil unidades al año a 38.000 unidades en 1958.37
El 25 de julio de 1960, se inauguró el alto horno de San Nicolás de los Arroyos, sobre el río Paraná, para la producción de acero, albergando doce mil puestos de trabajo. Este alto horno se había empezado a construir en la época de Perón, pero con su derrocamiento, los militares no la habían terminado (se demoró diez años su finalización). Con este alto horno se produjo un total de 248.500 toneladas de acero en 1958, y cuatro años después, en 1962, se triplicó la producción, pasando a 643.400 toneladas de acero. También creció un 1.270% la producción de arrabio: pasó de 29.000 a 397.000 toneladas anuales, dando así un gran crecimiento a la industria siderúrgica argentina. Se construyó también un laminador continuo de chapas en caliente, modelo único en Sudamérica en ese momento. Con estas obras (y otras no tan destacables), se dio un gran impulso a la petroquímica, a la industria automotriz y la siderurgia en Argentina.
Se radicaron varias empresas automotrices en el país: en el primer año de gobierno se asentaron la Dinborg, Citroën y Alcre; en el año 1959 De Carlo, A. y L. Decaroli, Deutz Argentina, Dinarg, Isard Argentina, Peugeot, Renault y Siam Di Tella Automotores S. A.; y en el año 1960 Auto Union, Autoar, Bambi y Goliath Hansa S. A. Además de las nuevas empresas que llegaron, hubo algunas fábricas que ampliaron sus plantas industriales, como la Fiat en el año 1959 y General Motors en el mismo año.
Con este crecimiento en la siderurgia, la industria automotriz produjo en 1961 137.000 automóviles y camiones, dándole trabajo a un total de 150.000 obreros, y ahorrando unos 250 millones de dólares que antes su utilizaban en importaciones de automotores. Se aumentó la producción: en 1958 se fabricaron diez mil tractores, y tres años después, las unidades llegaron a veinticinco mil. La red vial creció en diez mil kilómetros. Hubo un aumento en la producción industrial de un 10%. Se inauguró la planta de SOMISA (Sociedad Mixta Siderurgia Argentina).
Al llegar el gobierno de Frondizi, había una grave situación petrolera en Argentina: existía un consumo de quince millones de toneladas de petróleo, pero en el país sólo se producían cinco millones, por lo tanto debía importar diez millones de toneladas para llegar a abastecer de petróleo el país. Todo esto representaba el valor de una tercera parte del producto de las exportaciones. Una de las primeras metas del gobierno de Frondizi fue la de producir todo aquello que se importaba. La explotación de petróleo y su autoabastecimiento fue uno de los primeros logros: las reservas de petróleo aumentaron casi en un 50%, pasó de 390.000.000 a 590.000.000 de toneladas de reservas en todo el país y también se quintuplicó la producción de gas.
El gobierno sentó tres pilares básicos para la política petrolera:
Nacionalización del petróleo.
Monopolio de YPF.
Autoabastecimiento petrolero.
El artículo 1º de la Ley 14.773 de nacionalización del petróleo establecía: Los yacimientos de hidrocarburos sólidos, líquidos y gaseosos... son bienes exclusivos, imprescriptibles e inalienables del Estado Nacional... Artículo 2º: Las actividades del Estado Nacional... estarán a cargo de YPF, Gas del Estado y de YCF... Artículo 8º: Se declara de urgente necesidad nacional... el autoabastecimiento de hidrocarburos y sus derivados... El artículo 4º de esta misma Ley decía además: «queda prohibido en todo el territorio nacional el otorgamiento de nuevas concesiones».... Los contratos petroleros del gobierno no eran concesiones a las compañías petroleras extranjeras, como se le había criticado a Frondizi en su tiempo; por el contrario, los contratos eran de locación de obras, pero en donde las compañías no tenían derecho sobre el petróleo extraído en estas obras: el petróleo crudo era entregado directamente a YPF.
Para la extracción del petróleo se habían comprado 36 equipos de perforadoras petrolíferas, la compra más grande hecha en la historia de Argentina. En 1960 se llegó a tener más de cien de estos equipos trabajando para la Administración, el doble de los que tenía normalmente YPF, dándose así solución a la crisis energética que había hacia 1958, y acabando con la «dieta eléctrica» y los apagones que sufría constantemente el país. En ese mismo año se construyó también el gasoducto Campo Durán; se creó prácticamente una industria petroquímica que ubicó al país como segunda potencia regional en el rubro; y se multiplicó por cinco la producción de caucho, necesario para la fabricación de los neumáticos de los automotores. Con estas producciones de materias primas se redujeron fuertemente las importaciones de esos productos.
Con estos avances en maquinarias, YPF logró duplicar su producción hasta superar la cifra de 10.400.000 toneladas de petróleo. Pero para lograr llegar hasta las 15.600.000 toneladas, el gobierno tuvo que hacer contratos de locación de obras y servicios en especial con tres compañías: Banca Loeb en la Provincia de Mendoza, Panamericam en la ciudad de Comodoro Rivadavia, y con la compañía Tenneessee en la Provincia de Tierra del Fuego.29 33 Así, Argentina logró llegar al autoabastecimiento de petróleo en cuatro años, rompiendo con cincuenta años de abastecimiento de petróleo importado por los grandes monopolios extranjeros.
En 1941 se había descubierto en Río Turbio, en la Provincia de Santa Cruz, el mayor yacimiento de carbón de Argentina. Su explotación estuvo desde el principio al cargo de la empresa estatal YPF. Ya antes se estaban explotando otros yacimientos carboníferos en Argentina, pero éste fue el mayor descubierto hasta entonces, llegando a representar con el tiempo el 99% de todas las reservas de carbón que se habían encontrado en el país. El 7 de agosto de 1958, bajo el gobierno de Frondizi, fue creada la empresa estatal Yacimientos Carboníferos Fiscales (YCF),44 que se hizo cargo de la explotación de los yacimientos de carbón hasta su privatización en 1994.
En el invierno de 1958, ya en el gobierno del país, dispuesto a promover la inversión extranjera pero sin contar con YPF, y con medios para aumentar la producción en Argentina pero sin divisas para importar petróleo, resolvió negociar con una subsidiaria de Standard Oil un contrato de explotación petrolífera. Fue muy criticado por ello, ya que iba en contra de lo que había postulado en su famoso libro Petróleo y política, escrito antes de su asunción presidencial en 1954. Esto generó algunas manifestaciones y tensiones en algunos sectores peronistas. Félix Luna dijo sobre el tema: «más que un reproche político, se trataba de un reproche moral».
Como consecuencia, el 24 de julio del año 1958 el presidente brindó un discurso ante el país, explicando los problemas y las consecuencias que tenía el seguir importando petróleo. El gobierno así anunció «la batalla del petróleo», cuyo objetivo era el de lograr el autoabastecimiento petrolero como sea. En su discurso dio la razón de su giro ideológico, consistiendo sencillamente en que en Argentina no había «ni un gramo de oro para YPF», y que habría que atraer los capitales extranjeros para explotar el hidrocarburo, aunque las petroleras se llevasen parte de las ganancias del sector. A continuación, una cita del discurso del 24 de julio de 1958, en la cual explica el porqué de su giro ideológico.
«Cuando asumimos el gobierno, las reservas de oro ascendían a 125 millones y medio de dólares, y el conjunto de oro y divisas a poco más de 250 millones de dólares. Del 1 de mayo al 31 de diciembre [de 1958] habrá que cumplir con compromisos por valor de 645 millones de dólares en el exterior. No disponemos, por lo tanto, ni de un gramo de oro en el Banco Central para YPF».
Aunque las políticas petroleras trajeron resultados positivos en poco tiempo, sus políticas fueron duramente criticadas, ya que en los primeros meses salió más caro extraer el petróleo argentino que comprar petróleo extranjero (unos 350 millones de dólares), a causa de la compra de la maquinaria necesaria para ello; pero más tarde, cuando se empezaron a perforar los pozos, se pudo ver la diferencia de poder explotar petróleo en el país a tener que comprarlo. Pero había otro problema, que fue más polémico: Frondizi había escrito, antes de su asunción presidencial, el libro Petróleo y Política con una gran postura antiimperalista, en el cual, entre otras cosas, decía que YPF era capaz de lograr el autoabastecimiento de petróleo para el país, sin tener que pedir ayuda en el exterior. Su acción de contratar empresas estadounidenses para la exploración y extracción de petróleo era todo lo contrario a lo que había expresado en este libro. Se trataba de crear fuentes de trabajo en el país, y de extraer el petróleo de una manera racional.
Esta política petrolera estaba basada en lo que Frondizi y Frigerio llamaron «nacionalismo de fines», contrapuesto al «nacionalismo de medios». El primer «nacionalismo» instaba en alcanzar los objetivos por cualquier medio, mientras que el segundo se centraba en los medios a cómo conseguirlos.
Se pueden distinguir, en lo que a la política ferroviaria se refiere, tres etapas, protagonizadas cada una de ellas por distintas figuras en el ámbito del transporte argentino.
La primera se corresponde con el desempeño como Secretario de Transporte del doctor Alberto López Abuín, especialista en el tema del transporte, y defensor del ferrocarril. Propuso, en febrero de 1958, una política de modernización ferroviaria para Argentina, por lo cual había que incorporar nuevo material rodante para las vías férreas nacionales. De esa forma, se buscaba mejorar el transporte de cargas a través del ferrocarril, haciéndole ganar terreno frente al avance del tráfico automotor en Argentina. Pero este plan tuvo dos principales obstáculos: una inversión muy alta, y un plazo para aplicarlo que era demasiado largo para la vacilante política del presidente. Abuín renunció a su cargo en mayo de 1959.
Se inició entonces la segunda etapa, en la cual serían protagonistas el ministro de Obras Públicas Alberto Constantini y el ministro de Hacienda Álvaro Alsogaray. Ambos buscaron principalmente eliminar el déficit, aumentando las tarifas y, en menor medida, modernizar el sistema ferroviario. Alsogaray viajó a los Estados Unidos para acordar la llegada del General Thomas Larkin a Argentina, donde tenía que hacer un estudio de los transportes a cargo del Banco Mundial. Así se diseñó el denominado «Plan Larkin», que consistía en abandonar el 32% de las vías férreas existentes, despedir a setenta mil empleados ferroviarios, y reducir a chatarra todas las locomotoras a vapor, al igual que setenta mil vagones y tres mil coches, con la idea de que se comprase todo esto en el mercado exterior y se modernizase de una vez los Ferrocarriles Argentinos, ya sea renovando los rieles o renovando el material rodante, que estaba en malas condiciones. Los cuadros gremiales se pusieron en pie de guerra al enterarse del plan de reducir la empresa ferroviaria y la política de suprimir ramales. Pero la crisis política del momento hizo que Alsogaray y Constantini tuvieran que renunciar a sus cargos en abril de 1961, con lo cual poco de esa política se pudo practicar.
Se inició entonces la última etapa, con Arturo Acevedo como ministro de Obras Públicas. En junio de 1961 se incorporaron nuevos trenes diésel al servicio suburbano del Ferrocarril General Roca, con lo cual muchos maquinistas y foguistas de locomotoras perdieron sus empleos, lo que provocó paros de protesta. Acevedo era partidario de eliminar todas las líneas que dieran déficit. Clausuró, así, varios ramales, lo que provocó que se iniciasen varios paros, entre ellos uno de 42 días que se inició el 1 de agosto de 1961, oponiéndose tanto a los despidos como al desguace de material rodante. Sin embargo, al término de la huelga, ningún ramal de los cerrados fue rehabilitado.
Desde 1957 se realizaron elecciones en los gremios, ganando el peronismo la mayoría de ellos. Los sindicatos se habían agrupado en tres grupos: las 62 Organizaciones (peronistas), los 32 Gremios Democráticos (socialistas y radicales) y el MUCS (comunistas).
En 1958 mediante la ley 14.499 se dispuso que cada jubilado cobrara automáticamente un equivalente del 82% de lo que cobraba cuando trabajaba.
En octubre de 1960, sindicatos peronistas e independientes formaron la Comisión de los 20, para exigir la devolución de la Confederación General del Trabajo (CGT), que permanecía intervenida por el gobierno desde el golpe militar de 1955. Para presionar al gobierno, la Comisión de los 20 declaró el 7 de noviembre una huelga general, que obligó al presidente Frondizi a recibirlos y finalmente, acordar el 3 de marzo de 1961 la devolución de la CGT a la Comisión de los 20.
Durante el gobierno de Frondizi, se sancionó la nueva ley sindical n.º 14.455, estableciendo un modelo sindical de libertad absoluta de creación de sindicatos por simple inscripción y atribución de la personería gremial, al más representativo de todos, con el fin de unificar la representación obrera ante los empleadores, el gobierno y las organizaciones internacionales. La ley estableció también el reconocimiento de la figura del delegado, como representante sindical en el lugar del trabajo elegido por todos los trabajadores, disponiendo la prohibición de su despido sin autorización judicial.
En 1961 el sindicato ferroviario La Fraternidad denunció al gobierno argentino ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), por violación de la libertad sindical. El Comité de Libertad Sindical de la OIT hizo lugar a la queja sindical, recomendando al organismo llamar la atención del gobierno de Frondizi sobre su obligación de respetar los acuerdos pactados con los sindicatos.
Además de la industrialización, también hubo lugar para la educación: se multiplicaron las escuelas de educación técnica, abriendo una década (1963-1974) en la que Argentina registraría las tasas de crecimiento más altas del mundo, y se reduciría importantemente la pobreza. Como muestra de la importancia de la ciencia y tecnología, durante su gestión se dio aliento al INTI, al INTA, al Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET) con representación estatal, patronal y sindical, y al CONICET, presidido por el Premio Nobel Bernardo Houssay.
La política educativa de Frondizi se caracterizó por la sanción de dos grandes leyes: la que aprobó el Estatuto del Docente y la que habilitó a las universidades privadas a emitir títulos profesionales. Esta última motivó una gran protesta estudiantil conocida como «Laica o libre».
Justo cuando los debates de la batalla del petróleo alcanzaban su pico máximo de tensión, se presentó un nuevo problema originario de la Revolución Libertadora: la reglamentación del decreto 6403/55, el cual había sido promovido por el ministro de Educación Atilio Dell'Oro Maini (conservador de afiliación católica). Este decreto autorizaba el funcionamiento de universidades privadas. Sin embargo, a fines de agosto de 1958, el gobierno quiso concretar la vigencia del artículo 28, para así permitir a las universidades privadas (aunque algunas inexistentes, pero en proyecto), de expedir títulos habilitantes. Muchas de estas nuevas universidades eran católicas.
El movimiento estudiantil organizado en la Federación Universitaria Argentina (FUA) se opuso de inmediato a la habilitación de las universidades privadas y organizó un plan de movilizaciones con apoyo de los sindicatos, los estudiantes secundarios y los partidos políticos de oposición, bajo el lema de «Laica o libre», una de las movilizaciones más grandes de la historia del movimiento estudiantil argentino. Entre los líderes estudiantiles se destacó Guillermo Estévez Boero, presidente del Comité de Movilización, que en 1989 sería elegido diputado nacional por el Partido Socialista.
Los estudiantes defendían la bandera de la «enseñanza laica» (opuesta al proyecto de ley frondicista), mientras que el gobierno y la Iglesia católica defendían la bandera de la «enseñanza libre».
El 28 de agosto de 1958, los siete rectores de las siete universidades nacionales (entre ellos José Peco, Josué Gollán, Oberdán Caletti y el hermano del presidente de la Nación, Risieri Frondizi) pidieron al Poder Ejecutivo Nacional la no concertación del decreto para universidades privadas, argumentando que era «para que no se viera alterada la vida institucional y académica del país». Casi simultáneamente comenzaron las manifestaciones y actos de protesta, que primero se hicieron dentro de las facultades, y después se trasladaron a las calles. Para los laicos, Frondizi era un instrumento de la Iglesia: llegaron a quemar una efigie del presidente cuya figura estaba representada vestida (según el historiador Félix Luna) con una grotesca sotana clerical.
Arturo Frondizi mantuvo una política de buenas relaciones con los países exteriores. Durante el año 1958 realizó varios viajes alrededor del mundo, llegando a conocer desde al líder cubano Fidel Castro, hasta haber llegado a los Estados Unidos con objeto de mediar entre ambos países, que atravesaban un serio conflicto por la sospecha estadounidense de que Cuba pudiese albergar armas nucleares en su territorio. Frondizi intentó acercarse como mediador entre ambos bandos de forma neutral, pero, por presiones militares, se vio forzado a romper relaciones con La Habana. En enero de 1959, el presidente Frondizi visitó los Estados Unidos, donde fue muy bien recibido. Fue la primera vez en la historia que un presidente de Argentina visitaba dicho país. Justo en ese momento, el ejército irrumpía en el frigorífico Lisandro de la Torre disolviendo así la huelga de sus trabajadores, quienes protestaban en contra de los despidos. En respuesta de la visita del mandatario argentino, el presidente Dwight Eisenhower visitó la Argentina en marzo de 1959. Ambos Estados emitieron la «Declaración de Bariloche» (un tratado sobre la protección de los parques nacionales), con la intención de promover un mejor nivel de vida para los países americanos. En abril de 1959 Frondizi visitó las capitales de Uruguay, Brasil, Chile y Perú, y en todas ellas se lo dispensó con una excelente acogida.
Durante una visita a Japón durante su gira por Asia, dijo:
«El pueblo japonés ha hecho una maravillosa experiencia de tesón y disciplina, al convertir una pequeña extensión superpoblada y no muy rica en recursos naturales, en una de las primeras potencias industriales contemporáneas»
Arturo Frondizi.
El 16 de junio de 1960 el Presidente decidió realizar una gira por Europa. En dicha gira fue a la ciudad de Gubbio, procedente de Roma, donde comenzó su visita de Estado. Gubbio fue la ciudad en donde nacieron sus padres y los de su esposa. En ella se encontró con el presidente de la Empresa Nacional de Hidrocarburos italiana (ENI), Enrico Mattei, con quien habló de una posible inversión petrolífera de Italia en Argentina; al día siguiente, Frondizi participó en la Festa dei Ceri Piccoli, pospuesta especialmente para esta ocasión. Antes de volver a Roma, se pasó por Perugia, en donde lo premiaron con el laurea ad honorem en Ciencias Políticas por su libro Petróleo y política. Más tarde visitó al Papa Juan XXIII en Roma, continuando su periplo por Milán antes de proseguir después con su gira por Europa. En este año fue condecorado en Inglaterra con el título de Caballero de la Gran Cruz de la Orden de San Miguel y San Jorge, la mayor Orden en la escala de códigos de la Orden de San Miguel y San Jorge.
Cuando Frondizi ya llevaba dos años como jefe de estado argentino, Jânio Quadros fue elegido como presidente de Brasil. El 21 de abril de 1961 se entrevistaron ambos presidentes en Uruguayana, con la intención de que ambos países tuviesen una política común e hicieran proyectos económicos juntos. Pero los militares reaccionaron mal a esta entrevista, ya que Quadros se había entrevistado con el ministro de Industria cubano Ernesto Guevara (esta reunión con el «Che» llevaría al derrocamiento tanto del presidente brasileño, como del argentino). También se intentó crear una política internacional basada en los principios de la «no intervención» y autodeterminación de los pueblos. Incluso en la Conferencia de la Organización de Estados Americanos (OEA), reunida en Punta del Este en enero de 1961, el Canciller argentino Miguel Angel Cárcano se opuso a la exclusión de Cuba del sistema interamericano. Tras la conferencia, Frondizi recibió al representante cubano Ernesto Guevara en la residencia de Olivos.
En 1961, Frondizi viajó a Estados Unidos para lograr un compromiso de ayuda para el desarrollo de Latinoamérica.2 Con el mismo objetivo colaboró en la firma del Tratado de Montevideo que creó la ALALC (Asociación Latinoamericana de Libre Comercio) y apoyó la Alianza para el progreso enunciada por el presidente estadounidense, John Kennedy, en marzo de 1961.
«Un pueblo pobre y sin esperanzas no es un pueblo libre. Un país estancado y empobrecido no puede asegurar las instituciones democráticas. Por el contrario, es campo propicio para la anarquía y la dictadura».
Frondizi también dedicó su agenda a profundizar en las relaciones internacionales con países asiáticos, como el recibimiento de las visitas del presidente de Indonesia, Achmed Sukarno, y la canciller israelí Golda Meir, y su propia visita a la India, donde se entrevistó con el primer ministro Nehru. Uno de los objetivos buscados con estas reuniones era reforzar la posición internacional no alineada ante la Guerra Fría de Argentina. Otra de las visitas importantes de su período fue la que realizara el 17 de abril de 1961 el presidente italiano Giovanni Gronchi. También resolvió problemas fronterizos firmando varios acuerdos con Brasil.
A finales de 1952 se había localizado en Argentina al fugitivo criminal nazi Adolf Eichmann gracias a la información que había aportado un amigo del cazador de nazis austríaco de origen judío Simon Wiesenthal. Ante la dificultad de que Israel pudiese conseguir la extradición de Eichmann por parte de Argentina (con el consiguiente peligro de que el criminal huyese), se diseñó, por parte de los servicios secretos israelíes del Mosad, el secuestro del buscado criminal nazi con el firme apoyo del primer ministro israelí David Ben Gurion, violando así los tratados de asistencia consular y la soberanía nacional argentina.
El 1 de mayo de 1960 llegó de incógnito un grupo del Nokmin (Vengadores) del espionaje israelí en vuelo aéreo regular a Buenos Aires, dando así el inicio a la «Operación Garibaldi» (bautizada así por el nombre de la calle donde vivía Eichmann). Este equipo —dirigido y coordinado por los agentes israelíes Rafael Eitan y Peter Malkin— inició durante casi dos semanas la vigilancia sobre su objetivo.
Finalmente, el 11 de mayo de 1960 secuestraron a Eichmann en plena calle subiéndole a un auto particular cuando bajaba del colectivo para volver del trabajo a su casa. Después, los cuatro hombres del Servicio Secreto israelí lo trasladaron el 20 de mayo desde el Aeropuerto Internacional Ezeiza de Buenos Aires a Israel en un avión particular, con otra identidad y simulando que estaba ebrio.
Ante este secuestro, la cancillería, por medio del embajador Mario Amadeo, reclamó ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por la grave violación de la que fue objeto la propia soberanía del país argentino. Recibió apoyo del organismo internacional, pero Israel nunca tuvo intención de devolver al criminal nazi a Argentina. Los diplomáticos de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia intentaron formalizar una reunión entre el presidente Arturo Frondizi y David Ben Gurion para que ambos buscaran una solución al caso de Eichmann, y que no se rompieran por ello las relaciones diplomáticas entre Argentina e Israel. Después de varios contactos, se acordó que el encuentro entre ambos mandatarios se celebrase en Bruselas en junio de 1960, frustrándose finalmente tal reunión por los recelos que había entre la diplomacia de ambos países. Finalmente, Frondizi rompió relaciones diplomáticas con Israel, relaciones que habían sido establecidas hacía poco por el presidente Juan Domingo Perón. Poco tiempo después, Frondizi restableció de nuevo el vínculo con Israel.
El 11 de diciembre de 1961, Adolf Eichmann fue declarado culpable por crímenes contra la humanidad y el 15 de diciembre sentenciado a muerte, llevado a cabo el 31 de mayo de 1962. Sus últimas palabras fueron: «Larga vida a Alemania. Larga vida a Austria. Larga vida a Argentina. Estos son los países con los que más me identifico y nunca los voy a olvidar. Tuve que obedecer las reglas de la guerra y las de mi bandera. Estoy listo».
El 18 de agosto de 1961 visitó la Argentina por sólo tres horas el comandante Ernesto Guevara (curiosamente, esta sería la última vez que el «Che» visitara la Argentina). Para tal ocasión, era necesario traer al «Che» de la manera más secreta posible, ya que si los militares se enteraban de esta reunión, se acarrearía un gran problema político para el país. El elegido para llevar al líder cubano para su cita en Argentina fue el diputado Jorge Carretoni, quien tenía la orden de no volar en el mismo avión que el «Che» para no levantar sospechas.
Como él mismo había declarado:
«Mi instrucción establecía que Guevara debía viajar solo: entonces, cuando le extiendo la mano para despedirme en la escalerilla del avión, Guevara me responde:
— ¿Usted no viaja?
— No. Ésas son mis instrucciones.
— Entonces yo tampoco viajo.
Y dando media vuelta se alejó, temiendo seguramente que se tratase de alguna trampa tendida por la CIA o por algún otro enemigo. Recordaría que su gran amigo Camilo Cienfuegos había muerto en un sospechoso accidente aéreo. Yo sentí que el mundo se derrumbaba y que la trabajosa operación estaba a punto de fracasar, por lo que opté por transgredir mis instrucciones y subir al avión».
El Piper (avión utilizado para esta misión) llegó y aterrizó en tierra argentina, en el aeropuerto de la localidad de don Torcuato. El «Che» viajó en auto hasta la Quinta Presidencial de Olivos, y enseguida fue recibido por el Presidente; lo primero que hicieron fue encerrarse en un pequeño salón para hablar. Esta reunión solo duró tres horas.
Ernesto Guevara había venido para representar al Ministerio de Industria de la delegación cubana a la IV Conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social de la OEA, realizada en Punta del Este. Pese a que la reunión fue lo más secreta posible, fue inevitable que las fuerzas armadas se enterasen.
Aunque en aquella reunión no había habido mucho tiempo para hablar, durante la misma el «Che» mantuvo su típica postura anti-estadounidense, y también su opinión de que un país no debiera contar con ayuda económica de Estados Unidos, argumentando que los Estados Unidos siempre ganarían, a través de su prestación económica, enorme influencia política en el país afectado. El presidente Frondizi expresó, por otra parte, su preocupación por el camino que estaba tomando la política de Cuba hacia el socialismo, y también le confesó al «Che» que tenía preocupaciones de que Cuba ingresase en el Pacto de Varsovia. Sin embargo, el «Che» lo tranquilizó informándole de que eso no iba a convertirse en realidad.
La reunión de Frondizi con el «Che» provocó la renuncia del ministro de Relaciones Exteriores y Culto Adolfo Mugica, hecha veinte días después de concretarse esta reunión, el 29 de agosto de 1961. La actitud de Frondizi ante la Revolución Cubana de 1959, junto con la visita de Fidel Castro y, más tarde, la del «Che» Guevara en la Argentina, hizo que se volviese más tensa la relación que el gobierno tenía con los militares argentinos, sobre todo teniendo en cuenta la visita que el «Che» había efectuado en el país en secreto. Frondizi también tenía buenas relaciones con el presidente estadounidense John F. Kennedy. Quiso que Argentina fuese el mediador entre Estados Unidos y Cuba, ya que estos dos países vivían un conflicto muy grave motivado por el temor de Estados Unidos a que Cuba pudiese tener a su disposición armas nucleares provenientes de la Unión Soviética apuntando hacia su territorio. A este incidente se le conoció también como la «crisis de los misiles».
El ejército protestó formalmente ante estas reuniones con los líderes cubanos, y presionó al presidente para cambiar su política con respecto a Cuba. Exiliados cubanos en Buenos Aires intentaron fraguar documentos con la intención de implicar a miembros del gobierno en un supuesto complot castrista. Frondizi ordenó una investigación, y hasta el propio informe del ejército, el famoso caso de «las cartas cubanas», no era, aparentemente, más que una mentira. El poder ejecutivo designó a veintiún peritos calígrafos tanto del Estado como privados para que investigaran la autenticidad de estos documentos. Estos calígrafos dictaminaron que los documentos eran burdas falsificaciones, ya que en el texto se encontraban modismos no propios de Cuba, sellos diferentes y firmas que diferían mucho de las originales (evidentemente calcadas). Nunca se supo quién falsificó estos documentos.
Una vez que se descubrió la reunión entre el Presidente y el «Che», Frondizi dijo:
«Solamente los débiles eluden la confrontación con hombres que no piensan como ellos. Ninguno de los estadistas de las grandes naciones occidentales rehúsan hablar con los dirigentes de los países comunistas. Nosotros no queríamos ser jamás gobernantes de un pueblo que tiene miedo de confrontar sus ideas con otras ideas»
Se pusieron en marcha grandes proyectos hidroeléctricos, como el Chocón y la represa hidroeléctrica Cerros Colorados, para dar al país energía limpia. También se dio un gran apoyo a la industria agropecuaria, fomentando la utilización de maquinarias en el campo, gracias a una política activa de producción de este tipo de maquinaria.
Se fundó Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (o por sus iniciales SEGBA), una empresa pública encargada de la producción, distribución y la comercialización de la energía eléctrica.
Aunque la política del gobierno de Frondizi se había enfocado sobre todo en el desarrollo de la actividad industrial del país, no por ello se dejó de atender al sector agro, cuya actividad había representado una fuente importante de divisas para la economía argentina de entonces. Así, y gracias al desarrollo de la industria siderúrgica y petroquímica, que impulsaría la tecnificación y la provisión de la maquinaria, los fertilizantes y los plaguicidas necesarios, se llegó a incrementar la producción de la industria agropecuaria nacional. En todo este proceso hubo tres factores esenciales: la mayor disponibilidad de crédito a tasas viables; las mayores facilidades impositivas; y la participación del capital privado. Para dar un ejemplo de todo esto, en 1957, antes de que asumiera Frondizi su cargo presidencial, en Argentina se vendían seis mil tractores. En el último año de su mandato, la venta anual de tractores subió hasta las veinte mil unidades, resultado del crecimiento del sector del agro.
Desde el primer gobierno de Juan Domingo Perón se venían probando distintos tipos de propulsores para realizar lanzamientos de cohetes manufacturados íntegramente en Argentina. Sin embargo, a lo largo de toda la década de 1950 las actividades se estancaron. A partir del gobierno de Frondizi, se retomaron los experimentos, primero se comenzó a desarrollar en diciembre de 1959 motores a propulsante sólido. Mediante el decreto n.º 1164 de el 28 de enero de 1960 se dio inició a la CNIE, primer organismo para hacerse cargo de las tripulaciones de cohetes. Se designó al ingeniero Teófilo Tabanera como Presidente, y en el 27 de junio del año siguiente el Poder Ejecutivo creó el Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados (bajo las siglas CELPA).
El primer lanzamiento de una aeronave construida íntegramente en Argentina se produjo el 2 de febrero de 1961, cuando desde la localidad de Santo Tomás en Pampa de Achala, provincia de Córdoba, despegó el APEX A1-02 Alfa Centauro.70 El Comodoro Aldo Zeoli fue quien realizo el conteo y oprimió el botón de emisión. En el sitio, había aproximadamente unos 30 hombres, entre civiles y militares, además de un fotógrafo reportero del Diario Clarín.
Inicialmente el gobierno de Frondizi derogó varios instrumentos de represión contra el peronismo y el movimiento obrero. En esa línea, el 26 de junio de 1958, el Congreso Nacional derogó el Decreto Ley 4161/56 sancionado por la dictadura para prohibir al peronismo, y sancionó una ley de amnistía que dejó en libertad a los miles de peronistas y sindicalistas encarcelados por la Revolución Libertadora. También derogó la Ley de Residencia Nº 4144, dictada en 1902, que el sindicalismo argentino venía denunciando desde su misma sanción.
Sin embargo, su política económica y educativa generaron gran resistencia entre los sindicatos y el movimiento estudiantil, como las grandes huelgas de los trabajadores petroleros, ferroviarios, de la carne, bancarios y metalúrgicos, y las grandes movilizaciones obrero-estudiantiles, organizadas por la FUA contra las universidades privadas conocidas por uno de sus eslóganes, «Laica o libre».
En 1958, a poco de asumir como presidente de la Nación, Arturo Frondizi dictó el decreto secreto 9880/1958, del 14 de noviembre, que permitía al presidente declarar el «Estado Conintes» (Conmoción Interna del Estado), que ya había sido utilizado el 16 de septiembre de 1955 por un decreto suscripto por Juan Domingo Perón,74 restringiendo la vigencia de los derechos y garantías constitucionales y habilitando la militarización de la sociedad y la declaración del estado de sitio.34 El Plan Conintes de Frondizi permitía declarar zonas militarizadas a los principales centros o ciudades industriales como La Plata, y autorizaba a las Fuerzas Armadas a realizar allanamientos y detenciones (en las cuales se interrogaban a sindicalistas y peronistas) sin cumplir las normas constitucionales. Además, durante el «Estado Conintes» se declararon ilegales las huelgas y manifestaciones.
El 12 de marzo de 1960 se produjo un atentado terrorista mediante la colocación de una bomba en el domicilio particular del capitán del Ejército David René Cabrera, en el que resultó muerta su hija de 2 años y con heridas graves su hijo de 6 años, al derrumbarse prácticamente toda la vivienda. El hecho, que fue realizado por indicación del dirigente de la resistencia peronista Alberto Manuel Campos, fue uno de los 1566 atentados realizados durante el gobierno de Frondizi8 y determinó que en la reunión entre el Presidente y los comandantes de las tres armas del 14 de marzo se dispusiera poner en ejecución el plan Conintes. En un principio los militares requerían otras medidas, como la ley marcial, la cual conllevaba la posibilidad de aplicar la pena de muerte. El general Toranzo Montero le había dicho al presidente: «(...) y con expresa constancia de fusilar a todo aquel que sea descubierto in fraganti. La ley marcial, de esta manera, va a limitar el terrorismo». Para evitar esto, Frondizi dio ejecución por segunda vez el Plan CONINTES. Así fue que el 14 de marzo de 1960, con el fin de reprimir las huelgas y protestas estudiantiles, el presidente Frondizi aplicó otra vez el Plan CONINTES y declaró a todo el país en «estado de conmoción interior del Estado».
Bajo el Estado Conintes, el gobierno de Frondizi detuvo a cientos de opositores, sindicalistas y activistas estudiantiles; a estos presos se los llamó «presos Conintes». También intervino a los sindicatos. Para concentrar a los detenidos, Frondizi habilitó las prisiones militares de Magdalena y Punta del Indio, y reabrió la cárcel inhumana de Tierra del Fuego, instalada en la Isla de los Estados, que Perón había clausurado en 1947. Algunos de los presos famosos de ese momento fueron el comunista Rubens Íscaro, los peronistas Andrés Framini y José Ignacio Rucci, y el folclorista paraguayo José Asunción Flores.
Recién el 2 de agosto de 1961, Frondizi dio por terminado el Estado Conintes. En 1962 volvió a declararse al país en Estado Conintes durante varios meses. El Plan era preventivo y no aplicaba penas posteriormente a que se diera por finalizado.
El gobierno de Frondizi estuvo sumamente restringido por el poder militar, sufriendo veintiséis asonadas militares y seis intentos de golpe de estado.
Con la renuncia de Alsogaray en 1961, con los paros de empleados públicos, obreros y sindicatos en la oposición, ante elecciones cada vez más próximas, Frondizi decidió a dar un vuelco y anular la ilegalización del peronismo, dispuesta por la dictadura militar en 1955. En las elecciones de 1962 el peronismo ganó la gobernación de diez de las catorce provincias, incluida la poderosa Provincia de Buenos Aires, donde triunfó el combativo dirigente sindical textil Andrés Framini. Los militares querían que el Presidente anulara las elecciones para que el peronismo no tuviera así ningún diputado ni senador en el Congreso; para evitar esto, Frondizi intentó realizar una maniobra e intervino en ocho provincias, con la idea de quitar los gobernadores peronistas electos, pero no anular las elecciones, como le exigían los militares. De este modo, no pudo evitar el golpe militar que lo derrocó pocos días después. El 29 de marzo fue detenido por miembros de las Fuerzas Armadas y fue recluido en la Isla Martín García.
Cuando Frondizi atendió el teléfono aproximadamente a las dos y media de la mañana, del otro lado estaba Clement, su Secretario de Marina, quien le informó: «Señor presidente, quiero comunicarle que se ha resuelto su destitución y vamos a detenerlo. Lo siento mucho, pero yo no puedo hacer nada y dentro de un rato lo va a visitar el jefe de la casa militar. Se lo anticipo por si tiene que hacer algún preparativo». Frondizi respondió: «No, muchas gracias».
Frondizi, sin embargo, detenido por los militares, se negó a renunciar diciendo una frase que se ha vuelto célebre en la historia argentina:
«No renunciaré, no me suicidaré, no me iré del país».
La negativa del presidente Frondizi a renunciar ante los militares golpistas extendió el golpe en tratativas y conciliábulos entre los conspiradores. Ello agotó a los golpistas y permitió una especie de golpe civil dentro del golpe militar, por el cual algunos miembros de la Corte Suprema urdieron una ingeniosa maniobra, tomándole juramento como «presidente provisional» al senador radical intransigente José María Guido, quien era presidente provisional del Senado. Al día siguiente, se produjo una situación con ribetes tragicómicos, cuando los militares golpistas, luego de dormir para recuperarse de la larga jornada del día anterior, concurrieron a la Casa Rosada para asumir el mando, siendo informados por los periodistas allí asignados que el país ya tenía otro presidente que había jurado esa mañana. Incrédulos, los conspiradores volvieron a debatir cómo concretar el golpe y decidieron finalmente tomarle un «examen» al nuevo «presidente», quien se comprometió a obedecer a los militares. Dicha entrevista entre los militares golpistas y el «presidente» Guido, fue registrada en un acta.
GOBIERNO DE GUIDO
Siendo presidente del Senado, por Río Negro, José María Guido obtuvo el cargo de presidente provisional de la Nación luego del golpe de estado que derroca a Arturo Frondizi, basándose en la Ley 252 sobre acefalía del Poder Ejecutivo, para impedir que un militar ejerciera el cargo.
Designó un equipo económico liberal (con figuras como Federico Pinedo y José Alfredo Martínez de Hoz).
Poco después (24 de julio) dictó un Estatuto de los Partidos Políticos que sirvió de instrumento para no legalizar al peronismo.
Su breve mandato estuvo marcado por los enfrentamientos armados entre facciones militares opuestas (azules versus colorados). Su gobierno sobrevivió a varias sublevaciones de las tres fuerzas armadas.
El 20 de abril de 1962, el jefe de la Guarnición de Campo de Mayo, Enrique Rauch, perteneciente a la línea nacionalista del Ejército, se subleva y exige la renuncia del Comandante en Jefe del Ejército, Teniente General Raúl Alejandro Poggi y del Ministro de Ejército, General de División Marino Carreras. Sin embargo, el 22 de abril, Guido logra llegar a un acuerdo entre las partes antes de que comenzaran las hostilidades: Rauch, Poggi y Carreras pasaron a situación de retiro efectivo. El cargo de Ministro de Ejército queda en manos del General de Brigada Juan Bautista Loza, asumió el 23 de abril e interinamente ejerció el cargo de Comandante en Jefe hasta el nombramiento de Juan Carlos Lorio el 14 de agosto en éste último cargo.
El 20 de septiembre de 1962, el Comandante en Jefe del Ejército Argentino, el General de Brigada Juan Carlos Lorio se sublevó e intentó deponer a Guido y pasar a retiro a varios oficiales de su arma pero fracasó y Lorio fue relevado de su cargo por Juan Carlos Onganía.
El 11 de diciembre de ese año también se sublevó el Brigadier General Cayo Alsina, comandante de la Fuerza Aérea Argentina, sin embargo dicho alzamiento fue desbaratado y Alsina fue reemplazado por Carlos Armanini.
La última asonada contra su gobierno la llevó a cabo la Armada Argentina el 1 de abril de 1963, fue encabezada por el Almirante Jorge Palma y contaba con el apoyo del titular de la marina, Vicealmirante Enrique Grünwaldt. Sin embargo, este acto de insurrección corrió la misma suerte que los otros dos anteriormente mencionados, por lo que los cabecillas de esta asonada fueron arrestados y el nuevo jefe de la fuerza naval fue Eladio Vázquez.
Finalmente en 1963 volvió a convocar a elecciones limitadas, con proscripción del peronismo, en las que resultó elegido presidente Arturo Illia de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), que asumió el poder el 12 de octubre de 1963, saliendo segundo el voto en blanco que muchos peronistas utilizaron como forma de protesta. El Presidente Illia también sería a su vez derrocado por un golpe militar el 28 de junio de 1966.
GOBIERNO DE ILLIA
Arturo Illia asumió el 12 de octubre de 1963. Su primer acto de gobierno consistió en eliminar las restricciones que pesaban sobre el peronismo. Desde la Revolución Libertadora las manifestaciones de ese partido estaban prohibidas por el Decreto 4161/56, sin embargo cinco días luego de que Illia asumiera el gobierno se realizó un acto conmemorativo por el 17 de octubre en Plaza Miserere sin limitación alguna. De la misma manera se levantaron las restricciones electorales, habilitando la participación del peronismo en los comicios legislativos del año 1965. También se levantó la prohibición que pesaba sobre el Partido Comunista y se promulgaron penalidades a la discriminación y violencia racial.
Arturo Frondizi había iniciado en su gobierno una política de explotación petrolera basada en la locación de obras de los yacimientos a empresas privadas reservando a la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) la actividad de exploración y la compra de la producción a las empresas concesionarias. A las objeciones de carácter económico y comercial (como el traslado del riesgo empresario a YPF que debía realizar la inversión en nuevas exploraciones, o el aumento de los precios de los combustibles), la plataforma electoral de Illia denunciaba la política por ser consideradas concesiones y no locaciones. Además por considerarla contraria a los intereses nacionales se comprometió a anular los contratos de concesión.
El 15 de noviembre de 1963 Illia firmó los Decretos 744/63 y 745/63 que anulaban dichos contratos por "vicios de ilegitimidad y ser dañosos a los derechos e intereses de la Nación". Esto lejos de beneficiar al gobierno lo dejaría con mala fama internacional y sumaria nuevas fuerzas, esta vez internacionales y muy poderosas, a la coalición que lo derrocaría.
El 15 de junio de 1964 se publica en el Boletín Oficial la Ley 16.459, del salario mínimo, vital y móvil, previa a la constitución del Consejo del Salario, integrado por representantes del Gobierno, los empresarios y los sindicatos.
Entre los objetivos del proyecto figuraban la necesidad de "evitar la explotación de los trabajadores en aquellos sectores en los cuales puede existir un exceso de mano de obra", "asegurar un ingreso mínimo adecuado" y "mejorar los salarios de los trabajadores más pobres".
Con los mismos objetivos, se promovió la Ley de Abastecimiento, destinada a controlar los precios de la canasta familiar y la fijación de montos mínimos de jubilaciones y pensiones.
La Ley 16.462, también llamada Ley Oñativia en homenaje al Ministro de Salud Arturo Oñativia, fue aprobada por todos los bloques, excepto UDELPA y la Federación de Partidos del Centro, y sancionada el 28 de agosto de 1964. Establecía una política de precios y de control de medicamentos, congelando los precios a los vigentes a fines de 1963, fijando límites para los gastos de publicidad, imponiendo límites a la posibilidad de realizar pagos al exterior en concepto de regalías y de compra de insumos. La reglamentación de la Ley mediante el Decreto 3042/65 fijaba además la obligación para las empresas de presentar mediante declaración jurada un análisis de costos y a formalizar todos los contratos de regalías existentes.
Esta ley surge, a partir de un estudio realizado por una comisión creada por el Presidente Illia sobre 300.000 muestras de medicamentos. Muchos de estos medicamentos no eran fabricados con la fórmula declarada por el laboratorio y su precio excedía en un 1000% al costo de producción.
Partidarios, opositores y observadores imparciales coincidieron en que esta política tuvo un peso decisivo en el proceso político que culminara con el derrocamiento del presidente a manos de un golpe militar.
La ley 15.437, pensada junto al entonces ministro de hacienda Jonatan O. Huesca fue uno de los aciertos del presidente, ya que establecía que los productores de hacienda, ya sea de ganado ovino, bovino, vacuno o porcino tenían la oportunidad de solicitar un préstamo al gobierno para incentivar las inversiones en su producción, así, la ganadería comenzó a surgir de entre las cenizas.
Durante su gestión de gobierno, la educación tuvo un peso significativo en el Presupuesto Nacional. En el año 1963, su participación era del 12%, en el año 1964, del 17%, en el año 1965, del 23%.
El 5 de noviembre de 1964 se pone en marcha el Plan Nacional de Alfabetización, con el objetivo de disminuir la tasa de analfabetismo que para la época se estimaba en poco más del 10% de la población adulta. En junio de 1965 el Programa contaba con doce mil quinientos centros de alfabetización y su tarea alcanzaba a trescientos cincuenta mil alumnos de dieciocho a ochenta y cinco años de edad.
Entre 1963 y 1966 se graduaron de la UBA 40.000 alumnos, cifra más alta en toda la historia de la casa de estudios.
En materia económica, el gobierno de Arturo Illia tuvo una política de ordenamiento del sector público, de disminución de la deuda pública y de impulso a la industrialización. Se creó la Sindicatura de Empresas del Estado, para un control más eficaz de las empresas públicas.
La evolución del Producto Bruto Interno durante ese período fue del -2,4% para el año 1963, del 10,3% para el año 1964 y del 9,1% para el año 1965. La evolución del Producto Bruto Industrial fue del -4,1% para el año 1963, del 18,9% para el año 1964 y del 13,8% para el año 1965. La deuda externa disminuyó de 3.400 millones de dólares a 2.600 millones.
El salario real horario creció entre diciembre de 1963 y diciembre de 1964 un 9,6%. La desocupación pasó de 8,8% en 1963 a 5,2% en 1966.
El 28 de junio de 1966, en una fría mañana de invierno se produjo el golpe militar en medio de la indiferencia de la ciudadanía. El General de División Julio Rodolfo Alsogaray, Jefe de la Casa Militar Brigadier Rodolfo Pío Otero, el coronel Luis Perlinger y un grupo de oficiales se presentaron en el despacho presidencial para solicitarle a Illia el retiro de la Casa de Gobierno, asegurándole en todo momento su integridad física. Éste se negó rotundamente y luego de una fuerte discusión donde manifestó "El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas soy yo" los militares tuvieron que abandonar el despacho. Ante la fuerte negativa los efectivos policiales ingresaron con pistolas lanzagases, mientras que las tropas rodearon por completo la Casa Rosada. Perlinger volvió a solicitar al presidente que se retire, caso contrario no podía garantizar la seguridad de las personas que lo acompañaban. Ante esta situación Illia optó por dejar el lugar. Rodeado por sus colaboradores bajó por la escalera hasta la planta baja, cruzó por la entrada y se dirigió a la calle, y como no disponía de vehículo porque lo vendió durante su presidencia abandonó el lugar en un taxi que lo llevó a la casa de su hermano en Martínez. Al día siguiente asumió Onganía, autodenominando al golpe «Revolución Argentina».
LA DENOMINADA “REVOLUCIÓN ARGENTINA” Y LA “FUGA DE CEREBROS”
El período comprende desde el Golpe de Estado que derrocó a Illia y las presidencias de los militares Onganía (1966-1970), Levingnston (1970-1971) y Lanusse (1971-1972), culminando con la salida democrática y el retorno del peronismo al poder.
Artículo:
29 de julio de 1966 - La noche de los bastones largos
Carta de Warren A. Ambrose a The New York Times
El 29 de julio de 1966, las universidades nacionales fueron intervenidas y ocupadas militarmente en el episodio que se conoce como la “noche de los bastones largos”. Cientos de profesores, alumnos y no docentes que ocupaban varios de los edificios de las facultades de Buenos Aires en defensa de la autonomía universitaria y la libertad de cátedra fueron salvajemente golpeados por miembros de la Guardia de Infantería de la Policía Federal, enviados por Onganía, quien decretó la intervención a las universidades nacionales y la “depuración” académica, es decir, la expulsión de las casas de altos estudios a los profesores opositores, sin importar su nivel académico.  La consecuencia de esta noche negra para la cultura nacional fue el despido y la renuncia de 700 de los mejores profesores de las universidades argentinas, que continuaron sus brillantes carreras en el exterior. A continuación transcribimos una carta del profesor Warren A. Ambrose, Profesor de Matemáticas en Massachussets Institute of Technology (MIT) y en la Universidad Nacional de Buenos Aires, publicada en la sección carta de lectores de The New York Times, el 3 de agosto de 1966.
Carta del profesor Warren A. Ambrose
Buenos Aires, Argentina, 30 de julio de 1966
Estimados señores:
Quisiera describirles un brutal incidente ocurrido anoche en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y pedir que los lectores interesados envíen telegramas de protesta al presidente Onganía.
Ayer el Gobierno emitió una ley suprimiendo la autonomía de la Universidad de Buenos Aires y colocándola (por primera vez) bajo la jurisdicción del Ministerio de Educación. El Gobierno disolvió los Consejos Superiores y Directivos de las universidades y decidió que de ahora en adelante la Universidad estaría controlada por los Decanos y el Rector, que funcionarían a las órdenes del Ministerio de Educación. A los Decanos y al Rector se les dio 48 horas de plazo para aceptar esto. Pero los Decanos y el Rector emitieron una declaración en la cual se negaban a aceptar la supresión de la autonomía universitaria.
Anoche a las 22, el Decano de la Facultad de Ciencias, Dr. Rolando García (un meteorólogo de fama que ha sido profesor de la Universidad de California en Los Ángeles), convocó a una reunión del Consejo Directivo, de la Facultad de Ciencias (compuesto de profesores, graduados y estudiantes, con mayoría de profesores) e invitó a algunos otros profesores (entre los que me incluyo), a asistir al mismo. El objetivo de la reunión era asistir al mismo. El objetivo de la reunión era informar a los presentes sobre la decisión tomada por el Rector y los Decanos, y proponer una ratificación de la misma. Dicha ratificación fue aprobada por 14 votos a favor, con una abstención (proveniente de un representante estudiantil).
Luego de la votación, hubo un rumor de que la policía se dirigía hacia la Facultad de Ciencias con el propósito de entrar, que en breve plazo resultó cierto. La policía llegó y sin ninguna formalidad exigió la evacuación total del edificio, anunciando que entraría por la fuerza al cabo de 20 minutos (las puertas de la Facultad habían sido cerradas como símbolo de resistencia –aparte de esta medida no hubo resistencia). En el interior del edificio la gente (entre quienes me encontraba) permaneció inmóvil, a la expectativa. Había alrededor de 300, de los cuales 20 eran profesores y el resto estudiantes y docentes auxiliares. (Es común allí que esa hora de la noche haya mucha gente en la Facultad porque hay clases nocturnas, pero creo que la mayoría se quedó para expresar su solidaridad con la Universidad).
Entonces entró la policía. Me han dicho que tuvieron que forzar las puertas, pero lo primero que escuché fueron bombas, que resultaron ser gases lacrimógenos. Al poco tiempo estábamos todos llorando bajo los efectos de los gases. Luego llegaron soldados que nos ordenaron, a los gritos, pasar a una de las aulas grandes, donde nos hizo permanecer de pie, con los brazos en alto, contra una pared. El procedimiento para que hiciéramos eso fue gritarnos y pegarnos con palos. Los golpes se distribuían al azar y yo vi golpear intencionalmente a una mujer –todo esto sin ninguna provocación. Estoy completamente seguro de que ninguno de nosotros estaba armado, nadie ofreció resistencia y todo el mundo (entre quienes me incluyo) estaba asustado y no tenía la menor intención de resistir. Estábamos todos de pie contra la pared –rodeados por soldados con pistolas, todos gritando brutalmente (evidentemente estimulados por lo que estaban haciendo –se diría que estaban emocionalmente preparados para ejercer violencia sobre nosotros). Luego, a los alaridos, nos agarraron a uno por uno y nos empujaron hacia la salida del edificio. Pero nos hicieron pasar entre una doble fila de soldados, colocados a una distancia de diez pies entre sí, que nos pegaban con palos o culatas de rifles y que nos pateaban rudamente en cualquier parte del cuerpo que pudieran alcanzar. Nos mantuvieron incluso a suficiente distancia uno de otro de modo que cada soldado pudiera golpear a cada uno de nosotros. Debo agregar que los soldados pegaron tan brutalmente como les era posible y yo (como todos los demás) fui golpeado en la cabeza, en el cuerpo,  y en donde pudieron alcanzarme. Esta humillación fue sufrida por todos nosotros –mujeres, profesores distinguidos, el Decano y Vicedecano de la Facultad, auxiliares docentes y estudiantes. Hoy tengo el cuerpo dolorido por los golpes recibidos pero otros, menos afortunados que yo, han sido seriamente lastimados. El profesor Carlos Varsavsky, director del nuevo Radioobservatorio de La Plata, recibió serias heridas en la cabeza, un ex secretario de la Facultad (Simón) de 70 años de edad fue gravemente lastimado, como asimismo Félix González  Bonorino, el geólogo más eminente del país.
Después de esto, fuimos llevados a la comisaría seccional en camiones, donde nos retuvieron un cierto tiempo, después del cual los profesores fuimos dejados en libertad sin ninguna explicación. Según mi conocimiento, los estudiantes siguen presos. A mí me pusieron en libertad alrededor de las 3 de la mañana, de modo que estuve con la policía alrededor de cuatro horas.
No tengo conocimiento de que se haya ofrecido ninguna explicación por este comportamiento. Parece simplemente reflejar el odio para mí incomprensible, ya que a mi juicio constituyen un magnífico grupo, que han estado tratando de construir una atmósfera universitaria similar a la de las universidades norteamericanas. Esta conducta del Gobierno, a mi juicio, va a retrasar seriamente el desarrollo del país, por muchas razones entre las cuales se cuenta el hecho de que muchos de los mejores profesores se van a ir del país.
Atentamente,
Warren Ambrose
Profesor de Matemáticas en
Massachussets Institute of Technology
y en la Universidad Nacional de Buenos Aires
LA REVOLUCIÓN ARGENTINA
El gobierno de Illia fue blanco de las críticas de muchos sectores, incluido el periodismo, que recurrió a la imagen de una tortuga para caracterizar la gestión del Presidente como timorata y falta de energía. Simultáneamente se resaltaba la personalidad de los militares, especialmente del general Juan Carlos Onganía, contraponiéndolo con la imagen de los políticos, alentándolos a intervenir como "salvaguarda de la Patria". El 28 de junio de 1966, la junta militar integrada por el teniente general Pascual Pistarini, el almirante Benigno Ignacio Varela y el brigadier general Adolfo Teodoro Álvarez, designan a Juan Carlos Onganía como presidente de la Nación Argentina. El mismo Juan Domingo Perón aplaudió el golpe desde Madrid, subrayando que el golpe de estado era "la única salida para acabar con el régimen corrupto que imperó en Argentina en los últimos tres años".
Finalmente para entonces, Estados Unidos, en el marco de la Guerra Fría, ya comenzaba a mover abiertamente la guerra sucia y la instalación de dictaduras militares permanentes en América Latina, impulsadas desde la Escuela de las Américas instalada en Panamá, dentro de la llamada "doctrina de seguridad nacional". Como primer paso de ese camino, las Fuerzas Armadas habían instalado en 1964 un gobierno militar permanente en Brasil al revocar al presidente João Goulart (Jango).
La confección del golpe que luego llevaría al poder a Onganía corrió por cuenta del Comandante del Primer Cuerpo del Ejército y posterior titular del Ejército, General de División Julio Alsogaray, con la anuencia del por entonces Comandante en Jefe del Ejército Argentino Teniente General Pascual Pistarini.
Las filas castrenses adherían a la doctrina de seguridad nacional, por medio de la cual las Fuerzas Armadas argentinas aseguraban defender valores nacionales de la agresión marxista, en forma de guerrilla y que se volvía xenofóbica mundialmente. De esta manera empezó la conspiración para tomar el poder y llevar el fin del incipiente comunismo.
El gobierno de Arturo Illia debió afrontar la debilidad derivada de haber sido elegido en elecciones en las que el peronismo estuvo proscripto, por lo que una gran parte del electorado votó en blanco en un 19,72% y ganó por minoría. Si bien tenía la mayoría en el Senado, en Diputados era inferior.
La falta de reconocimiento de legitimidad al gobierno de Illia por parte de los simpatizantes peronistas se vio agravada por un plan de lucha del movimiento obrero, afectado por la decisión del gobierno de sancionar modificaciones a la legislación sindical sin consultar a los sindicatos y tratar de dividirlo internamente para debilitar su monopolio de poder. Esto erosionó el frágil orden constitucional.
En el año 1965 el gobierno convocó a elecciones legislativas eliminando todas las restricciones que pesaban sobre el peronismo en la etapa previa. En un intento de lograr legitimidad y poder la UCRP, mediante el aprovechamiento de la escisión que sufría el peronismo con Augusto Vandor, se propuso ganarle al peronismo para constituirse en el partido más fuerte. El peronismo presentó sus propias listas de candidatos y triunfó ampliamente en las elecciones con 3.278.434 votos contra 2.734.970 de la Unión Cívica Radical del Pueblo. El triunfo del peronismo agitó la situación interna de las Fuerzas Armadas. El descontento militar se combinó con una fuerte campaña de desprestigio, impulsada por sectores económicos conservadores que criticaban duramente ciertas políticas del gobierno radical, como la Ley de Medicamentos (Ley Oñativia), la política petrolera y cierta autonomía respecto a la posición de los Estados Unidos en política internacional.
Existía fuerte apoyo al golpe desde sectores de la ciudadanía como la prensa conservadora, que hizo ver a su gestión de lenta e ineficiente y llegando a caricatutizarlo como una tortuga; un poder económico irritado por las medidas en los medicamentos y contratos petroleros; una mayoría de partidos políticos en oposición, excepto el radicalismo, el comunismo y los socialistas. También pesaba un considerable sector del movimiento sindical. Ante la presión de todas estas fuerzas sobre el gobierno, consiguieron debilitarlo y derrumbarlo en la opinión pública. El general «azul» empezó a verse como la «única vía para garantizar orden y autoridad». Toda esta coalición confió en el ejército para la "modernización y organización del país".
El 28 de junio de 1966 a partir de la hora 3.15 a.m. se produjo el golpe militar en medio de la indiferencia de la ciudadanía. El general Alsogaray se presentó a las 5 de ese día en el despacho presidencial e "invitó a retirarse" al Presidente. Éste se negó inicialmente, pero a las 19:20, al ver el despacho invadido por efectivos policiales con pistolas lanzagases y rodeada la Casa Rosada por las tropas, Illia optó por abandonar el sitio. Al día siguiente asumió Onganía.
GOBIERNO DE ONGANÍA
Luego del golpe, recién asumido como presidente, comunicaba a la población:
"Argentinos, he asumido el cargo de Presidente de la Nación que las Fuerzas Armadas han coincidido en conferirme, con brevedad de la circunstancia nacional que nos impone obligaciones inexcusables. Acepto ésta responsabilidad excepcional persuadido de que es menester producir en la República un cambio fundamental, una verdadera revolución que devuelva a nuestros argentinos su fe, su confianza y su orgullo".
Onganía nombró como su ministro de economía a Adalbert Krieger Vasena, quien revocó las medidas de nacionalización y control de capitales del gobierno de Illia, y contuvo la inflación congelando los salarios y devaluando un 40% la moneda nacional. Se alejó, sin embargo, de la ortodoxia liberal afrontando obras públicas, con lo que mantuvo el ritmo de la actividad industrial. La participación de los salarios en la renta nacional estuvo cercana al 43% durante el período 1967-1969. Las exportaciones se mantuvieron altas, pero el sector agrario fue perjudicado por la devaluación y por el aumento de los porcentajes de retención a las exportaciones, así como por la supresión de las medidas de protección. En lo laboral se sancionó una ley de arbitraje obligatorio, que condicionó la posibilidad de hacer huelga.
Durante su gobierno desarrolló la teoría de la necesidad de atender primero el 'tiempo económico' sobre el 'tiempo social' y el 'tiempo político'. Onganía intentó mantener la participación de los distintos sectores del país en su gobierno mediante la formación de comités consultivos en áreas específicas de la política agraria, industrial y económica. Esta medida recibió fuertes críticas de los sectores más conservadores del ejército; sumado al disenso entre los generales, el asesinato del teniente general Pedro Eugenio Aramburu en 1970 terminó con los días de Onganía frente al Poder Ejecutivo.
Un mes después del golpe de estado, las universidades públicas argentinas estaban entonces organizadas de acuerdo a los principios de la Reforma Universitaria, que establecían la autonomía universitaria del poder político y el cogobierno tripartito de estudiantes, docentes y graduados.
El estallido ocurrió el 28 de julio de 1966 cuando estudiantes y docentes manifestaban en la Universidad. La represión fue particularmente violenta en las facultades de Ciencias Exactas y Naturales y de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
La policía tenía órdenes de reprimir duramente. El nombre proviene de los bastones largos usados por la policía para golpear con dureza a las autoridades universitarias, los estudiantes, los profesores y los graduados, cuando los hicieron pasar por una doble fila al salir de los edificios, luego de ser detenidos.
Fueron detenidas 400 personas y destruidos laboratorios y bibliotecas universitarias. Como resultado de esta política represiva, cientos de científicos e investigadores se exiliaron, lo que constituyó una significativa "fuga de cerebros".
El gobierno de Onganía prohibió las representaciones del ballet El mandarín maravilloso de Béla Bartók y de La consagración de la primavera de Igor Stravinsky y posteriormente el estreno argentino en el Teatro Colón de la ópera de Alberto Ginastera y Manuel Mujica Láinez, Bomarzo, que venía de estrenarse en Washington. La censura se extendió al cine con la prohibición de Blow Up de Michelangelo Antonioni y de espectáculos teatrales en el Instituto Di Tella entre otros.
En junio de 1969 renunció el gabinete en pleno. El nuevo ministro de economía convocó a paritarias para descomprimir la presión laboral, pero las aguas siguieron revueltas. Conflictos gremiales, paros activos, y puebladas como el cordobazo se manifestaban en todo el país. También empezaban a surgir las guerrillas urbanas como el ERP y Montoneros.6 En una reunión con los altos mandos castrenses fue consultado por los plazos estimados para la concreción de su mandato y el general respondió:
«Es un proceso muy largo. No se puede reestructurar la sociedad en 10 o 20 años».
Muchos hicieron cuentas rápidas y pensaron en 1990, pero Onganía fue más lejos diciendo:
«Si es preciso se debe modificar la constitución, se debía pensar en un período transcurrido entre la Revolución de Mayo y la sanción de la constitución Argentina, lo que es equivalentes a 43 años para 2013».
El secuestro y muerte del general Pedro Eugenio Aramburu y el denominado Cordobazo* terminó de debilitar su gobierno y el 8 de junio los 3 comandantes depusieron al general azul. El todopoderoso general debió renunciar de modo humillante al dejar su renuncia de forma personal en la sede del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.
*Artículo
29 de mayo de 1969 - El Cordobazo
Fuente: adaptación del libro Lo pasado pensado, de Felipe Pigna, Buenos Aires, Editorial Planeta, 2005.
En mayo de 1969, durante el gobierno de Onganía, comenzó a evidenciarse una crisis con estallidos en distintos puntos del país, como Corrientes y Rosario. En Córdoba, donde existía una estrecha relación entre estudiantes y obreros, al descontento general se sumó la decisión del gobierno provincial de suprimir el “sábado inglés”, es decir, la media jornada laboral. En consecuencia, el SMATA (de los obreros de la industria automotriz) y el sindicato de Luz y Fuerza convocaron a un paro activo con movilización para el 29 de mayo. Los estudiantes adhirieron a la medida de fuerza y pronto la ciudad fue controlada por los manifestantes, quienes lograron su ocupación durante unas veinte horas. Se produjeron incendios y ataques a las principales empresas multinacionales. La represión consiguiente fue brutal y dejó como resultado veinte manifestantes muertos y cientos de detenidos, entre ellos Agustín Tosco, Atilio López y Elpidio González.
Entrevista a Agustín Tosco, una entrevista que no nos dejaron hacer
Hubiéramos querido reportear a Agustín Tosco. No nos dejaron. Los parapoliciales y paramilitares y los policías y militares del gobierno de Isabel Perón y López Rega que lo perseguían a sol y a sombra y lo obligaban a transitar en la clandestinidad no lo dejaron tratarse adecuadamente una enfermedad injustamente terminal, que se lo llevó el 5 de noviembre de 1975. Elegí aquí el estilo de reportaje histórico que hago todos los meses en Caras y Caretas, y como en ellos, las respuestas de Agustín Tosco son textuales y fueron tomadas de escritos por el notable sindicalista cordobés.
Agustín Tosco fue un dirigente obrero revolucionario. Férreo opositor a la burocracia sindical. Secretario general del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba. Junto a Elpidio Torres, dirigente de SMATA, y Atilio López, de la UTA, encabezó la rebelión popular que pasaría a la historia como el Cordobazo. Tras la represión fue detenido y trasladado al penal de Rawson. Colaboró con la fuga de sus compañeros el 15 de agosto de 1972 (que terminaría en la masacre del día 22) pero se negó a salir porque planteaba que su lugar de lucha estaba allí. En 1973 se opuso al Pacto Social por considerarlo una trampa para la clase obrera. Tras la sublevación encabezada por el comisario Navarro en Córdoba, que puso fin al gobierno de Ricardo Obregón Cano y Atilio López, su gremio fue intervenido y comenzó una implacable persecución sobre él y sus compañeros. Murió el 5 de noviembre de 1975.
¿Qué querían los obreros y estudiantes, el pueblo de Córdoba?
Agustín Tosco: Exigía respeto a su soberana voluntad; exigía la normalización institucional, para que el gobierno fuera elegido por decisión de la mayoría de la población, sin persecuciones para con las ideas y doctrinas de ningún argentino. Exigía que se aumentaran los salarios en un 40%, que era lo que había crecido el costo de vida. Exigía la defensa del patrimonio nacional, absorbido cada vez más por los monopolios extranjeros. Exigía la creación de nuevas fuentes de trabajo, para eliminar la desocupación que trae miseria y desesperación en los hogares. Exigía la reincorporación de los cesantes y el levantamiento de las sanciones por haber hecho uso del derecho constitucional de huelga. Exigía una Universidad abierta a las posibilidades de los hijos de los trabajadores y consustanciada con los intereses del país.
¿Por qué cree usted que la rebelión estalló en Córdoba?
Agustín Tosco: Porque Córdoba no fue engañada por la denominada Revolución Argentina. Córdoba no vivió la “expectativa esperanzada” de otras ciudades. Córdoba jamás creyó en los planes de modernización y de transformación que prometió Onganía, ni Krieger Vasena. La toma de conciencia de Córdoba, de carácter progresivo pero elocuente, es bastante anterior al régimen de Onganía. Pero se expresa con mayor fuerza a partir de julio de 1966. La reivindicación de los derechos humanos, proceda de donde proceda, en particular de las encíclicas papales desde Juan XXIII, encuentran en nosotros una extraordinaria receptividad y así se divulgan especialmente en la juventud y en los sindicatos. Si hay receptividad es que hay comprensión, y la comprensión deriva en entusiasmo, en fe y en disposición al trabajo, al esfuerzo e incluso al sacrificio para consumar los ideales que ya tienen vigencia en el ámbito universal.
¿Cómo se gestó finalmente el Cordobazo?
Agustín Tosco: El día 26 de mayo, el movimiento obrero de Córdoba, por medio de los dos plenarios realizados, resuelve un paro general de actividades de 37 horas a partir de las 11 horas del 29 de mayo y con abandono de trabajo y concentraciones públicas de protesta. Los estudiantes adhieren en todo a las resoluciones de ambas CGT. Todo se prepara para el gran paro. La indignación es pública, notoria y elocuente en todos los estratos de la población. No hay espontaneidad. Ni improvisación. Ni grupos extraños a las resoluciones adoptadas. Los sindicatos organizan y los estudiantes también. Se fijan los lugares de concentración, cómo se realizarán las marchas. La gran concentración se llevará adelante frente al local de la CGT en la calle Vélez Sarsfield 137. Millares y millares de volantes reclamando la vigencia de los derechos conculcados inundan la ciudad en los días previos. Se suceden las asambleas de los sindicatos y de los estudiantes que apoyan el paro y la protesta.
¿Cómo fue el 29 de mayo de 1969?
Agustín Tosco: El día 29 de mayo amanece tenso. Algunos sindicatos comienzan a abandonar las fábricas antes de las 11 horas. A esa hora el gobierno dispone que el transporte abandone el casco céntrico. Los trabajadores de Luz y Fuerza de la Administración Central pretenden organizar un acto a la altura de Rioja y General Paz y son atacados con bombas de gases. Es una vez más la represión en marcha. La represión indiscriminada. La prohibición violenta del derecho de reunión, de expresión, de protesta. Mientras tanto, las columnas de los trabajadores de las fábricas de la industria automotriz van llegando a la ciudad. Son todas atacadas y se intenta dispersarlas.
¿Cuál fue la chispa final?
Agustín Tosco: El comercio cierra sus puertas y las calles se van llenando de gente. Corre la noticia de la muerte de un compañero, era Máximo Mena del Sindicato de Mecánicos. Se produce el estallido popular, la rebeldía contra tantas injusticias, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policía retrocede. Nadie controla la situación. Es el pueblo. Son las bases sindicales y estudiantiles, que luchan enardecidas. Todos ayudan. El apoyo total de toda la población se da tanto en el centro como en los barrios.
Es la toma de conciencia de todos evidenciándose en las calles contra tantas prohibiciones que se plantearon. Nada de tutelas, ni de los usurpadores del poder, ni de los cómplices participacionistas.
¿Cuál fue el saldo del Cordobazo?
Agustín Tosco: El saldo de la batalla de Córdoba –el Cordobazo– es trágico. Decenas de muertos, cientos de heridos. Pero la dignidad y el coraje de un pueblo florecen y marcan una página en la historia argentina y latinoamericana que no se borrará jamás. En las fogatas callejeras arde el entreguismo, con la luz, el calor y la fuerza del trabajo y de la juventud, de jóvenes y viejos, de hombres y mujeres. Ese fuego que es del espíritu, de los principios, de las grandes aspiraciones populares, ya no se apagará jamás. En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y el imperio de la voluntad soberana del pueblo, partimos esposados a bordo de un avión con las injustas condenas sobre nuestras espaldas. Años de prisión que se convierten en poco menos de siete meses, por la continuidad de esa acción que libró nuestro pueblo, especialmente Córdoba, y que nos rescata de las lejanas cárceles del sur, para que todos juntos, trabajadores, estudiantes, hombres de todas las ideologías, de todas las religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su compañero y su hermano.
GOBIERNO DE LEVINGSTON
El general Levingston expresaba a un sector nacionalista-desarrollista de las Fuerzas Armadas apoyado por los radicales intransigentes, que designó al economista radical Aldo Ferrer como Ministro de Economía. Presionado a convocar a elecciones por los partidos políticos que comenzaban a reorganizarse en La Hora del Pueblo se produjo un golpe interno mediante el cual Levingston fue derrocado por el propio Comandante en Jefe del Ejército y hombre fuerte de la Revolución argentina, el general Alejandro Agustín Lanusse.
GOBIERNO DE LANUSSE
Este nuevo presidente de facto gobernó desde marzo de 1971 a mayo de 1973, y al igual que sus predecesores, su período de gobierno fue visto asimismo con gran antipatía y rechazo de parte de la población. Pese a ello su gestión se caracterizó por una gran inversión en importantes obras de infraestructura nacional (rutas, puentes, represas, etc.).
En un clima de creciente inestabilidad política en el que ocurrieron hechos de sangre como la Masacre de Trelew, se profundizó el accionar de organizaciones armadas clandestinas tales como el Ejército Revolucionario del Pueblo, Montoneros, Fuerzas Armadas Revolucionarias, y ante la creciente presión tanto de los simpatizantes peronistas como del propio Perón desde su exilio en Madrid.
Lanusse preparó el terreno para la vuelta de un gobierno civil, e intentó formar una suerte de peronismo sin Perón en su frustrado proyecto político, al cual denominó el Gran Acuerdo Nacional (GAN). Para ello designó como Ministro del Interior a Arturo Mor Roig, un destacado miembro de la Unión Cívica Radical que contó con el apoyo de los partidos políticos a través de La Hora del Pueblo.
Entre los militares y economistas había temor por las amenazas de que el orden económico y social podría verse afectado. Se temió la convergencia entre las isurrecciones urbanas y el accionar de la guerrilla. Frente a este escenario Perón parecía el único político capaz de encauzar la rebelión y pacificar los ánimos. Pasó a ser la salvación de Argentina ante la conmoción social.
En 1972 el gobierno militar convocó a elecciones generales ante las exigencias de los ilegalizados partidos políticos, ya durante el gobierno de Levingston, habían confeccionado y consensuado por su parte el documento La Hora del Pueblo donde se proponía la salida electoral sin proscripciones.
Lanusse, ante las peligrosas tensiones emergidas a partir de 1969, debió optar entre una dictadura de imprevisibles consecuencias y una salida electoral. Levantó la proscripción al Partido Justicialista, desafío al líder a regresar al país para no ser proscripto en 1973, pero la mantuvo sobre Juan Domingo Perón, al elevar la cantidad de años de residencia necesarios para ser electo Presidente, requisito que Perón no cumplía por haber estado exiliado 18 años en España. En un agónico intento por causar la derrota de Perón reformó el sistema de balotaje. Según los cálculos militares el peronismo no iba alcanzar la mayoríaen la 1º vuelta y sería derrotado en la 2º por una alianza de fuerzas políticas.
En las elecciones resultó electo con el 49,6% Héctor José Cámpora por el FREJULI (Frente Justicialista de Liberación), nombre que en aquella instancia usó el Partido Justicialista bajo la tutela del propio Perón, junto a otros partidos menores y ocasionales aliados políticos. El eslogan de campaña que lo hizo triunfar era: «Cámpora al Gobierno, Perón al poder».10
Fracasaba así la aventura militar que intentó perpetuarse en el poder, no obstante sería recordada como la 2ª dictadura más larga y más dura de la historia argentina. La experiencia militar de tipo «permanente» que se intentó imponer había comprobado que no era posible gobernar con falta de legitimidad y sin consenso de las masas populares.
LA GUERRA FRÍA Y EL SURGIMIENTO DE IDEOLOGÍAS REVOLUCIONARIAS
¿Qué fue la Guerra Fría?
Se denomina Guerra Fría al enfrentamiento ideológico que tuvo lugar durante el siglo XX, desde 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) hasta el fin de la URSS (que ocurrió entre 1989 con la caída del muro de Berlín y 1991 con el golpe de Estado en la URSS), entre los bloques occidental-capitalista liderado por Estados Unidos, y oriental-comunista liderado por la Unión Soviética.
Este enfrentamiento tuvo lugar a los niveles político, ideológico, económico, social, tecnológico, militar, informativo e incluso deportivo.
Ninguno de los dos bloques tomó nunca acciones directas contra el otro, razón por la que se denominó al conflicto "guerra fría".
Estas dos potencias se limitaron a actuar como «ejes» influyentes de poder en el contexto internacional y a la cooperación económica y militar con los países aliados o satélites de uno de los bloques contra los del otro.
Si bien estos enfrentamientos no llegaron a desencadenar una guerra mundial, la entidad y la gravedad de los conflictos económicos, políticos e ideológicos, que se comprometieron, marcaron significativamente gran parte de la historia de la segunda mitad del siglo XX. Las dos superpotencias ciertamente deseaban implantar su modelo de gobierno en todo el planeta.
Los límites temporales del enfrentamiento se ubican entre 1945 y 1947 (fin de la Segunda Guerra Mundial y fin de la posguerra, respectivamente) hasta 1985 (inicio de la Perestroika) y 1991 (disolución de la Unión Soviética).
¿Por qué surgieron las ideologías revolucionarias?
América Latina se volvió un flanco del combate ideológico entre las dos potencias mundiales, al triunfar en Argentina las dictaduras propiciadas por los Estados Unidos, el otro bando  apostó por la denominada lucha revolucionaria consistente en la inserción ideológica o por las armas.
En la Argentina los grupos de ideas revolucionarias vieron su cénit en los años del final de la Revolución Argentina y en el período conocido como la Segunda Etapa Peronista, que comprende las presidencias de Cámpora (1973), Lastiri (1973), Perón (1973-1974) y Estela Martinez (1974-1976).
GOBIERNO DE CÁMPORA
Cámpora asumió el 25 de mayo de 1973, dándose así por finalizado el período dictatorial de la autoproclamada Revolución Argentina. Acudieron al acto de investidura, entre otros, el entonces presidente socialista de Chile, Salvador Allende, y el de Cuba, Osvaldo Dorticós. En la tradicional Plaza de Mayo, se concentraron para recibirlo más de un millón de personas.
Ese día, Cámpora, custodiado a la par de cientos de seguidores, asumió la Presidencia y en su discurso inaugural dijo:
"Abrigo la esperanza de dar término a mis funciones acompañado por el afecto de mis compañeros y de mis amigos, y el respeto de mis adversarios. Sé que he de lograrlo, como ha sido hasta ahora, porque trataré, con honestidad, de hacer lo que el Pueblo quiere"
Ese 25 de mayo de 1973, el caos también se apoderó de las calles: hubo dos muertos y varios heridos, entre varios desmanes públicos.
Una vez asumido el cargo de Presidente de la Nación, realizó cambios en los mandos de las Fuerzas Armadas de su país. En el Ejército Argentino fue designado comandante el Teniente General Jorge Raúl Carcagno, en la Fuerza Aérea Argentina fue nombrado como titular el Brigadier General Héctor Luis Fautario, mientras que el Almirante Carlos Álvarez fue designado como nuevo jefe de la Armada de la República Argentina.
Al caer la tarde del 25 de mayo rodeó la cárcel de Villa Devoto una multitud integrada por manifestantes que habían estado en la Plaza de Mayo, a los que sumaron familiares de los presos así como simpatizantes del Ejército Revolucionario del Pueblo que no habían estado en aquella plaza. A las 20 horas eran unas 30.000 personas y estaban también Abal Medina y varios diputados de distintos partidos políticos. El gobierno prefería promover la ley de amnistía que había prometido durante la campaña electoral más que recurrir al indulto y aparecer cediendo a una presión pero, sobre todo, quería evitar reprimir a los manifestantes. A todo esto los presos políticos habían comenzado a controlar la cárcel. Abal Medina habló a la multitud tratando de calmarla reiterando la promesa de liberación y pidió, sin resultado, que se desconcentraran. Luego, desde los muros de la cárcel donde estaba detenido, les habló el dirigente del ERP Pedro Cazes Camarero pidiendo que no se fueran. A las 20:45 Cazes Camarero y Fredy Ernest, de Montoneros, hablaron con la multitud diciéndoles que habían dado 40 minutos de plazo a las autoridades para que dieran una definición, y a las 21 hs. Abal Medina les anunció que la liberación sería esa misma noche.
Mientras en la Casa Rosada se preparaba un decreto de indulto, en la cárcel se levantó un acta haciendo constar que los presos eran liberados "bajo responsabilidad" de los siete diputados allí presentes y los beneficiados comenzaron a salir del penal junto con buena parte de los presos comunes que aprovecharon la confusión reinante. La liberación de presos políticos se realizó también en algunas cárceles del interior del país que vivieron la misma situación. La liberación incluyó presos políticos ubicados desde la extrema izquierda a la extrema derecha, pero por sobre todo miembros de organizaciones armadas condenados por jueces comunes y otros por la Cámara Federal en lo Penal (creada en 1971), por delitos tales como homicidios, atentados con explosivos, toma de comisarías y pueblos, etc. Algunos juristas consideraban a la Cámara Federal Penal una comisión especial de juzgamiento prohibida por la Constitución Nacional y la denominaban despectivamente "Camarón".
Durante el gobierno de Cámpora y el de Perón sus miembros fueron perseguidos, y varios de ellos asesinados por aquellos presos liberados en esta amnistía. Posteriormente se dio a conocer el decreto de indulto que legalizaba las liberaciones y el 27 de mayo se sancionó la ley 20.508 que comprendía a los autores de delitos políticos así como "los cometidos con motivo o en ocasión de una huelga, un paro, ocupación de fábrica u otra medida de fuerza o para servir a estos" y disponía que "en razón de la amnistía que se concede nadie podrá ser interrogado, investigado, citado a comparecer ni obligado a soportar ninguna molestia".
El 28 de mayo Argentina reanudó las relaciones diplomáticas con Cuba, interrumpidas por el gobierno militar, y comenzó a proveer a ese país de productos alimenticios e industriales para romper el bloqueo estadounidense.
Designó a José López Rega como ministro de Bienestar Social, Jorge Otero en el Ministerio de Trabajo, Esteban Righi como ministro del Interior y a Jorge Taiana en el Ministerio de Educación. Como Ministro de Economía nombró a José Ber Gelbard, presidente de la Confederación General Económica, que procuró establecer un pacto social entre la Confederación General del Trabajo, el empresariado nacional y el Estado, lo que incluía un aumento de salarios y el congelamiento de precios. Se retornó a los lineamientos económicos de los anteriores gobiernos de Perón, con una política nacionalista, estatista y distribucionista.
El 20 de junio de 1973, al regresar Perón al país, tiene lugar la llamada Masacre de Ezeiza, donde una emboscada de la derecha peronista desde el palco de honor, arremete contras las columnas que venían a reencontrarse con su líder dejando un saldo de 13 muertos y 365 heridos.
Cuando Perón expresó su voluntad de volver a ejercer la primera magistratura del país, Cámpora y Solano Lima renunciaron a sus cargos el 13 de julio de 1973, siendo ocupado su cargo por el presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri. Éste llamó nuevamente a elecciones, resultando elegidos como presidente y vicepresidente —con más del 60% de los votos— el general Perón y su esposa, María Estela Martínez de Perón. Cámpora se desempeñó algún tiempo como embajador en México y luego regresó sin cargos a la Argentina.
Su cercanía con la izquierda peronista lo enfrentó con la derecha partidaria, liderada por el propio Perón. Luego del acto donde Perón insultó y echó de Plaza de Mayo a los sectores de izquierda, Cámpora fue echado del partido a causa de sus ideas revolucionarias y la liberación de presos políticos sucedida durante su mandato.
GOBIERNO DE LASTIRI
Cuando se convocaron nuevamente comicios en Argentina, López Rega logró que Cámpora incluyera a Lastiri en la lista de candidatos a Diputado Nacional, y tras el triunfo electoral del FREJULI, fue designado presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, cargo en el que se encontraba hasta la renuncia de Cámpora y Solano Lima.
En ese momento, por influencia de José López Rega –ministro de Bienestar Social–, se consideró conveniente interferir el dispositivo constitucional de sucesión presidencial, para lo cual al vicepresidente provisional del Senado, Dí­az Bialet (2º en la línea sucesoria), precipitadamente se lo embarcó en el primer avión para Europa a cargo de una misión inexistente. De este modo, Lastiri (el tercero en la lí­nea constitucional por ser presidente de la Cámara de Diputados) pudo asumir provisionalmente la presidencia y convocar a nuevas elecciones donde entregó el mando a Juan Domingo Perón, electo para su tercer mandato.
Durante el breve gobierno de Lastiri —que había sido electo diputado por el Frente Justicialista de Liberación pese a pertenecer al ala conservadora del justicialismo— se produjo un giro a la derecha en el gobierno peronista. Lastiri era yerno de López Rega, el ideólogo de la Alianza Anticomunista Argentina, también conocida como La triple A.
Alberto Juan Vignes, reemplazó a Juan Carlos Puig en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Además, el nuevo ministro del Interior fue Benito Llambí, tras la salida Esteban Righi, considerado afín a Montoneros, lo cual no era cierto, ya que Montoneros lo consideraba afín al establishment. Sucede que Righi entablaba relaciones con todos los sujetos políticos, como corresponde a un gobierno nacional y popular, en lugar de reprimir y asesinar, como sucedería luego.
A pesar de ello, la política exterior siguió un perfil tercermundista. En agosto de 1973, la Argentina concedió a Cuba un préstamo de 200 millones de dólares para adquirir maquinarias y automóviles. José Ber Gelbard, también confirmado como ministro de Economía, continuó con su política anterior, nacionalizando los depósitos bancarios y anunciando un Plan Trienal de desarrollo.
Lastiri, sin embargo, detuvo las medidas de amnistía y pacificación de los presos políticos del régimen de Lanusse que había tomado Cámpora con amplio apoyo popular, con lo que hacia el final de su mandato recrudecieron las acciones de Montoneros y del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
El 25 de septiembre de 1973, el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), José Ignacio Rucci fue asesinado. Aunque en primera instancia negaron la autoría, finalmente se descubrió la implicación de miembros de Montoneros en el hecho. Ese mismo mes, el ERP había asaltado el Comando de Sanidad del Ejército en el barrio de Parque Patricios de la ciudad de Buenos Aires, con un saldo de un muerto, lo que se utilizó para justificar su ilegalización y la clausura del diario El Mundo.
TERCER PRESIDENCIA DE PERÓN
En las elecciones que se celebraron Perón ganó con el 62% de los votos contra el candidato de la Unión Cívica Radical, Ricardo Balbín. Se convirtió en presidente por tercera vez en octubre de 1973 con su esposa Isabel Martínez de Perón como vicepresidente.
El tercer gobierno de Perón estuvo signado por permanentes conflictos entre sus seguidores de izquierda y derecha. Grupos parapoliciales con apoyo estatal (la Alianza Anticomunista Argentina - AAA - organizada por José López Rega) persiguieron y mataron a militantes de izquierda. Perón falleció el 1 de julio de 1974 y fue sucedido por su esposa. El entonces Secretario Técnico de la Presidencia de la Nación, Gustavo Caraballo, afirma que Perón le había solicitado que modificara la ley de Acefalía, para permitirle al dirigente radical Ricardo Balbín asumir como su sucesor pero eso finalmente no se concretó.
Juan Domingo Perón falleció el 1 de julio de 1974 debido a un paro cardíaco resultado del agravamiento de la cardiopatía isquémica crónica que padecía. El anuncio al país fue realizado por su viuda, la vicepresidenta María Estela Martínez, que poco después asumió la presidencia.
Tras varios días de duelo nacional, en los que el cuerpo fue velado en el Congreso de la Nación por cientos de miles de personas, los restos fueron trasladados a una cripta en la Quinta Presidencial de Olivos. El 17 de noviembre de 1974 los restos de Evita, que habían quedado en España, fueron trasladados por el gobierno de María Estela Martínez de Perón y depositados en la misma cripta. Mientras tanto, el gobierno comenzó a proyectar el Altar de la Patria, un mausoleo gigantesco que albergaría los restos de Juan Perón, Eva Duarte de Perón, y todos los próceres de la Argentina.
Mientras se encontraba el cuerpo en el Congreso, desfilaron ante el féretro 135 mil personas; afuera, más de un millón de argentinos quedaron sin dar el último adiós a su líder. Dos mil periodistas extranjeros informaron de todos los detalles de las exequias.
GOBIERNO DE ESTELA MARTÍNEZ
Su gobierno se desarrolló en el marco internacional de la llamada crisis del petróleo y de una extrema violencia política interna, con actuación de varios grupos armados.
Ignorando el acercamiento entre Perón y el líder de la oposición, el radical Ricardo Balbín, Martínez se apoyó principalmente en su ministro de Bienestar Social, el ex secretario personal de Perón, José López Rega, conocido como Daniel por sus allegados y el Brujo por sus adversarios políticos. López Rega ejerció una importante influencia sobre Martínez, fortaleciendo la presencia en el gobierno de los sectores de derecha por sobre otros grupos, y organizó desde el gobierno una fuerza parapolicial conocida como Alianza Anticomunista Argentina o Triple A que emprendió acciones de hostigamiento a figuras destacadas de la izquierda que acabarían en secuestros, torturas y asesinatos.
Desde el gobierno la actitud de control fue también rigurosa, interviniendo varias provincias disidentes, universidades, sindicatos, los canales de televisión privados, y reforzando la censura contra libros, diarios y revistas. El gobierno exhibió una marcada inoperancia administrativa en distintas áreas.
La economía argentina sufrió daños graves, con una inflación galopante, la paralización de las inversiones de capital, la suspensión de las exportaciones de carne a Europa y el inicio del crecimiento incontrolable de la deuda externa. Una solución de corte monetarista intentada por el ministro Alfredo Gómez Morales, un histórico del peronismo, no tuvo éxito, y provocó una fuerte retracción de la liquidez, iniciando un complicado proceso de estanflación. La suspensión de las compras de carne argentina por el Mercado Común Europeo empeoró la situación.
En junio de 1975, el nuevo ministro de Economía, Celestino Rodrigo, auspiciado por López Rega, aplicó una violenta devaluación de la moneda acompañada de aumentos de tarifas; el llamado Rodrigazo, parte del plan de López Rega para debilitar las presiones sindicales a través del desprestigio de sus principales operadores, provocó la primera huelga general contra un gobierno peronista. En julio de 1975, ante la huelga general y la presión callejera de la CGT y, en especial de la Unión Obrera Metalúrgica de Lorenzo Miguel, López Rega se vio obligado a renunciar a su cargo en el gobierno y abandonar el país.
Ante la creciente actividad de los grupos armados de izquierda —tanto los que actuaban dentro del peronismo, los Montoneros, como otros de corte marxista, el Ejército Revolucionario del Pueblo— y de extrema derecha, Martínez decidió fortalecer la acción de gobierno. La renovación de la cúpula militar, que incluyó entre otras medidas la designación de Jorge Rafael Videla al frente del ejército, fue parte de un programa de endurecimiento del control, que incluyó también el cierre de publicaciones opositoras. La decisión de recurrir a la fuerza militar desembocó en la firma en 1975 del decreto que da inicio al llamado Operativo Independencia en que las fuerzas armadas intervinieron en la provincia de Tucumán, acto que es señalado como el inicio del Terrorismo de Estado.
Al agravarse la crisis política y económica, en setiembre de 1975 Martínez pidió licencia del cargo por razones de salud; sus funciones fueron ejercidas por el presidente provisional del Senado Ítalo Lúder entre el 13 de septiembre y el 16 de octubre de 1975. En un momento de especial tensión, amenazó en un discurso pronunciado desde el balcón de la Casa Rosada con convertirse en la mujer del látigo.
La constante presión militar, se puso de manifiesto en un levantamiento encabezado por el entonces Brigadier Orlando Jesús Capellini el día 18 de diciembre de 1975, que desembocó en el pase a retiro del titular de la aeronáutica, Brigadier General Héctor Luis Fautario y su segundo, el Brigadier Mayor José María Klix. El nuevo jefe de dicha fuerza fue designado el mismo día del levantamiento, éste era el Brigadier Orlando Ramón Agosti. Dicha sublevación fue controlada a duras penas por Fuerza Aérea Argentina, Martínez se negó reiteradamente a renunciar, aunque anunció el adelanto de las elecciones presidenciales para fines de 1976.
El clima político no mejoró con la ida de López Rega ni con el anticipo de las elecciones. En marzo de 1976 el gobierno solicitó a dos dirigentes opositores, Ricardo Balbín y Oscar Alende, que se dirijan al electorado solicitando el respeto a los plazos institucionales, ya que un golpe militar era percibido como inevitable.
El 24 de marzo de 1976 un golpe de estado encabezado por los comandantes en jefe del ejército, marina y aeronáutica destituyó al gobierno constitucional y lo sustituyó por una junta militar al mismo tiempo que se disolvía el Congreso. La ex presidente fue enjuiciada por malversación de fondos públicos por haber utilizado para pagar una deuda personal fondos pertenecientes a una fundación, que luego reintegró. La dictadura mantuvo detenida a María Estela Martínez de Perón durante más de cinco años, primero en la residencia de El Messidor, Neuquén y luego en una quinta en la localidad de San Vicente, ubicada en el conurbano de Buenos Aires.
Una vez liberada, en julio de 1981, se radicó en Puerta de Hierro (Madrid) y abandonó en forma casi total la actividad política, aunque regresó ocasionalmente a la Argentina. El plebiscito sobre el Canal de Beagle fue ocasión de su última aparición como figura histórica del peronismo, cuyos sectores más ortodoxos mantenían su respeto por ella en su carácter de viuda de Perón.

28 comentarios:

  1. presente profe...noelia oliva

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  2. presente profe celeste vicino

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  3. González, Anabel, Presente.

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  4. Coffi, M. Fernanda

    Profe PRESENTE...

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  5. Ortiz, Carina. Presente.

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  6. Godoy yanina presente profe

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  7. presente, analia pereira

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  8. presente profe de esta semana Yanina Godoy

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  9. presente melisa panella

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  10. presente..noelia oliva

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  11. Ortiz, Carina. Preente.
    EL BOOM DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA
    Hace referencia al gran fenómeno que se da, cuando reconocen a los excelentes escritores de la literatura Latinoamericana,que se difundieron en Europa a autores del sur del continente americano,por esto se dice que e voltean los ojos hacia América Latina.
    Algunos escritores como: Gabriel García Marquez, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Alejo Carpentier fueron sus principales representantes.
    Esté fenómeno o movimiento se inicio en la década de los 60`s y muchos pensaron que fue mercadotecnia,otros que fue un proyecto de editores pero lo importante fue lo bien que funciono ya que empezó a influir en los lectores introduciendo cosas nuevas e innovadoras, como la traducción a diferentes idiomas de estas obras y libros de Latinoamérica.
    Además el mejoramiento de muchos ámbitos de Latinoamérica por ejemplo el crecimiento de la economía, el avance de la urbanización, una ampliación de la clase media (que eran los lectores) y el avance de las mujeres en la escritura.
    También se distingue una innovación llamado el realismo mágico y lo real maravilloso, que se desarrollo por la ruptura con el realismo de la narrativa de la época.
    El boom de la literatura latinoamericana, en mi opinión, fue el movimiento más importante de la literatura latinoamericana, donde el boom fue influir en los hábitos de la lectura de las personas.

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  12. Presente Ortega Agostina

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  13. PROPP, SAMANTA. (Presente)

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  14. PROPP, SAMANTA (Presente)

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  15. Presente profe Farfan Paola

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  16. Presente Profe Farfan Paola

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  17. no se porque aca no aparece mi presente...

    presente! laura bisceglia

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