APROVECHEN PARA PONERSE AL DÍA CON LAS OTRAS ACTIVIDADES, PORQUE VA TERMINANDO EL AÑO Y SE VAN A ENCONTRAR CON LA SORPRESA DE QUE NO VAN A PODER ELEGIR TEMA EN EL FINAL!
SALUDOS
LA “PRIMAVERA CIENTÍFICA”
Lecturas
recomendadas: “La ‘Revolución Libertadora’ y la época de Frondizi”; del libro La Argentina Política de Carlos Floria y
César A. García Belsunce (páginas 153 a 204).
“La revolución libertadora”; del libro “Cuadernos para la otra historia” de
Norberto Galasso
Luego del
derrocamiento de Juan Domingo Perón, por parte de la autodenominada Revolución
Libertadora, se llegó a la denominada “Primavera
Científica”, a pesar de la inestabilidad de los gobiernos y la permanente
injerencia de las Fuerzas Armadas en la política, en lo que atañe a la
educación se vio en gran medida beneficiada por casi todos los gobiernos de la
época, especialmente con Arturo Illia en el cual se abrieron las puertas de las
universidades argentinas a profesores y grandes científicos extranjeros y se
logró una cifra récord en graduados universitarios.
La etapa
comprende desde la autodenominada “Revolución Libertadora” (1955), las
presidencias de los militares Lonardi (1955) y Aramburu (1955-1958) y los radicales
Frondizi (1958-1962), Guido (1962-1963) e Illia(1963-1966).
La
Revolución Libertadora:
El 28 de
septiembre de 1951 el general de brigada Benjamín Menéndez se sublevó contra el
gobierno de Juan Domingo Perón, apoyado por sectores conservadores del ejército
y algunos sectores civiles. La confirmación de la renuncia de Eva Perón a su
polémica postulación a la vicepresidencia no logró calmar los ánimos de una
oposición militar que comenzaba a cerrar filas contra Perón. Las limitaciones a
la libertad de prensa y el cierre de los canales de comunicación (radio y
televisión) a los partidos opositores, no hizo sino dar espacio a quienes
postulaban la opción golpista. Antes de las elecciones de 1951, recrudeció la
violencia en el país. El dirigente del Partido Comunista, Rodolfo Ghioldi, fue
herido de bala y estuvo cerca de la muerte. Ricardo Balbín, radical, fue objeto
de un atentado, y el socialista Alfredo Palacios afirmó que el Partido
Socialista no se presentaría a elecciones. Fue en aumento la propaganda antigubernamental
de los partidos que se oponían al peronismo. El intento de golpe tuvo su
epicentro en Campo de Mayo, pero terminó en fracaso estrepitoso, al no
conseguir apoyos sustanciales dentro del Ejército. El mismo 28 de septiembre,
Perón declaró el estado de guerra interno, y dijo que "todo militar que no
se subordine o se subleve contra las autoridades o participe en movimientos
tendientes a derrocarlas o desconocerlas, será fusilado inmediatamente",
al tiempo que la CGT convocaba a la huelga general y la movilización. Aún así,
y pese a la insistencia de Eva Perón y sectores combativos dentro del
peronismo, ninguno de los sublevados fue fusilado. Las "milicias obreras
de autodefensa", creadas a iniciativa de Eva, serían desarticuladas poco
tiempo después.
Pero la
conspiración en contra del gobierno de Perón continuó, conforme aumentaba su
respaldo popular. Eduardo Lonardi, que estaba preso, nominó al entonces general
de división Pedro Eugenio Aramburu como el jefe del movimiento golpista. El
presidente Perón contaba con el apoyo de grupos nacionalistas y católicos,
tanto dentro del ejército como de la sociedad civil, sumados a la clase
trabajadora y la CGT. Aramburu pensaba que todavía no era momento de
sublevarse, pues la muerte de Evita había producido una galvanización del
peronismo, y un aglutinación de los trabajadores en torno al que reconocían
como su líder indiscutido.
Perón
triunfó en las elecciones de 1951 con el 62.49% de los votos.3 Una orden
general del 18 de abril de 1952 decía que se debía "aniquilar a las
fuerzas adversarias ante el supuesto de un atentado contra el Presidente. El
procedimiento a observar será drástico. A un atentado contestar con miles de
atentados". − El enfrentamiento de Perón con los sectores católicos iniciado
a fines de 1954 precipitó la conspiración en su contra. Entre otras medias
criticadas por la Iglesia, Perón había derogado la enseñanza religiosa en las
escuelas, aprobado la ley de divorcio, anulado la mayoría de los feriados por
razones religiosas, autorizado la apertura de prostíbulos y llamado a una
Convención Constituyente para separar a la iglesia del Estado, lo que puso a
los sectores católicos en pie de guerra junto a los otros sectores que venían
conspirando.
El 16 de
junio de 1955 se produce un levantamiento militar en el que la Aviación Naval
bombardeó Buenos Aires causando 364 muertos (algunas versiones elevan esa cifra
a 500) y un millar de heridos. Perón se refugió en uno de sus bunkers, en los
subsuelos de la sede del Ejército dejando el manejo de la situación a su
Ministro de Guerra Franklin Lucero.
Se combatió
por aire, mar y tierra. Aviones de la Marina se enfrentaron a los de la Fuerza
Aérea y atacaron a unidades del ejército que convergían sobre el epicentro de
la ciudad. Los puntos bombardeados fueron la Casa de Gobierno, los alrededores
de Plaza de Mayo, el Ministerio de Guerra, el Departamento Central de Policía,
la zona aledaña a la Residencia presidencial, en la zona norte del Gran Buenos
Aires en el barrio de Olivos y otros sectores de la ciudad.
Aviones de
la Marina fueron derribados, uno de ellos sobre el Río de la Plata y otro en la
localidad de Tristán Suárez y el Regimiento de Granaderos a Caballo y cuerpos
del Ejército, con el Regimiento Motorizado Buenos Aires a la cabeza, lograron
rechazar el ataque de la Infantería de Marina sobre la Casa de Gobierno y
rendir al Ministerio de Marina, donde se había concentrado el alto mando
rebelde, cuyo jefe, el contralmirante Benjamín Gargiulo, al ver fracasada la
asonada, se suicidó.
Por la
noche, tres grupos organizados de personas que partieron de dos reparticiones
del Estado y del local del Partido Peronista saquearon e incendiaron los
principales templos del casco histórico de la ciudad, la Curia Metropolitana y
los edificios de importantes instituciones, provocando la pérdida de
invalorables tesoros artísticos, culturales y esencialmente religiosos, y el
40% de las partidas de nacimiento de todos los porteños desde 1580. La policía,
las fuerzas militares y los bomberos se abstuvieron totalmente de intervenir,
limitándose estos últimos a comenzar a actuar contra el fuego una vez terminada
la agresión. Algunos de los templos databan de la época colonial por lo que
ciertos daños fueron irreparables. En un discurso pronunciado al día siguiente
el presidente Perón atribuyó los hechos a los comunistas. Perón siguió al
frente del gobierno como presidente, aunque solo por unos meses más.
El 16 de
septiembre de 1955 estalló en Córdoba la insurrección cívico-militar que daría
inicio a la Revolución Libertadora. Los rebeldes contaron con el apoyo de los
llamados comandos civiles revolucionarios, que combatieron contra las tropas
leales al presidente Perón en Alta Córdoba, y mantuvieron escaramuzas en
distintos puntos del país, ocupando edificios públicos y constituyeron un
factor de enlace permanente con los militares sublevados.
Hubo fuertes
enfrentamientos entre la Escuela de Artillería, su aliada, la Escuela de Tropas
Aerotransportadas y la vecina Escuela de Infantería, leal al gobierno, en las
afueras de Córdoba y se combatió en el centro de aquella ciudad, sobre todo
frente al histórico Cabildo; en la Escuela Naval Militar (Argentina) y en la
Base Naval de Río Santiago, ambas atacadas por la Fuerza Aérea leal y en el Río
de la Plata, donde la Escuadra de Río sufrió serios daños. También se
produjeron choques en Curuzú Cuatiá (provincia de Corrientes), en Cuyo y Entre
Ríos. Hubo duros enfrentamientos entre fuerzas del Ejército y la Aviación Naval
en la zona de Sierra de la Ventana y Tornquist y combates de consideración en
Bahía Blanca y la provincia de Río Negro donde un convoy fue atacado por
aviones navales.
El almirante
Rojas al mando del grueso de la Flota de Mar advirtió a Perón de que "de
no promoverse su salida del gobierno, la Flota de Mar bombardearía las
instalaciones petroleras de YPF en Mar del Plata, Argentina". Es así que
en la alborada del lunes 19 los buques se situaron frente a la costa de Mar del
Plata, la que había sido evacuada en la zona adyacente a los depósitos de
combustible ante las advertencias de un inmediato bombardeo y procedieron a
destruirlos con dos cañonazos, sin producir víctimas según una versión u
ocasionando una cantidad no determinada de muertos y heridos según otra
versión, y desembarcaron tropas y ocuparon la Escuela de artillería antiáerea
de Mar del Plata y la ciudad misma sin encontrar resistencia.
Prosiguen
viaje hacia Buenos Aires y por Radio Pacheco advierten a la población civil que
debe evacuar la zona adyacente al dock de Berisso porque se produciría el
bombardeo de la Destilería de La Plata. Unidades rebeldes de la Fuerza Aérea
atacaron aeródromos y bases leales en diferentes puntos de las provincias de
Córdoba y Buenos Aires.
Perón hace
caso omiso de varios de sus colaboradores que le aconsejaron "Llevar a la
zona de los hechos a los familiares de los revolucionarios para hostigarlos a
deponer su actitud".
Los
enfrentamientos se extendieron del 16 al 21 de septiembre y finalizaron cuando
en la madrugada de ese día tanques del Ejército cañonearon y demolieron la sede
de Alianza Libertadora Nacionalista en el centro de Buenos Aires, sin causar
muertos y hubo 54 detenidos. Ese día a las 6:00 am cayeron las últimas bombas
rebeldes en las pistas de Las Higueras (Córdoba) todavía en manos de fuerzas
que respondían al gobierno.
El golpe
militar de septiembre de 1955 constituyó el bautismo de fuego de la Aviación
Naval (nada tenía que ver con la Fuerza Aérea, ya que era un comando de la
Marina de Guerra y por lo tanto dependía de ésta).
Desde un
punto de vista formal, los momentos en que Perón cesó en el cargo de presidente
y en el que asumieron las nueva autoridades son confusos. El 19 de septiembre
al mediodía, Perón escribió una confusa carta dirigida al general Franklin
Lucero, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y leal al gobierno
constitucional. En la carta Perón da a entender su renuncia:
“Hace algunos días... decidí ceder el
poder...Ahora mi decisión es irrevocable... Decisiones análogas del
vicepresidente y de los diputados... El Poder del Gobierno pasa por ello
automáticamente a las manos del Ejército.”
Juan D.
Perón. Carta al general Franklin Lucero.
La carta fue
asumida por Lucero como una renuncia, tras lo cual procedió a formar una junta
militar integrada entre otros por los generales José Domingo Molina, Raúl D.
Tanco, Juan José Valle, Angel J. Manni, Emilio Forcher y Oscar A. Uriondo, que
declaró haber asumido el Poder Ejecutivo. Luego, el general Lucero leyó la
carta de Perón, por la cadena de radio y televisión. Esa misma noche Perón se
reunió con la junta militar para informarle que él no había renunciado; la junta
sin embargo no fue disuelta.
El 20 de
septiembre por la mañana, Perón pidió asilo en la embajada de Paraguay y una
vez que le fue concedido subió a bordo del buque paraguayo "Paraguay",
una cañonera militar. Ese mismo día, una vez asilado Perón, Lonardi emitió un
bando con el nombre de "Decreto Nº 1" por el que se nombra a sí mismo
como "presidente provisional de la Nación", solicita el
reconocimiento de los otros países y establece la sede provisoria del gobierno
en la Ciudad de Córdoba.8 El 22 de septiembre Uruguay reconoció a Lonardi como
presidente de Argentina, en tanto que éste disolvió el Congreso Nacional y
nombró interventores en varias provincias.
El 23 de
septiembre el general Lonardi y el almirante Rojas llegaron a Buenos Aires. Ese
mismo día el primero prestó juramento asumiendo el título de "Presidente
Provisional", y al día siguiente designó al almirante Isaac Rojas con el
título de "Vicepresidente Provisional". La portada del diario Clarín
de ese día convocaba a la población a hacerse presente en la Plaza de Mayo con
el siguiente titular: "Cita de honor con la libertad. También para la
República la noche ha quedado atrás".
La asunción
de Lonardi fue acompañada por una gran multitud reunida en la Plaza de Mayo.
Algunas consignas de los manifestantes fueron: "Argentinos sí, nazis
no"; "San Martín sí, Rosas no", "YPF sí, California
no", "No venimos por decreto, ni nos pagan el boleto". El 25 de
septiembre reconocieron al gobierno militar los gobiernos de Estados Unidos y
Gran Bretaña, éste último luego de prestar importante apoyo a los insurrectos.
PRESIDENCIA DE LONARDI:
Ocupó la
presidencia de Argentina luego del golpe de estado de 1955 contra Perón dada la
necesidad de la llamada Revolución Libertadora (en rigor, un movimiento
golpista) de presentar un nombre de prestigio que unificara a las Fuerzas
Armadas. Lonardi inicia medidas tendentes a lograr la "reconciliación
nacional", pero es obligado a renunciar por los sectores más duros del
Ejército y la Armada.
A él se le
atribuye la famosa frase:
"Ni
vencedores ni vencidos,"
Estas
palabras pueden haber sido inspiradas en la misma frase pronunciada por el
general Justo José de Urquiza después de la batalla de Caseros, en 1852.
Durante su
corto gobierno intentó pacificar el país infructuosamente, manteniendo los
cambios políticos y sociales que se habían gestado durante el gobierno
democrático de Perón. Pero posiciones irreductibles dentro del ejército y los
partidos de la oposición aunados en la Junta Consultiva Nacional hicieron
imposible este proceso provocando la posterior caída de este.
En su primer
discurso criticaba el manejo de la economía durante los gobiernos de Perón:
"Ha terminado el sistema de ocultación
de la verdad, el país quiere conocerla, por más que sea dura y penosa. Diez
años de irresponsabilidad y corrupción nos han llevado a la situación más
desastrosa de nuestra historia económica. El país se ha empeñado en hacer lo
que nadie puede cumplir, impulsado por una tremenda insensatez, ha tratado de
consumir más de lo que producía y así ha gastado sus reservas monetarias"
Conformó una
"Junta Consultiva" con la Unión Cívica Radical y otros partidos de la
oposición al peronismo, que tuvo continuidad con Pedro Eugenio Aramburu.
Debido a su
política, en que se negaba a emplear mano dura con los sectores peronistas, las
Fuerzas Armadas optaron por reemplazarlo por el General Aramburu, otro de los
autores del golpe, el 13 de noviembre de 1955.
PRESIDENCIA DE PEDRO EUGENIO ARAMBURU
Uno de los
principales objetivos de la Revolución Libertadora fue la "desperonización
del país", por lo que se investigó y en algunos casos se procesó a los
funcionarios del gobierno derrocado, se intervino la CGT, se destruyeron todos
los símbolos del peronismo que habían sido incorporados al aparato del Estado y
se llegó a prohibir la sola mención del nombre de Perón, quien pasó a ser llamado
en los medios como el "ex presidente", el "tirano prófugo"
o bien "el dictador depuesto". El peronismo contestó con una serie de
huelgas y sabotajes, iniciando lo que dio en llamarse la Resistencia Peronista.
También se
dejaron sin efecto los nombres alusivos al peronismo tales como Eva Perón, Juan
Domingo Perón, 26 de julio, 8 de octubre, 7 de mayo y 17 de octubre entre
otros, que designaban a calles, plazas, estaciones de subterráneo y de
ferrocarril (la estación Presidente Perón retomó su nombre de Retiro),
municipios, escuelas, hospitales y otros establecimientos públicos. También se
cambió el nombre de las provincias Eva Perón (que tomó el nombre de La Pampa y
Presidente Perón (que pasó a denominarse Chaco) y de la ciudad Eva Perón que
retornó al nombre de La Plata.
En el área
cultural se creó el Fondo Nacional de las Artes, se dejó sin efecto la
prohibición de funcionar que afectaba a entidades tales como la Sociedad
Científica Argentina, el Colegio Libre de Segunda Enseñanza y el teatro
independiente IFT y se restituyó la autonomía a las universidades públicas
permitiendo así que sus autoridades pasaran a ser elegidas por los claustros de
profesores, egresados y alumnos.
En la noche
del 9 de junio de 1956 comenzó una insurrección cívico-militar comandada por el
general Juan José Valle. El movimiento actuó en varias partes del país, pero
fue rápidamente desbaratado y durante los enfrentamientos los sublevados
mataron a tres personas -Blas Closs, Rafael Fernández y Bernardino Rodríguez- y
tuvieron a su vez dos muertos -Carlos Yrigoyen y Rolando Zanera- sin contar,
por supuesto, los que fueron luego fusilados.
Sobre el
propósito de los rebeldes dice Page:
"El manifiesto que delineaba los
objetivos del movimiento era un tanto vago; llamaba a elecciones a la brevedad
posible y exigía la preservación del patrimonio nacional pero no decía nada
respecto a Perón. Aunque un grupo de peronistas, individualmente, se unieron a
la conspiración y las bases del partido la consideraban como un intento de
entronizar nuevamente al conductor, la resistencia peronista se mantuvo a la
distancia"
Por orden
del gobierno militar fueron fusilados Valle y otros 17 militares, así como unos
15 civiles en lo que el escritor Rodolfo Walsh llamó más tarde la Operación
Masacre. Perón no respaldó la sublevación y así cuenta Miguel Bonasso:
"En carta a Cooke, Perón criticó
acerbamente "el golpe militar frustrado", que atribuyó a "la
falta de prudencia que caracteriza a los militares". Después, los
acusó de haberlo traicionado y conjeturó que, de no haberse ido del país, lo
hubieran asesinado "para hacer méritos con los vencedores".
Por su parte
el historiador Joseph A. Page dice sobre el episodio:
"En una carta que Perón envió a John
William Cooke el mismo día del levantamiento de Valle, no había la más mínima
traza de compasión por los militares rebeldes. El conductor criticaba su
apresuramiento y falta de prudencia y aseguraba que sólo su ira por haber
debido sufrir el retiro involuntario los había motivado a actuar".
La dictadura
militar de Aramburu hizo ingresar al país en el Fondo Monetario Internacional y
disolvió el IAPI pero mantuvo algunas medidas proteccionistas que venían de
décadas anteriores. Así la Junta Nacional de Granos y la Junta Nacional de
Carnes controlaron la exportación de estos productos. Para fomento de la
tecnología agropecuaria se creó el Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria y para la explotación de carbón en Río Turbio se creó (YCF).
También se inauguraron usinas y oleoductos.
En 1957 se
convocaron elecciones para una Asamblea Constituyente, en un marco de
proscripción del peronismo. Estas elecciones provocaron la división de la Unión
Cívica Radical al consolidarse un sector acuerdista con el peronismo, liderado
por Arturo Frondizi. Al retirarse los constituyentes de Frondizi, la Asamblea
Constituyente se limitó a recuperar el texto de 1853 y aprobar un amplio
conjunto de derechos sociales que se incluyeron como artículo 14 bis.
Finalmente,
Aramburu convocó a elecciones en las cuales no podía presentarse el Partido
Peronista que continuaba proscripto, si bien lo hacían algunos nuevos partidos,
llamados neoperonistas integrados por políticos peronistas. Perón optó por
pactar su apoyo con Arturo Frondizi, quien ganó el 23 de febrero de 1958 y
asumió el poder el 1° de mayo del mismo año, pese a las presiones de algunos
sectores militares que se oponían, y Aramburu solicitó de inmediato su retiro
del ejército.
GOBIERNO
DE FRONDIZI
Durante las
elecciones de 1958, el Partido Justicialista se encontraba prohibido por el
golpe militar que había derrocado al gobierno de Juan Domingo Perón; entonces,
durante el exilio en España, Frondizi mandó a su asesor, Rogelio Frigerio, a
contactarse con John William Cooke (un delegado de Juan Domingo Perón exiliado
en Venezuela). Frigerio viajó para sellar el apoyo que Perón debía darle al
candidato a la Presidencia de la Nación, Arturo Frondizi, en las elecciones de
1958. Así, el pacto se realizó a través de algunas reuniones, primero en
Caracas en enero de 1958 y luego en Ciudad Trujillo en la República Dominicana
en marzo del 1958.25 El pacto constó en que Perón llamaría por teléfono y le
sugeriría a sus seguidores que votasen por Frondizi, y, en caso de que este
ganara las elecciones, se comprometería a volver a restaurar los sindicatos
como la CGT y a quitar aquellos decretos que prohibían que el peronismo se
presentase en elecciones.
La UCR del
Pueblo propuso la fórmula Balbín-Del Castillo, obteniendo por ello 2.416.408
votos, contra la UCR Intransigente, que postuló a Frondizi-Gómez, triunfando
éstos con 4.049.230 votos. A juicio del historiador Félix Luna, los apoyos que
aseguraron el éxito de Frondizi fueron heterogéneos: peronistas (aconsejados
por Perón, quien había llegado a un acuerdo con el candidato); católicos y
nacionalistas (simpatizantes con la postura antidivorcista y de libre enseñanza
defendida por el radical); y sectores de izquierda (atraídos por sus ideas
progresistas). El 1 de mayo, el general Pedro Eugenio Aramburu entregó el mando
al presidente elegido por sufragio el 23 de febrero de 1958, el Dr. Arturo
Frondizi.
Fue decisivo
el empeño del general Pedro Aramburu para impedir que prosperasen los planes
que los militares tenían preparados en caso de que saliese ganador Frondizi, ya
que la mayoría de los oficiales lo asociaban como una amenaza a un posible
retorno peronista, temiéndolo también por la relación que tenía éste con
Frigerio, quien contaba con colaboradores salidos de las filas del Partido
Socialista (máximo enemigo ideológico de los militares por entonces). La
resolución del general Aramburu fue la de entregar el mando a quien ganase las
elecciones.
Preguntado
en 1958 por la Revista Atlántida a qué cosas renunció para llegar a presidente,
respondió:
«Espiritualmente
a ninguna, materialmente a todas».
En su
discurso presidencial del 1 de mayo de 1958 resaltó:
«La Nación Argentina inicia hoy un nuevo
período constitucional que las circunstancias han convertido en comienzo de una
nueva era. En lo profundo, este acto inicial está presidido por un ideal moral:
la clara e inequívoca voluntad del reencuentro argentino y de reanudar el
desarrollo nacional.
Continuaba: A partir de hoy gobernaré para
todos los argentinos y reclamaré el concurso de cuantos comparten los anhelos
del pueblo, cualquiera que sea su militancia política y sin otra condición que
su honestidad y su capacidad. Abandono toda tarea partidista y declaro
solemnemente que desde la Casa de Gobierno no se hará política de partido.
Debemos terminar con el sectarismo y la intolerancia».
Una semana
después de que Frondizi asumiera su cargo presidencial, el periódico Wall
Street Journal publicó un artículo sobre Argentina, titulado: «¿Cuánto durará
Frondizi?».
Su periodo
de gobierno se caracterizó por adoptar el desarrollismo como política básica de
gobierno, a partir de las recomendaciones de la CEPAL (Comisión Económica para
América Latina y el Caribe de laONU) y las definiciones de la llamada teoría de
la dependencia, desarrollada a partir de los años 1950 por intelectuales de
toda América Latina. Sin embargo, el desarrollismo frondizista se diferenció
del cepaliano al recurrir principalmente a la radicación de empresas
multinacionales, antes que al Estado, como factor de impulso del desarrollo
industrial.
La política
de radicación de capitales extranjeros (cuyas medidas principales fueron las
leyes de inversiones extranjeras directas, promoción industrial y los contratos
petroleros) tuvo éxito al coincidir con la etapa de gran expansión
transnacional que tuvieron las empresas estadounidenses en aquella época.
Entre 1958 y
1963 se llegó a alcanzar el máximo histórico de las inversiones extranjeras en
Argentina: alrededor del 23% del total del período entre 1912 a 1975. Las ramas
industriales privilegiadas en esta segunda etapa del proceso de sustitución de
importaciones fueron la automotriz, la petrolera y petroquímica, la química, la
metalúrgica y la de maquinarias eléctricas y no eléctricas. Las inversiones se
orientaron hacia el aprovechamiento de las posibilidades que ofrecía un mercado
interno protegido.
La inflación
subiría a consecuencia de las inversiones realizadas en los años 1958 y 1959
(algunas de ellas emergentes), a tal punto que a principio de 1959 llegó al
113% anual. Para combatir la inflación, el gobierno lanzó un incremento
salarial del 60%, ya con el aviso de que gran parte de este incremento sería
absorbido por el crecimiento de la inflación, además de la reducción del gasto
público. Gracias a la explotación petrolera y al incremento de la producción, la
inflación bajó en 1960, teniendo un índice del 27,1%, y en 1961 del 13,7%.
En 1958 se
firmaron contratos con empresas petroleras estadounidenses, que operarían por
cuenta de YPF, con el propósito de lograr el autoabastecimiento de
hidrocarburos y no comprarlos. Gracias a esto, en tres años de gestión se logró
un aumento del 150% en la producción de petróleo y gas natural en Argentina.
Por primera vez en la historia, en el país se logró el autoabastecimiento de
petróleo, y Argentina pasó de ser importador a ser exportador de petróleo.
Con el fin
de promover la industrialización acelerada del país, alentó el ingreso del
capital industrial extranjero. Profundizó en la política petrolera de apertura
al capital extranjero, impulsada por Perón desde 1952.
Los nuevos
contratos petroleros se sumaron en conjunto doscientos millones de dólares.
Gracias a estos contratos, en cuatro años la producción de petróleo se
triplicó. Por estas acciones, en septiembre los gremios de trabajadores
petroleros declararon una huelga general, en repudio a los contratos
petroleros. El presidente decretó el estado de sitio, poniendo presos a
peronistas sindicalistas; de hecho, se rompió el Pacto Frondizi-Perón.
En respuesta
a su cambio de opinión respecto a los acuerdos petrolíferos, Frondizi dijo:
«Cambié mi
postura porque prefiero renunciar a una actitud intelectual irreal, que
mantenerla en desmedro de los intereses del país».
La expansión
siderúrgica se logró a pesar de los obstáculos de la Dirección de Fabricaciones
Militares, que se oponía a la intervención del capital privado. Durante esos
años, la inversión extranjera se multiplicó por diez, como también se duplicó
la inversión interna, lográndose así un gran re-equipamiento industrial. Y tal
como lo había anticipado Frondizi, las divisas que antes se gastaban en la
importación de combustibles y otras materias primas, ahora se destinaron a la
compra de equipos industriales, modernizando la industria y la infraestructura
básica. Hubo una inversión de 140 millones de dólares en industria petroquímica
entre 1959 y 1961.35 La industria se modernizó en 1960 y 1961 por un valor de
mil millones de dólares en máquinas y equipamientos importados.
También hubo
un pequeño progreso en el sector agro, a partir del desarrollo de la industria
siderúrgica y petroquímica, que impulsó la tecnificación y la provisión de
fertilizantes, plaguicidas y maquinarias, de forma que se hizo incrementar la
producción y productividad agropecuaria.
El
crecimiento de la industria automotriz se dio gracias a la sanción de las leyes
n.º 14.780 y 14.781 de Inversiones y Promoción Industrial. El Poder Ejecutivo
Nacional sancionó también en 1959 el decreto n.º 3.693 llamado Régimen de
Promoción de la Industria Automotriz. Igualmente, se presentaron veintitrés
proyectos de radicación automotriz. En él se fijaron las normas de
funcionamiento de las fábricas existentes, y también de aquellas en vías de
desarrollo, con la idea de reglamentar la creciente participación de elementos
en la producción en materia de automotores. Se establecieron numerosas
industrias multinacionales (de las cuales algunas continuarían funcionando en
la década de 2010), pero también se fundaron algunas argentinas, como la Siam
Di Tella Automotores, cuyo primer automotor producido fue el Siam Di Tella
1500. Se fabricaron mil unidades de este automotor en seis meses. Antes,
Argentina debía importar automóviles para poder abastecer el mercado automotriz
interno, pero luego, con todos estos logros de producción automotriz, se pudo
abastecer ella misma en el mercado de automóviles nacional. La producción de la
empresa Siam había aumentado también en otros sectores: un ejemplo fue la
producción de lavarropas, que pasó de dos mil unidades al año a 38.000 unidades
en 1958.37
El 25 de
julio de 1960, se inauguró el alto horno de San Nicolás de los Arroyos, sobre
el río Paraná, para la producción de acero, albergando doce mil puestos de
trabajo. Este alto horno se había empezado a construir en la época de Perón,
pero con su derrocamiento, los militares no la habían terminado (se demoró diez
años su finalización). Con este alto horno se produjo un total de 248.500
toneladas de acero en 1958, y cuatro años después, en 1962, se triplicó la
producción, pasando a 643.400 toneladas de acero. También creció un 1.270% la producción
de arrabio: pasó de 29.000 a 397.000 toneladas anuales, dando así un gran
crecimiento a la industria siderúrgica argentina. Se construyó también un
laminador continuo de chapas en caliente, modelo único en Sudamérica en ese
momento. Con estas obras (y otras no tan destacables), se dio un gran impulso a
la petroquímica, a la industria automotriz y la siderurgia en Argentina.
Se radicaron
varias empresas automotrices en el país: en el primer año de gobierno se
asentaron la Dinborg, Citroën y Alcre; en el año 1959 De Carlo, A. y L.
Decaroli, Deutz Argentina, Dinarg, Isard Argentina, Peugeot, Renault y Siam Di
Tella Automotores S. A.; y en el año 1960 Auto Union, Autoar, Bambi y Goliath
Hansa S. A. Además de las nuevas empresas que llegaron, hubo algunas fábricas
que ampliaron sus plantas industriales, como la Fiat en el año 1959 y General
Motors en el mismo año.
Con este
crecimiento en la siderurgia, la industria automotriz produjo en 1961 137.000
automóviles y camiones, dándole trabajo a un total de 150.000 obreros, y
ahorrando unos 250 millones de dólares que antes su utilizaban en importaciones
de automotores. Se aumentó la producción: en 1958 se fabricaron diez mil
tractores, y tres años después, las unidades llegaron a veinticinco mil. La red
vial creció en diez mil kilómetros. Hubo un aumento en la producción industrial
de un 10%. Se inauguró la planta de SOMISA (Sociedad Mixta Siderurgia
Argentina).
Al llegar el
gobierno de Frondizi, había una grave situación petrolera en Argentina: existía
un consumo de quince millones de toneladas de petróleo, pero en el país sólo se
producían cinco millones, por lo tanto debía importar diez millones de
toneladas para llegar a abastecer de petróleo el país. Todo esto representaba
el valor de una tercera parte del producto de las exportaciones. Una de las
primeras metas del gobierno de Frondizi fue la de producir todo aquello que se
importaba. La explotación de petróleo y su autoabastecimiento fue uno de los
primeros logros: las reservas de petróleo aumentaron casi en un 50%, pasó de
390.000.000 a 590.000.000 de toneladas de reservas en todo el país y también se
quintuplicó la producción de gas.
El gobierno
sentó tres pilares básicos para la política petrolera:
Nacionalización
del petróleo.
Monopolio de
YPF.
Autoabastecimiento
petrolero.
El artículo
1º de la Ley 14.773 de nacionalización del petróleo establecía: Los yacimientos
de hidrocarburos sólidos, líquidos y gaseosos... son bienes exclusivos, imprescriptibles
e inalienables del Estado Nacional... Artículo 2º: Las actividades del Estado
Nacional... estarán a cargo de YPF, Gas del Estado y de YCF... Artículo 8º: Se
declara de urgente necesidad nacional... el autoabastecimiento de hidrocarburos
y sus derivados... El artículo 4º de esta misma Ley decía además: «queda
prohibido en todo el territorio nacional el otorgamiento de nuevas
concesiones».... Los contratos petroleros del gobierno no eran concesiones a
las compañías petroleras extranjeras, como se le había criticado a Frondizi en
su tiempo; por el contrario, los contratos eran de locación de obras, pero en
donde las compañías no tenían derecho sobre el petróleo extraído en estas
obras: el petróleo crudo era entregado directamente a YPF.
Para la
extracción del petróleo se habían comprado 36 equipos de perforadoras
petrolíferas, la compra más grande hecha en la historia de Argentina. En 1960
se llegó a tener más de cien de estos equipos trabajando para la
Administración, el doble de los que tenía normalmente YPF, dándose así solución
a la crisis energética que había hacia 1958, y acabando con la «dieta
eléctrica» y los apagones que sufría constantemente el país. En ese mismo año
se construyó también el gasoducto Campo Durán; se creó prácticamente una
industria petroquímica que ubicó al país como segunda potencia regional en el
rubro; y se multiplicó por cinco la producción de caucho, necesario para la
fabricación de los neumáticos de los automotores. Con estas producciones de
materias primas se redujeron fuertemente las importaciones de esos productos.
Con estos
avances en maquinarias, YPF logró duplicar su producción hasta superar la cifra
de 10.400.000 toneladas de petróleo. Pero para lograr llegar hasta las
15.600.000 toneladas, el gobierno tuvo que hacer contratos de locación de obras
y servicios en especial con tres compañías: Banca Loeb en la Provincia de
Mendoza, Panamericam en la ciudad de Comodoro Rivadavia, y con la compañía
Tenneessee en la Provincia de Tierra del Fuego.29 33 Así, Argentina logró
llegar al autoabastecimiento de petróleo en cuatro años, rompiendo con
cincuenta años de abastecimiento de petróleo importado por los grandes
monopolios extranjeros.
En 1941 se
había descubierto en Río Turbio, en la Provincia de Santa Cruz, el mayor
yacimiento de carbón de Argentina. Su explotación estuvo desde el principio al
cargo de la empresa estatal YPF. Ya antes se estaban explotando otros
yacimientos carboníferos en Argentina, pero éste fue el mayor descubierto hasta
entonces, llegando a representar con el tiempo el 99% de todas las reservas de
carbón que se habían encontrado en el país. El 7 de agosto de 1958, bajo el
gobierno de Frondizi, fue creada la empresa estatal Yacimientos Carboníferos
Fiscales (YCF),44 que se hizo cargo de la explotación de los yacimientos de
carbón hasta su privatización en 1994.
En el
invierno de 1958, ya en el gobierno del país, dispuesto a promover la inversión
extranjera pero sin contar con YPF, y con medios para aumentar la producción en
Argentina pero sin divisas para importar petróleo, resolvió negociar con una
subsidiaria de Standard Oil un contrato de explotación petrolífera. Fue muy
criticado por ello, ya que iba en contra de lo que había postulado en su famoso
libro Petróleo y política, escrito antes de su asunción presidencial en 1954.
Esto generó algunas manifestaciones y tensiones en algunos sectores peronistas.
Félix Luna dijo sobre el tema: «más que un reproche político, se trataba de un
reproche moral».
Como
consecuencia, el 24 de julio del año 1958 el presidente brindó un discurso ante
el país, explicando los problemas y las consecuencias que tenía el seguir
importando petróleo. El gobierno así anunció «la batalla del petróleo», cuyo
objetivo era el de lograr el autoabastecimiento petrolero como sea. En su
discurso dio la razón de su giro ideológico, consistiendo sencillamente en que
en Argentina no había «ni un gramo de oro para YPF», y que habría que atraer
los capitales extranjeros para explotar el hidrocarburo, aunque las petroleras
se llevasen parte de las ganancias del sector. A continuación, una cita del
discurso del 24 de julio de 1958, en la cual explica el porqué de su giro
ideológico.
«Cuando
asumimos el gobierno, las reservas de oro ascendían a 125 millones y medio de
dólares, y el conjunto de oro y divisas a poco más de 250 millones de dólares.
Del 1 de mayo al 31 de diciembre [de 1958] habrá que cumplir con compromisos
por valor de 645 millones de dólares en el exterior. No disponemos, por lo
tanto, ni de un gramo de oro en el Banco Central para YPF».
Aunque las
políticas petroleras trajeron resultados positivos en poco tiempo, sus
políticas fueron duramente criticadas, ya que en los primeros meses salió más
caro extraer el petróleo argentino que comprar petróleo extranjero (unos 350 millones
de dólares), a causa de la compra de la maquinaria necesaria para ello; pero
más tarde, cuando se empezaron a perforar los pozos, se pudo ver la diferencia
de poder explotar petróleo en el país a tener que comprarlo. Pero había otro
problema, que fue más polémico: Frondizi había escrito, antes de su asunción
presidencial, el libro Petróleo y Política con una gran postura
antiimperalista, en el cual, entre otras cosas, decía que YPF era capaz de
lograr el autoabastecimiento de petróleo para el país, sin tener que pedir
ayuda en el exterior. Su acción de contratar empresas estadounidenses para la
exploración y extracción de petróleo era todo lo contrario a lo que había
expresado en este libro. Se trataba de crear fuentes de trabajo en el país, y
de extraer el petróleo de una manera racional.
Esta
política petrolera estaba basada en lo que Frondizi y Frigerio llamaron
«nacionalismo de fines», contrapuesto al «nacionalismo de medios». El primer
«nacionalismo» instaba en alcanzar los objetivos por cualquier medio, mientras
que el segundo se centraba en los medios a cómo conseguirlos.
Se pueden
distinguir, en lo que a la política ferroviaria se refiere, tres etapas,
protagonizadas cada una de ellas por distintas figuras en el ámbito del
transporte argentino.
La primera
se corresponde con el desempeño como Secretario de Transporte del doctor
Alberto López Abuín, especialista en el tema del transporte, y defensor del
ferrocarril. Propuso, en febrero de 1958, una política de modernización
ferroviaria para Argentina, por lo cual había que incorporar nuevo material
rodante para las vías férreas nacionales. De esa forma, se buscaba mejorar el
transporte de cargas a través del ferrocarril, haciéndole ganar terreno frente
al avance del tráfico automotor en Argentina. Pero este plan tuvo dos
principales obstáculos: una inversión muy alta, y un plazo para aplicarlo que
era demasiado largo para la vacilante política del presidente. Abuín renunció a
su cargo en mayo de 1959.
Se inició
entonces la segunda etapa, en la cual serían protagonistas el ministro de Obras
Públicas Alberto Constantini y el ministro de Hacienda Álvaro Alsogaray. Ambos
buscaron principalmente eliminar el déficit, aumentando las tarifas y, en menor
medida, modernizar el sistema ferroviario. Alsogaray viajó a los Estados Unidos
para acordar la llegada del General Thomas Larkin a Argentina, donde tenía que
hacer un estudio de los transportes a cargo del Banco Mundial. Así se diseñó el
denominado «Plan Larkin», que consistía en abandonar el 32% de las vías férreas
existentes, despedir a setenta mil empleados ferroviarios, y reducir a chatarra
todas las locomotoras a vapor, al igual que setenta mil vagones y tres mil
coches, con la idea de que se comprase todo esto en el mercado exterior y se
modernizase de una vez los Ferrocarriles Argentinos, ya sea renovando los
rieles o renovando el material rodante, que estaba en malas condiciones. Los
cuadros gremiales se pusieron en pie de guerra al enterarse del plan de reducir
la empresa ferroviaria y la política de suprimir ramales. Pero la crisis
política del momento hizo que Alsogaray y Constantini tuvieran que renunciar a
sus cargos en abril de 1961, con lo cual poco de esa política se pudo
practicar.
Se inició
entonces la última etapa, con Arturo Acevedo como ministro de Obras Públicas.
En junio de 1961 se incorporaron nuevos trenes diésel al servicio suburbano del
Ferrocarril General Roca, con lo cual muchos maquinistas y foguistas de
locomotoras perdieron sus empleos, lo que provocó paros de protesta. Acevedo era
partidario de eliminar todas las líneas que dieran déficit. Clausuró, así,
varios ramales, lo que provocó que se iniciasen varios paros, entre ellos uno
de 42 días que se inició el 1 de agosto de 1961, oponiéndose tanto a los
despidos como al desguace de material rodante. Sin embargo, al término de la
huelga, ningún ramal de los cerrados fue rehabilitado.
Desde 1957
se realizaron elecciones en los gremios, ganando el peronismo la mayoría de
ellos. Los sindicatos se habían agrupado en tres grupos: las 62 Organizaciones
(peronistas), los 32 Gremios Democráticos (socialistas y radicales) y el MUCS
(comunistas).
En 1958
mediante la ley 14.499 se dispuso que cada jubilado cobrara automáticamente un
equivalente del 82% de lo que cobraba cuando trabajaba.
En octubre
de 1960, sindicatos peronistas e independientes formaron la Comisión de los 20,
para exigir la devolución de la Confederación General del Trabajo (CGT), que
permanecía intervenida por el gobierno desde el golpe militar de 1955. Para
presionar al gobierno, la Comisión de los 20 declaró el 7 de noviembre una
huelga general, que obligó al presidente Frondizi a recibirlos y finalmente,
acordar el 3 de marzo de 1961 la devolución de la CGT a la Comisión de los 20.
Durante el
gobierno de Frondizi, se sancionó la nueva ley sindical n.º 14.455,
estableciendo un modelo sindical de libertad absoluta de creación de sindicatos
por simple inscripción y atribución de la personería gremial, al más
representativo de todos, con el fin de unificar la representación obrera ante
los empleadores, el gobierno y las organizaciones internacionales. La ley
estableció también el reconocimiento de la figura del delegado, como
representante sindical en el lugar del trabajo elegido por todos los
trabajadores, disponiendo la prohibición de su despido sin autorización
judicial.
En 1961 el
sindicato ferroviario La Fraternidad denunció al gobierno argentino ante la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), por violación de la libertad
sindical. El Comité de Libertad Sindical de la OIT hizo lugar a la queja
sindical, recomendando al organismo llamar la atención del gobierno de Frondizi
sobre su obligación de respetar los acuerdos pactados con los sindicatos.
Además de la
industrialización, también hubo lugar para la educación: se multiplicaron las
escuelas de educación técnica, abriendo una década (1963-1974) en la que
Argentina registraría las tasas de crecimiento más altas del mundo, y se
reduciría importantemente la pobreza. Como muestra de la importancia de la
ciencia y tecnología, durante su gestión se dio aliento al INTI, al INTA, al
Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET) con representación estatal,
patronal y sindical, y al CONICET, presidido por el Premio Nobel Bernardo
Houssay.
La política
educativa de Frondizi se caracterizó por la sanción de dos grandes leyes: la
que aprobó el Estatuto del Docente y la que habilitó a las universidades
privadas a emitir títulos profesionales. Esta última motivó una gran protesta
estudiantil conocida como «Laica o libre».
Justo cuando
los debates de la batalla del petróleo alcanzaban su pico máximo de tensión, se
presentó un nuevo problema originario de la Revolución Libertadora: la
reglamentación del decreto 6403/55, el cual había sido promovido por el
ministro de Educación Atilio Dell'Oro Maini (conservador de afiliación
católica). Este decreto autorizaba el funcionamiento de universidades privadas.
Sin embargo, a fines de agosto de 1958, el gobierno quiso concretar la vigencia
del artículo 28, para así permitir a las universidades privadas (aunque algunas
inexistentes, pero en proyecto), de expedir títulos habilitantes. Muchas de
estas nuevas universidades eran católicas.
El
movimiento estudiantil organizado en la Federación Universitaria Argentina
(FUA) se opuso de inmediato a la habilitación de las universidades privadas y
organizó un plan de movilizaciones con apoyo de los sindicatos, los estudiantes
secundarios y los partidos políticos de oposición, bajo el lema de «Laica o
libre», una de las movilizaciones más grandes de la historia del movimiento
estudiantil argentino. Entre los líderes estudiantiles se destacó Guillermo
Estévez Boero, presidente del Comité de Movilización, que en 1989 sería elegido
diputado nacional por el Partido Socialista.
Los
estudiantes defendían la bandera de la «enseñanza laica» (opuesta al proyecto
de ley frondicista), mientras que el gobierno y la Iglesia católica defendían
la bandera de la «enseñanza libre».
El 28 de
agosto de 1958, los siete rectores de las siete universidades nacionales (entre
ellos José Peco, Josué Gollán, Oberdán Caletti y el hermano del presidente de
la Nación, Risieri Frondizi) pidieron al Poder Ejecutivo Nacional la no
concertación del decreto para universidades privadas, argumentando que era
«para que no se viera alterada la vida institucional y académica del país».
Casi simultáneamente comenzaron las manifestaciones y actos de protesta, que
primero se hicieron dentro de las facultades, y después se trasladaron a las
calles. Para los laicos, Frondizi era un instrumento de la Iglesia: llegaron a
quemar una efigie del presidente cuya figura estaba representada vestida (según
el historiador Félix Luna) con una grotesca sotana clerical.
Arturo
Frondizi mantuvo una política de buenas relaciones con los países exteriores.
Durante el año 1958 realizó varios viajes alrededor del mundo, llegando a
conocer desde al líder cubano Fidel Castro, hasta haber llegado a los Estados
Unidos con objeto de mediar entre ambos países, que atravesaban un serio
conflicto por la sospecha estadounidense de que Cuba pudiese albergar armas
nucleares en su territorio. Frondizi intentó acercarse como mediador entre
ambos bandos de forma neutral, pero, por presiones militares, se vio forzado a
romper relaciones con La Habana. En enero de 1959, el presidente Frondizi
visitó los Estados Unidos, donde fue muy bien recibido. Fue la primera vez en
la historia que un presidente de Argentina visitaba dicho país. Justo en ese
momento, el ejército irrumpía en el frigorífico Lisandro de la Torre
disolviendo así la huelga de sus trabajadores, quienes protestaban en contra de
los despidos. En respuesta de la visita del mandatario argentino, el presidente
Dwight Eisenhower visitó la Argentina en marzo de 1959. Ambos Estados emitieron
la «Declaración de Bariloche» (un tratado sobre la protección de los parques
nacionales), con la intención de promover un mejor nivel de vida para los
países americanos. En abril de 1959 Frondizi visitó las capitales de Uruguay,
Brasil, Chile y Perú, y en todas ellas se lo dispensó con una excelente
acogida.
Durante una
visita a Japón durante su gira por Asia, dijo:
«El pueblo
japonés ha hecho una maravillosa experiencia de tesón y disciplina, al
convertir una pequeña extensión superpoblada y no muy rica en recursos
naturales, en una de las primeras potencias industriales contemporáneas»
Arturo
Frondizi.
El 16 de
junio de 1960 el Presidente decidió realizar una gira por Europa. En dicha gira
fue a la ciudad de Gubbio, procedente de Roma, donde comenzó su visita de
Estado. Gubbio fue la ciudad en donde nacieron sus padres y los de su esposa.
En ella se encontró con el presidente de la Empresa Nacional de Hidrocarburos
italiana (ENI), Enrico Mattei, con quien habló de una posible inversión
petrolífera de Italia en Argentina; al día siguiente, Frondizi participó en la
Festa dei Ceri Piccoli, pospuesta especialmente para esta ocasión. Antes de
volver a Roma, se pasó por Perugia, en donde lo premiaron con el laurea ad
honorem en Ciencias Políticas por su libro Petróleo y política. Más tarde
visitó al Papa Juan XXIII en Roma, continuando su periplo por Milán antes de
proseguir después con su gira por Europa. En este año fue condecorado en
Inglaterra con el título de Caballero de la Gran Cruz de la Orden de San Miguel
y San Jorge, la mayor Orden en la escala de códigos de la Orden de San Miguel y
San Jorge.
Cuando
Frondizi ya llevaba dos años como jefe de estado argentino, Jânio Quadros fue
elegido como presidente de Brasil. El 21 de abril de 1961 se entrevistaron
ambos presidentes en Uruguayana, con la intención de que ambos países tuviesen
una política común e hicieran proyectos económicos juntos. Pero los militares
reaccionaron mal a esta entrevista, ya que Quadros se había entrevistado con el
ministro de Industria cubano Ernesto Guevara (esta reunión con el «Che»
llevaría al derrocamiento tanto del presidente brasileño, como del argentino).
También se intentó crear una política internacional basada en los principios de
la «no intervención» y autodeterminación de los pueblos. Incluso en la
Conferencia de la Organización de Estados Americanos (OEA), reunida en Punta
del Este en enero de 1961, el Canciller argentino Miguel Angel Cárcano se opuso
a la exclusión de Cuba del sistema interamericano. Tras la conferencia,
Frondizi recibió al representante cubano Ernesto Guevara en la residencia de
Olivos.
En 1961,
Frondizi viajó a Estados Unidos para lograr un compromiso de ayuda para el
desarrollo de Latinoamérica.2 Con el mismo objetivo colaboró en la firma del
Tratado de Montevideo que creó la ALALC (Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio) y apoyó la Alianza para el progreso enunciada por el presidente
estadounidense, John Kennedy, en marzo de 1961.
«Un pueblo
pobre y sin esperanzas no es un pueblo libre. Un país estancado y empobrecido
no puede asegurar las instituciones democráticas. Por el contrario, es campo
propicio para la anarquía y la dictadura».
Frondizi
también dedicó su agenda a profundizar en las relaciones internacionales con
países asiáticos, como el recibimiento de las visitas del presidente de
Indonesia, Achmed Sukarno, y la canciller israelí Golda Meir, y su propia
visita a la India, donde se entrevistó con el primer ministro Nehru. Uno de los
objetivos buscados con estas reuniones era reforzar la posición internacional
no alineada ante la Guerra Fría de Argentina. Otra de las visitas importantes
de su período fue la que realizara el 17 de abril de 1961 el presidente
italiano Giovanni Gronchi. También resolvió problemas fronterizos firmando
varios acuerdos con Brasil.
A finales de
1952 se había localizado en Argentina al fugitivo criminal nazi Adolf Eichmann
gracias a la información que había aportado un amigo del cazador de nazis
austríaco de origen judío Simon Wiesenthal. Ante la dificultad de que Israel
pudiese conseguir la extradición de Eichmann por parte de Argentina (con el
consiguiente peligro de que el criminal huyese), se diseñó, por parte de los
servicios secretos israelíes del Mosad, el secuestro del buscado criminal nazi
con el firme apoyo del primer ministro israelí David Ben Gurion, violando así
los tratados de asistencia consular y la soberanía nacional argentina.
El 1 de mayo
de 1960 llegó de incógnito un grupo del Nokmin (Vengadores) del espionaje
israelí en vuelo aéreo regular a Buenos Aires, dando así el inicio a la
«Operación Garibaldi» (bautizada así por el nombre de la calle donde vivía
Eichmann). Este equipo —dirigido y coordinado por los agentes israelíes Rafael
Eitan y Peter Malkin— inició durante casi dos semanas la vigilancia sobre su
objetivo.
Finalmente,
el 11 de mayo de 1960 secuestraron a Eichmann en plena calle subiéndole a un
auto particular cuando bajaba del colectivo para volver del trabajo a su casa.
Después, los cuatro hombres del Servicio Secreto israelí lo trasladaron el 20
de mayo desde el Aeropuerto Internacional Ezeiza de Buenos Aires a Israel en un
avión particular, con otra identidad y simulando que estaba ebrio.
Ante este
secuestro, la cancillería, por medio del embajador Mario Amadeo, reclamó ante
el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por la grave violación de la que fue
objeto la propia soberanía del país argentino. Recibió apoyo del organismo
internacional, pero Israel nunca tuvo intención de devolver al criminal nazi a
Argentina. Los diplomáticos de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia
intentaron formalizar una reunión entre el presidente Arturo Frondizi y David
Ben Gurion para que ambos buscaran una solución al caso de Eichmann, y que no
se rompieran por ello las relaciones diplomáticas entre Argentina e Israel.
Después de varios contactos, se acordó que el encuentro entre ambos mandatarios
se celebrase en Bruselas en junio de 1960, frustrándose finalmente tal reunión
por los recelos que había entre la diplomacia de ambos países. Finalmente,
Frondizi rompió relaciones diplomáticas con Israel, relaciones que habían sido
establecidas hacía poco por el presidente Juan Domingo Perón. Poco tiempo
después, Frondizi restableció de nuevo el vínculo con Israel.
El 11 de
diciembre de 1961, Adolf Eichmann fue declarado culpable por crímenes contra la
humanidad y el 15 de diciembre sentenciado a muerte, llevado a cabo el 31 de
mayo de 1962. Sus últimas palabras fueron: «Larga vida a Alemania. Larga vida a
Austria. Larga vida a Argentina. Estos son los países con los que más me
identifico y nunca los voy a olvidar. Tuve que obedecer las reglas de la guerra
y las de mi bandera. Estoy listo».
El 18 de
agosto de 1961 visitó la Argentina por sólo tres horas el comandante Ernesto
Guevara (curiosamente, esta sería la última vez que el «Che» visitara la
Argentina). Para tal ocasión, era necesario traer al «Che» de la manera más
secreta posible, ya que si los militares se enteraban de esta reunión, se
acarrearía un gran problema político para el país. El elegido para llevar al
líder cubano para su cita en Argentina fue el diputado Jorge Carretoni, quien
tenía la orden de no volar en el mismo avión que el «Che» para no levantar
sospechas.
Como él
mismo había declarado:
«Mi
instrucción establecía que Guevara debía viajar solo: entonces, cuando le
extiendo la mano para despedirme en la escalerilla del avión, Guevara me
responde:
— ¿Usted no
viaja?
— No. Ésas
son mis instrucciones.
— Entonces
yo tampoco viajo.
Y dando
media vuelta se alejó, temiendo seguramente que se tratase de alguna trampa
tendida por la CIA o por algún otro enemigo. Recordaría que su gran amigo
Camilo Cienfuegos había muerto en un sospechoso accidente aéreo. Yo sentí que
el mundo se derrumbaba y que la trabajosa operación estaba a punto de fracasar,
por lo que opté por transgredir mis instrucciones y subir al avión».
El Piper
(avión utilizado para esta misión) llegó y aterrizó en tierra argentina, en el
aeropuerto de la localidad de don Torcuato. El «Che» viajó en auto hasta la
Quinta Presidencial de Olivos, y enseguida fue recibido por el Presidente; lo
primero que hicieron fue encerrarse en un pequeño salón para hablar. Esta
reunión solo duró tres horas.
Ernesto
Guevara había venido para representar al Ministerio de Industria de la
delegación cubana a la IV Conferencia del Consejo Interamericano Económico y
Social de la OEA, realizada en Punta del Este. Pese a que la reunión fue lo más
secreta posible, fue inevitable que las fuerzas armadas se enterasen.
Aunque en
aquella reunión no había habido mucho tiempo para hablar, durante la misma el
«Che» mantuvo su típica postura anti-estadounidense, y también su opinión de
que un país no debiera contar con ayuda económica de Estados Unidos,
argumentando que los Estados Unidos siempre ganarían, a través de su prestación
económica, enorme influencia política en el país afectado. El presidente
Frondizi expresó, por otra parte, su preocupación por el camino que estaba
tomando la política de Cuba hacia el socialismo, y también le confesó al «Che»
que tenía preocupaciones de que Cuba ingresase en el Pacto de Varsovia. Sin
embargo, el «Che» lo tranquilizó informándole de que eso no iba a convertirse
en realidad.
La reunión
de Frondizi con el «Che» provocó la renuncia del ministro de Relaciones
Exteriores y Culto Adolfo Mugica, hecha veinte días después de concretarse esta
reunión, el 29 de agosto de 1961. La actitud de Frondizi ante la Revolución
Cubana de 1959, junto con la visita de Fidel Castro y, más tarde, la del «Che»
Guevara en la Argentina, hizo que se volviese más tensa la relación que el
gobierno tenía con los militares argentinos, sobre todo teniendo en cuenta la
visita que el «Che» había efectuado en el país en secreto. Frondizi también
tenía buenas relaciones con el presidente estadounidense John F. Kennedy. Quiso
que Argentina fuese el mediador entre Estados Unidos y Cuba, ya que estos dos
países vivían un conflicto muy grave motivado por el temor de Estados Unidos a
que Cuba pudiese tener a su disposición armas nucleares provenientes de la
Unión Soviética apuntando hacia su territorio. A este incidente se le conoció
también como la «crisis de los misiles».
El ejército
protestó formalmente ante estas reuniones con los líderes cubanos, y presionó
al presidente para cambiar su política con respecto a Cuba. Exiliados cubanos
en Buenos Aires intentaron fraguar documentos con la intención de implicar a
miembros del gobierno en un supuesto complot castrista. Frondizi ordenó una
investigación, y hasta el propio informe del ejército, el famoso caso de «las
cartas cubanas», no era, aparentemente, más que una mentira. El poder ejecutivo
designó a veintiún peritos calígrafos tanto del Estado como privados para que
investigaran la autenticidad de estos documentos. Estos calígrafos dictaminaron
que los documentos eran burdas falsificaciones, ya que en el texto se
encontraban modismos no propios de Cuba, sellos diferentes y firmas que
diferían mucho de las originales (evidentemente calcadas). Nunca se supo quién
falsificó estos documentos.
Una vez que
se descubrió la reunión entre el Presidente y el «Che», Frondizi dijo:
«Solamente
los débiles eluden la confrontación con hombres que no piensan como ellos.
Ninguno de los estadistas de las grandes naciones occidentales rehúsan hablar
con los dirigentes de los países comunistas. Nosotros no queríamos ser jamás
gobernantes de un pueblo que tiene miedo de confrontar sus ideas con otras
ideas»
Se pusieron
en marcha grandes proyectos hidroeléctricos, como el Chocón y la represa
hidroeléctrica Cerros Colorados, para dar al país energía limpia. También se
dio un gran apoyo a la industria agropecuaria, fomentando la utilización de
maquinarias en el campo, gracias a una política activa de producción de este
tipo de maquinaria.
Se fundó
Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (o por sus iniciales SEGBA), una
empresa pública encargada de la producción, distribución y la comercialización
de la energía eléctrica.
Aunque la
política del gobierno de Frondizi se había enfocado sobre todo en el desarrollo
de la actividad industrial del país, no por ello se dejó de atender al sector agro,
cuya actividad había representado una fuente importante de divisas para la
economía argentina de entonces. Así, y gracias al desarrollo de la industria
siderúrgica y petroquímica, que impulsaría la tecnificación y la provisión de
la maquinaria, los fertilizantes y los plaguicidas necesarios, se llegó a
incrementar la producción de la industria agropecuaria nacional. En todo este
proceso hubo tres factores esenciales: la mayor disponibilidad de crédito a
tasas viables; las mayores facilidades impositivas; y la participación del
capital privado. Para dar un ejemplo de todo esto, en 1957, antes de que
asumiera Frondizi su cargo presidencial, en Argentina se vendían seis mil
tractores. En el último año de su mandato, la venta anual de tractores subió
hasta las veinte mil unidades, resultado del crecimiento del sector del agro.
Desde el
primer gobierno de Juan Domingo Perón se venían probando distintos tipos de
propulsores para realizar lanzamientos de cohetes manufacturados íntegramente
en Argentina. Sin embargo, a lo largo de toda la década de 1950 las actividades
se estancaron. A partir del gobierno de Frondizi, se retomaron los
experimentos, primero se comenzó a desarrollar en diciembre de 1959 motores a
propulsante sólido. Mediante el decreto n.º 1164 de el 28 de enero de 1960 se
dio inició a la CNIE, primer organismo para hacerse cargo de las tripulaciones
de cohetes. Se designó al ingeniero Teófilo Tabanera como Presidente, y en el
27 de junio del año siguiente el Poder Ejecutivo creó el Centro de
Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados (bajo las siglas CELPA).
El primer
lanzamiento de una aeronave construida íntegramente en Argentina se produjo el
2 de febrero de 1961, cuando desde la localidad de Santo Tomás en Pampa de
Achala, provincia de Córdoba, despegó el APEX A1-02 Alfa Centauro.70 El
Comodoro Aldo Zeoli fue quien realizo el conteo y oprimió el botón de emisión.
En el sitio, había aproximadamente unos 30 hombres, entre civiles y militares,
además de un fotógrafo reportero del Diario Clarín.
Inicialmente
el gobierno de Frondizi derogó varios instrumentos de represión contra el
peronismo y el movimiento obrero. En esa línea, el 26 de junio de 1958, el
Congreso Nacional derogó el Decreto Ley 4161/56 sancionado por la dictadura
para prohibir al peronismo, y sancionó una ley de amnistía que dejó en libertad
a los miles de peronistas y sindicalistas encarcelados por la Revolución
Libertadora. También derogó la Ley de Residencia Nº 4144, dictada en 1902, que
el sindicalismo argentino venía denunciando desde su misma sanción.
Sin embargo,
su política económica y educativa generaron gran resistencia entre los
sindicatos y el movimiento estudiantil, como las grandes huelgas de los
trabajadores petroleros, ferroviarios, de la carne, bancarios y metalúrgicos, y
las grandes movilizaciones obrero-estudiantiles, organizadas por la FUA contra
las universidades privadas conocidas por uno de sus eslóganes, «Laica o libre».
En 1958, a
poco de asumir como presidente de la Nación, Arturo Frondizi dictó el decreto
secreto 9880/1958, del 14 de noviembre, que permitía al presidente declarar el
«Estado Conintes» (Conmoción Interna del Estado), que ya había sido utilizado
el 16 de septiembre de 1955 por un decreto suscripto por Juan Domingo Perón,74
restringiendo la vigencia de los derechos y garantías constitucionales y habilitando
la militarización de la sociedad y la declaración del estado de sitio.34 El
Plan Conintes de Frondizi permitía declarar zonas militarizadas a los
principales centros o ciudades industriales como La Plata, y autorizaba a las
Fuerzas Armadas a realizar allanamientos y detenciones (en las cuales se
interrogaban a sindicalistas y peronistas) sin cumplir las normas
constitucionales. Además, durante el «Estado Conintes» se declararon ilegales
las huelgas y manifestaciones.
El 12 de
marzo de 1960 se produjo un atentado terrorista mediante la colocación de una
bomba en el domicilio particular del capitán del Ejército David René Cabrera,
en el que resultó muerta su hija de 2 años y con heridas graves su hijo de 6
años, al derrumbarse prácticamente toda la vivienda. El hecho, que fue
realizado por indicación del dirigente de la resistencia peronista Alberto
Manuel Campos, fue uno de los 1566 atentados realizados durante el gobierno de
Frondizi8 y determinó que en la reunión entre el Presidente y los comandantes
de las tres armas del 14 de marzo se dispusiera poner en ejecución el plan
Conintes. En un principio los militares requerían otras medidas, como la ley
marcial, la cual conllevaba la posibilidad de aplicar la pena de muerte. El
general Toranzo Montero le había dicho al presidente: «(...) y con expresa
constancia de fusilar a todo aquel que sea descubierto in fraganti. La ley
marcial, de esta manera, va a limitar el terrorismo». Para evitar esto,
Frondizi dio ejecución por segunda vez el Plan CONINTES. Así fue que el 14 de
marzo de 1960, con el fin de reprimir las huelgas y protestas estudiantiles, el
presidente Frondizi aplicó otra vez el Plan CONINTES y declaró a todo el país
en «estado de conmoción interior del Estado».
Bajo el
Estado Conintes, el gobierno de Frondizi detuvo a cientos de opositores,
sindicalistas y activistas estudiantiles; a estos presos se los llamó «presos
Conintes». También intervino a los sindicatos. Para concentrar a los detenidos,
Frondizi habilitó las prisiones militares de Magdalena y Punta del Indio, y
reabrió la cárcel inhumana de Tierra del Fuego, instalada en la Isla de los
Estados, que Perón había clausurado en 1947. Algunos de los presos famosos de
ese momento fueron el comunista Rubens Íscaro, los peronistas Andrés Framini y
José Ignacio Rucci, y el folclorista paraguayo José Asunción Flores.
Recién el 2
de agosto de 1961, Frondizi dio por terminado el Estado Conintes. En 1962
volvió a declararse al país en Estado Conintes durante varios meses. El Plan
era preventivo y no aplicaba penas posteriormente a que se diera por
finalizado.
El gobierno
de Frondizi estuvo sumamente restringido por el poder militar, sufriendo
veintiséis asonadas militares y seis intentos de golpe de estado.
Con la
renuncia de Alsogaray en 1961, con los paros de empleados públicos, obreros y
sindicatos en la oposición, ante elecciones cada vez más próximas, Frondizi
decidió a dar un vuelco y anular la ilegalización del peronismo, dispuesta por
la dictadura militar en 1955. En las elecciones de 1962 el peronismo ganó la
gobernación de diez de las catorce provincias, incluida la poderosa Provincia
de Buenos Aires, donde triunfó el combativo dirigente sindical textil Andrés
Framini. Los militares querían que el Presidente anulara las elecciones para
que el peronismo no tuviera así ningún diputado ni senador en el Congreso; para
evitar esto, Frondizi intentó realizar una maniobra e intervino en ocho
provincias, con la idea de quitar los gobernadores peronistas electos, pero no
anular las elecciones, como le exigían los militares. De este modo, no pudo
evitar el golpe militar que lo derrocó pocos días después. El 29 de marzo fue
detenido por miembros de las Fuerzas Armadas y fue recluido en la Isla Martín
García.
Cuando
Frondizi atendió el teléfono aproximadamente a las dos y media de la mañana,
del otro lado estaba Clement, su Secretario de Marina, quien le informó: «Señor
presidente, quiero comunicarle que se ha resuelto su destitución y vamos a
detenerlo. Lo siento mucho, pero yo no puedo hacer nada y dentro de un rato lo
va a visitar el jefe de la casa militar. Se lo anticipo por si tiene que hacer
algún preparativo». Frondizi respondió: «No, muchas gracias».
Frondizi,
sin embargo, detenido por los militares, se negó a renunciar diciendo una frase
que se ha vuelto célebre en la historia argentina:
«No
renunciaré, no me suicidaré, no me iré del país».
La negativa
del presidente Frondizi a renunciar ante los militares golpistas extendió el
golpe en tratativas y conciliábulos entre los conspiradores. Ello agotó a los
golpistas y permitió una especie de golpe civil dentro del golpe militar, por
el cual algunos miembros de la Corte Suprema urdieron una ingeniosa maniobra,
tomándole juramento como «presidente provisional» al senador radical
intransigente José María Guido, quien era presidente provisional del Senado. Al
día siguiente, se produjo una situación con ribetes tragicómicos, cuando los
militares golpistas, luego de dormir para recuperarse de la larga jornada del
día anterior, concurrieron a la Casa Rosada para asumir el mando, siendo
informados por los periodistas allí asignados que el país ya tenía otro
presidente que había jurado esa mañana. Incrédulos, los conspiradores volvieron
a debatir cómo concretar el golpe y decidieron finalmente tomarle un «examen»
al nuevo «presidente», quien se comprometió a obedecer a los militares. Dicha
entrevista entre los militares golpistas y el «presidente» Guido, fue
registrada en un acta.
GOBIERNO
DE GUIDO
Siendo
presidente del Senado, por Río Negro, José María Guido obtuvo el cargo de
presidente provisional de la Nación luego del golpe de estado que derroca a
Arturo Frondizi, basándose en la Ley 252 sobre acefalía del Poder Ejecutivo,
para impedir que un militar ejerciera el cargo.
Designó un equipo
económico liberal (con figuras como Federico Pinedo y José Alfredo Martínez de
Hoz).
Poco después
(24 de julio) dictó un Estatuto de los Partidos Políticos que sirvió de
instrumento para no legalizar al peronismo.
Su breve
mandato estuvo marcado por los enfrentamientos armados entre facciones
militares opuestas (azules versus colorados). Su gobierno sobrevivió a varias
sublevaciones de las tres fuerzas armadas.
El 20 de
abril de 1962, el jefe de la Guarnición de Campo de Mayo, Enrique Rauch,
perteneciente a la línea nacionalista del Ejército, se subleva y exige la
renuncia del Comandante en Jefe del Ejército, Teniente General Raúl Alejandro
Poggi y del Ministro de Ejército, General de División Marino Carreras. Sin
embargo, el 22 de abril, Guido logra llegar a un acuerdo entre las partes antes
de que comenzaran las hostilidades: Rauch, Poggi y Carreras pasaron a situación
de retiro efectivo. El cargo de Ministro de Ejército queda en manos del General
de Brigada Juan Bautista Loza, asumió el 23 de abril e interinamente ejerció el
cargo de Comandante en Jefe hasta el nombramiento de Juan Carlos Lorio el 14 de
agosto en éste último cargo.
El 20 de
septiembre de 1962, el Comandante en Jefe del Ejército Argentino, el General de
Brigada Juan Carlos Lorio se sublevó e intentó deponer a Guido y pasar a retiro
a varios oficiales de su arma pero fracasó y Lorio fue relevado de su cargo por
Juan Carlos Onganía.
El 11 de
diciembre de ese año también se sublevó el Brigadier General Cayo Alsina,
comandante de la Fuerza Aérea Argentina, sin embargo dicho alzamiento fue
desbaratado y Alsina fue reemplazado por Carlos Armanini.
La última
asonada contra su gobierno la llevó a cabo la Armada Argentina el 1 de abril de
1963, fue encabezada por el Almirante Jorge Palma y contaba con el apoyo del
titular de la marina, Vicealmirante Enrique Grünwaldt. Sin embargo, este acto
de insurrección corrió la misma suerte que los otros dos anteriormente
mencionados, por lo que los cabecillas de esta asonada fueron arrestados y el
nuevo jefe de la fuerza naval fue Eladio Vázquez.
Finalmente
en 1963 volvió a convocar a elecciones limitadas, con proscripción del
peronismo, en las que resultó elegido presidente Arturo Illia de la Unión
Cívica Radical del Pueblo (UCRP), que asumió el poder el 12 de octubre de 1963,
saliendo segundo el voto en blanco que muchos peronistas utilizaron como forma
de protesta. El Presidente Illia también sería a su vez derrocado por un golpe
militar el 28 de junio de 1966.
GOBIERNO
DE ILLIA
Arturo Illia
asumió el 12 de octubre de 1963. Su primer acto de gobierno consistió en
eliminar las restricciones que pesaban sobre el peronismo. Desde la Revolución
Libertadora las manifestaciones de ese partido estaban prohibidas por el
Decreto 4161/56, sin embargo cinco días luego de que Illia asumiera el gobierno
se realizó un acto conmemorativo por el 17 de octubre en Plaza Miserere sin
limitación alguna. De la misma manera se levantaron las restricciones
electorales, habilitando la participación del peronismo en los comicios legislativos
del año 1965. También se levantó la prohibición que pesaba sobre el Partido
Comunista y se promulgaron penalidades a la discriminación y violencia racial.
Arturo
Frondizi había iniciado en su gobierno una política de explotación petrolera
basada en la locación de obras de los yacimientos a empresas privadas
reservando a la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) la
actividad de exploración y la compra de la producción a las empresas
concesionarias. A las objeciones de carácter económico y comercial (como el
traslado del riesgo empresario a YPF que debía realizar la inversión en nuevas
exploraciones, o el aumento de los precios de los combustibles), la plataforma
electoral de Illia denunciaba la política por ser consideradas concesiones y no
locaciones. Además por considerarla contraria a los intereses nacionales se
comprometió a anular los contratos de concesión.
El 15 de
noviembre de 1963 Illia firmó los Decretos 744/63 y 745/63 que anulaban dichos
contratos por "vicios de ilegitimidad y ser dañosos a los derechos e
intereses de la Nación". Esto lejos de beneficiar al gobierno lo dejaría
con mala fama internacional y sumaria nuevas fuerzas, esta vez internacionales
y muy poderosas, a la coalición que lo derrocaría.
El 15 de
junio de 1964 se publica en el Boletín Oficial la Ley 16.459, del salario
mínimo, vital y móvil, previa a la constitución del Consejo del Salario,
integrado por representantes del Gobierno, los empresarios y los sindicatos.
Entre los
objetivos del proyecto figuraban la necesidad de "evitar la explotación de
los trabajadores en aquellos sectores en los cuales puede existir un exceso de
mano de obra", "asegurar un ingreso mínimo adecuado" y
"mejorar los salarios de los trabajadores más pobres".
Con los
mismos objetivos, se promovió la Ley de Abastecimiento, destinada a controlar
los precios de la canasta familiar y la fijación de montos mínimos de
jubilaciones y pensiones.
La Ley 16.462,
también llamada Ley Oñativia en homenaje al Ministro de Salud Arturo Oñativia,
fue aprobada por todos los bloques, excepto UDELPA y la Federación de Partidos
del Centro, y sancionada el 28 de agosto de 1964. Establecía una política de
precios y de control de medicamentos, congelando los precios a los vigentes a
fines de 1963, fijando límites para los gastos de publicidad, imponiendo
límites a la posibilidad de realizar pagos al exterior en concepto de regalías
y de compra de insumos. La reglamentación de la Ley mediante el Decreto 3042/65
fijaba además la obligación para las empresas de presentar mediante declaración
jurada un análisis de costos y a formalizar todos los contratos de regalías
existentes.
Esta ley
surge, a partir de un estudio realizado por una comisión creada por el
Presidente Illia sobre 300.000 muestras de medicamentos. Muchos de estos
medicamentos no eran fabricados con la fórmula declarada por el laboratorio y
su precio excedía en un 1000% al costo de producción.
Partidarios,
opositores y observadores imparciales coincidieron en que esta política tuvo un
peso decisivo en el proceso político que culminara con el derrocamiento del
presidente a manos de un golpe militar.
La ley
15.437, pensada junto al entonces ministro de hacienda Jonatan O. Huesca fue
uno de los aciertos del presidente, ya que establecía que los productores de
hacienda, ya sea de ganado ovino, bovino, vacuno o porcino tenían la
oportunidad de solicitar un préstamo al gobierno para incentivar las
inversiones en su producción, así, la ganadería comenzó a surgir de entre las
cenizas.
Durante su
gestión de gobierno, la educación tuvo un peso significativo en el Presupuesto
Nacional. En el año 1963, su participación era del 12%, en el año 1964, del
17%, en el año 1965, del 23%.
El 5 de
noviembre de 1964 se pone en marcha el Plan Nacional de Alfabetización, con el
objetivo de disminuir la tasa de analfabetismo que para la época se estimaba en
poco más del 10% de la población adulta. En junio de 1965 el Programa contaba
con doce mil quinientos centros de alfabetización y su tarea alcanzaba a
trescientos cincuenta mil alumnos de dieciocho a ochenta y cinco años de edad.
Entre 1963 y
1966 se graduaron de la UBA 40.000 alumnos, cifra más alta en toda la historia
de la casa de estudios.
En materia
económica, el gobierno de Arturo Illia tuvo una política de ordenamiento del
sector público, de disminución de la deuda pública y de impulso a la
industrialización. Se creó la Sindicatura de Empresas del Estado, para un
control más eficaz de las empresas públicas.
La evolución
del Producto Bruto Interno durante ese período fue del -2,4% para el año 1963,
del 10,3% para el año 1964 y del 9,1% para el año 1965. La evolución del
Producto Bruto Industrial fue del -4,1% para el año 1963, del 18,9% para el año
1964 y del 13,8% para el año 1965. La deuda externa disminuyó de 3.400 millones
de dólares a 2.600 millones.
El salario
real horario creció entre diciembre de 1963 y diciembre de 1964 un 9,6%. La
desocupación pasó de 8,8% en 1963 a 5,2% en 1966.
El 28 de
junio de 1966, en una fría mañana de invierno se produjo el golpe militar en
medio de la indiferencia de la ciudadanía. El General de División Julio Rodolfo
Alsogaray, Jefe de la Casa Militar Brigadier Rodolfo Pío Otero, el coronel Luis
Perlinger y un grupo de oficiales se presentaron en el despacho presidencial
para solicitarle a Illia el retiro de la Casa de Gobierno, asegurándole en todo
momento su integridad física. Éste se negó rotundamente y luego de una fuerte
discusión donde manifestó "El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas
soy yo" los militares tuvieron que abandonar el despacho. Ante la fuerte
negativa los efectivos policiales ingresaron con pistolas lanzagases, mientras
que las tropas rodearon por completo la Casa Rosada. Perlinger volvió a
solicitar al presidente que se retire, caso contrario no podía garantizar la
seguridad de las personas que lo acompañaban. Ante esta situación Illia optó
por dejar el lugar. Rodeado por sus colaboradores bajó por la escalera hasta la
planta baja, cruzó por la entrada y se dirigió a la calle, y como no disponía
de vehículo porque lo vendió durante su presidencia abandonó el lugar en un
taxi que lo llevó a la casa de su hermano en Martínez. Al día siguiente asumió
Onganía, autodenominando al golpe «Revolución Argentina».
LA DENOMINADA “REVOLUCIÓN ARGENTINA” Y LA “FUGA DE CEREBROS”
El período
comprende desde el Golpe de Estado que derrocó a Illia y las presidencias de
los militares Onganía (1966-1970), Levingnston (1970-1971) y Lanusse (1971-1972),
culminando con la salida democrática y el retorno del peronismo al poder.
Artículo:
29 de julio de 1966 - La noche de
los bastones largos
|
Carta de Warren A. Ambrose a The New York Times
|
El 29 de julio de 1966, las
universidades nacionales fueron intervenidas y ocupadas militarmente en el
episodio que se conoce como la “noche de los bastones largos”. Cientos de
profesores, alumnos y no docentes que ocupaban varios de los edificios de las
facultades de Buenos Aires en defensa de la autonomía universitaria y la
libertad de cátedra fueron salvajemente golpeados por miembros de la Guardia
de Infantería de la Policía Federal, enviados por Onganía, quien decretó la
intervención a las universidades nacionales y la “depuración” académica, es
decir, la expulsión de las casas de altos estudios a los profesores
opositores, sin importar su nivel académico. La consecuencia de esta
noche negra para la cultura nacional fue el despido y la renuncia de 700 de
los mejores profesores de las universidades argentinas, que continuaron sus
brillantes carreras en el exterior. A continuación transcribimos una carta
del profesor Warren A. Ambrose, Profesor de Matemáticas en Massachussets
Institute of Technology (MIT) y en la Universidad Nacional de Buenos Aires,
publicada en la sección carta de lectores de The New York Times, el 3 de
agosto de 1966.
Carta del profesor Warren A.
Ambrose
Buenos Aires, Argentina, 30 de
julio de 1966
Estimados señores:
Quisiera describirles un brutal incidente ocurrido anoche en la
Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y pedir que
los lectores interesados envíen telegramas de protesta al presidente Onganía.
Ayer el Gobierno emitió una ley suprimiendo la autonomía de la
Universidad de Buenos Aires y colocándola (por primera vez) bajo la
jurisdicción del Ministerio de Educación. El Gobierno disolvió los Consejos
Superiores y Directivos de las universidades y decidió que de ahora en
adelante la Universidad estaría controlada por los Decanos y el Rector, que
funcionarían a las órdenes del Ministerio de Educación. A los Decanos y al
Rector se les dio 48 horas de plazo para aceptar esto. Pero los Decanos y el
Rector emitieron una declaración en la cual se negaban a aceptar la supresión
de la autonomía universitaria.
Anoche a las 22, el Decano de la Facultad de Ciencias, Dr. Rolando
García (un meteorólogo de fama que ha sido profesor de la Universidad de
California en Los Ángeles), convocó a una reunión del Consejo Directivo, de
la Facultad de Ciencias (compuesto de profesores, graduados y estudiantes,
con mayoría de profesores) e invitó a algunos otros profesores (entre los que
me incluyo), a asistir al mismo. El objetivo de la reunión era asistir al mismo.
El objetivo de la reunión era informar a los presentes sobre la decisión
tomada por el Rector y los Decanos, y proponer una ratificación de la misma.
Dicha ratificación fue aprobada por 14 votos a favor, con una abstención
(proveniente de un representante estudiantil).
Luego de la votación, hubo un rumor de que la policía se dirigía hacia
la Facultad de Ciencias con el propósito de entrar, que en breve plazo
resultó cierto. La policía llegó y sin ninguna formalidad exigió la
evacuación total del edificio, anunciando que entraría por la fuerza al cabo
de 20 minutos (las puertas de la Facultad habían sido cerradas como símbolo
de resistencia –aparte de esta medida no hubo resistencia). En el interior
del edificio la gente (entre quienes me encontraba) permaneció inmóvil, a la
expectativa. Había alrededor de 300, de los cuales 20 eran profesores y el
resto estudiantes y docentes auxiliares. (Es común allí que esa hora de la
noche haya mucha gente en la Facultad porque hay clases nocturnas, pero creo
que la mayoría se quedó para expresar su solidaridad con la Universidad).
Entonces entró la policía. Me han dicho que tuvieron que forzar las
puertas, pero lo primero que escuché fueron bombas, que resultaron ser gases
lacrimógenos. Al poco tiempo estábamos todos llorando bajo los efectos de los
gases. Luego llegaron soldados que nos ordenaron, a los gritos, pasar a una
de las aulas grandes, donde nos hizo permanecer de pie, con los brazos en
alto, contra una pared. El procedimiento para que hiciéramos eso fue gritarnos
y pegarnos con palos. Los golpes se distribuían al azar y yo vi golpear
intencionalmente a una mujer –todo esto sin ninguna provocación. Estoy
completamente seguro de que ninguno de nosotros estaba armado, nadie ofreció
resistencia y todo el mundo (entre quienes me incluyo) estaba asustado y no
tenía la menor intención de resistir. Estábamos todos de pie contra la pared
–rodeados por soldados con pistolas, todos gritando brutalmente
(evidentemente estimulados por lo que estaban haciendo –se diría que estaban
emocionalmente preparados para ejercer violencia sobre nosotros). Luego, a
los alaridos, nos agarraron a uno por uno y nos empujaron hacia la salida del
edificio. Pero nos hicieron pasar entre una doble fila de soldados, colocados
a una distancia de diez pies entre sí, que nos pegaban con palos o culatas de
rifles y que nos pateaban rudamente en cualquier parte del cuerpo que
pudieran alcanzar. Nos mantuvieron incluso a suficiente distancia uno de otro
de modo que cada soldado pudiera golpear a cada uno de nosotros. Debo agregar
que los soldados pegaron tan brutalmente como les era posible y yo (como
todos los demás) fui golpeado en la cabeza, en el cuerpo, y en donde
pudieron alcanzarme. Esta humillación fue sufrida por todos nosotros –mujeres,
profesores distinguidos, el Decano y Vicedecano de la Facultad, auxiliares
docentes y estudiantes. Hoy tengo el cuerpo dolorido por los golpes recibidos
pero otros, menos afortunados que yo, han sido seriamente lastimados. El
profesor Carlos Varsavsky, director del nuevo Radioobservatorio de La Plata,
recibió serias heridas en la cabeza, un ex secretario de la Facultad (Simón)
de 70 años de edad fue gravemente lastimado, como asimismo Félix
González Bonorino, el geólogo más eminente del país.
Después de esto, fuimos llevados a la comisaría seccional en camiones,
donde nos retuvieron un cierto tiempo, después del cual los profesores fuimos
dejados en libertad sin ninguna explicación. Según mi conocimiento, los
estudiantes siguen presos. A mí me pusieron en libertad alrededor de las 3 de
la mañana, de modo que estuve con la policía alrededor de cuatro horas.
No tengo conocimiento de que se haya ofrecido ninguna explicación por
este comportamiento. Parece simplemente reflejar el odio para mí
incomprensible, ya que a mi juicio constituyen un magnífico grupo, que han
estado tratando de construir una atmósfera universitaria similar a la de las
universidades norteamericanas. Esta conducta del Gobierno, a mi juicio, va a
retrasar seriamente el desarrollo del país, por muchas razones entre las
cuales se cuenta el hecho de que muchos de los mejores profesores se van a ir
del país.
Atentamente,
|
Warren Ambrose
Profesor de Matemáticas en Massachussets Institute of Technology y en la Universidad Nacional de Buenos Aires |
LA REVOLUCIÓN ARGENTINA
El gobierno
de Illia fue blanco de las críticas de muchos sectores, incluido el periodismo,
que recurrió a la imagen de una tortuga para caracterizar la gestión del
Presidente como timorata y falta de energía. Simultáneamente se resaltaba la
personalidad de los militares, especialmente del general Juan Carlos Onganía,
contraponiéndolo con la imagen de los políticos, alentándolos a intervenir como
"salvaguarda de la Patria". El 28 de junio de 1966, la junta militar
integrada por el teniente general Pascual Pistarini, el almirante Benigno
Ignacio Varela y el brigadier general Adolfo Teodoro Álvarez, designan a Juan
Carlos Onganía como presidente de la Nación Argentina. El mismo Juan Domingo
Perón aplaudió el golpe desde Madrid, subrayando que el golpe de estado era
"la única salida para acabar con el régimen corrupto que imperó en
Argentina en los últimos tres años".
Finalmente
para entonces, Estados Unidos, en el marco de la Guerra Fría, ya comenzaba a
mover abiertamente la guerra sucia y la instalación de dictaduras militares permanentes
en América Latina, impulsadas desde la Escuela de las Américas instalada en
Panamá, dentro de la llamada "doctrina de seguridad nacional". Como
primer paso de ese camino, las Fuerzas Armadas habían instalado en 1964 un
gobierno militar permanente en Brasil al revocar al presidente João Goulart
(Jango).
La
confección del golpe que luego llevaría al poder a Onganía corrió por cuenta
del Comandante del Primer Cuerpo del Ejército y posterior titular del Ejército,
General de División Julio Alsogaray, con la anuencia del por entonces
Comandante en Jefe del Ejército Argentino Teniente General Pascual Pistarini.
Las filas
castrenses adherían a la doctrina de seguridad nacional, por medio de la cual
las Fuerzas Armadas argentinas aseguraban defender valores nacionales de la
agresión marxista, en forma de guerrilla y que se volvía xenofóbica
mundialmente. De esta manera empezó la conspiración para tomar el poder y
llevar el fin del incipiente comunismo.
El gobierno
de Arturo Illia debió afrontar la debilidad derivada de haber sido elegido en
elecciones en las que el peronismo estuvo proscripto, por lo que una gran parte
del electorado votó en blanco en un 19,72% y ganó por minoría. Si bien tenía la
mayoría en el Senado, en Diputados era inferior.
La falta de
reconocimiento de legitimidad al gobierno de Illia por parte de los
simpatizantes peronistas se vio agravada por un plan de lucha del movimiento
obrero, afectado por la decisión del gobierno de sancionar modificaciones a la
legislación sindical sin consultar a los sindicatos y tratar de dividirlo
internamente para debilitar su monopolio de poder. Esto erosionó el frágil
orden constitucional.
En el año
1965 el gobierno convocó a elecciones legislativas eliminando todas las
restricciones que pesaban sobre el peronismo en la etapa previa. En un intento
de lograr legitimidad y poder la UCRP, mediante el aprovechamiento de la
escisión que sufría el peronismo con Augusto Vandor, se propuso ganarle al
peronismo para constituirse en el partido más fuerte. El peronismo presentó sus
propias listas de candidatos y triunfó ampliamente en las elecciones con
3.278.434 votos contra 2.734.970 de la Unión Cívica Radical del Pueblo. El
triunfo del peronismo agitó la situación interna de las Fuerzas Armadas. El
descontento militar se combinó con una fuerte campaña de desprestigio,
impulsada por sectores económicos conservadores que criticaban duramente
ciertas políticas del gobierno radical, como la Ley de Medicamentos (Ley
Oñativia), la política petrolera y cierta autonomía respecto a la posición de
los Estados Unidos en política internacional.
Existía
fuerte apoyo al golpe desde sectores de la ciudadanía como la prensa
conservadora, que hizo ver a su gestión de lenta e ineficiente y llegando a
caricatutizarlo como una tortuga; un poder económico irritado por las medidas
en los medicamentos y contratos petroleros; una mayoría de partidos políticos
en oposición, excepto el radicalismo, el comunismo y los socialistas. También
pesaba un considerable sector del movimiento sindical. Ante la presión de todas
estas fuerzas sobre el gobierno, consiguieron debilitarlo y derrumbarlo en la
opinión pública. El general «azul» empezó a verse como la «única vía para
garantizar orden y autoridad». Toda esta coalición confió en el ejército para la
"modernización y organización del país".
El 28 de
junio de 1966 a partir de la hora 3.15 a.m. se produjo el golpe militar en
medio de la indiferencia de la ciudadanía. El general Alsogaray se presentó a
las 5 de ese día en el despacho presidencial e "invitó a retirarse"
al Presidente. Éste se negó inicialmente, pero a las 19:20, al ver el despacho
invadido por efectivos policiales con pistolas lanzagases y rodeada la Casa
Rosada por las tropas, Illia optó por abandonar el sitio. Al día siguiente asumió
Onganía.
GOBIERNO
DE ONGANÍA
Luego del
golpe, recién asumido como presidente, comunicaba a la población:
"Argentinos, he asumido el cargo de
Presidente de la Nación que las Fuerzas Armadas han coincidido en conferirme,
con brevedad de la circunstancia nacional que nos impone obligaciones
inexcusables. Acepto ésta responsabilidad excepcional persuadido de que es
menester producir en la República un cambio fundamental, una verdadera
revolución que devuelva a nuestros argentinos su fe, su confianza y su orgullo".
Onganía
nombró como su ministro de economía a Adalbert Krieger Vasena, quien revocó las
medidas de nacionalización y control de capitales del gobierno de Illia, y
contuvo la inflación congelando los salarios y devaluando un 40% la moneda
nacional. Se alejó, sin embargo, de la ortodoxia liberal afrontando obras
públicas, con lo que mantuvo el ritmo de la actividad industrial. La
participación de los salarios en la renta nacional estuvo cercana al 43%
durante el período 1967-1969. Las exportaciones se mantuvieron altas, pero el
sector agrario fue perjudicado por la devaluación y por el aumento de los
porcentajes de retención a las exportaciones, así como por la supresión de las
medidas de protección. En lo laboral se sancionó una ley de arbitraje
obligatorio, que condicionó la posibilidad de hacer huelga.
Durante su
gobierno desarrolló la teoría de la necesidad de atender primero el 'tiempo
económico' sobre el 'tiempo social' y el 'tiempo político'. Onganía intentó
mantener la participación de los distintos sectores del país en su gobierno
mediante la formación de comités consultivos en áreas específicas de la
política agraria, industrial y económica. Esta medida recibió fuertes críticas
de los sectores más conservadores del ejército; sumado al disenso entre los
generales, el asesinato del teniente general Pedro Eugenio Aramburu en 1970
terminó con los días de Onganía frente al Poder Ejecutivo.
Un mes
después del golpe de estado, las universidades públicas argentinas estaban
entonces organizadas de acuerdo a los principios de la Reforma Universitaria,
que establecían la autonomía universitaria del poder político y el cogobierno
tripartito de estudiantes, docentes y graduados.
El estallido
ocurrió el 28 de julio de 1966 cuando estudiantes y docentes manifestaban en la
Universidad. La represión fue particularmente violenta en las facultades de
Ciencias Exactas y Naturales y de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires.
La policía
tenía órdenes de reprimir duramente. El nombre proviene de los bastones largos
usados por la policía para golpear con dureza a las autoridades universitarias,
los estudiantes, los profesores y los graduados, cuando los hicieron pasar por
una doble fila al salir de los edificios, luego de ser detenidos.
Fueron
detenidas 400 personas y destruidos laboratorios y bibliotecas universitarias.
Como resultado de esta política represiva, cientos de científicos e
investigadores se exiliaron, lo que constituyó una significativa "fuga de
cerebros".
El gobierno
de Onganía prohibió las representaciones del ballet El mandarín maravilloso de
Béla Bartók y de La consagración de la primavera de Igor Stravinsky y
posteriormente el estreno argentino en el Teatro Colón de la ópera de Alberto
Ginastera y Manuel Mujica Láinez, Bomarzo, que venía de estrenarse en
Washington. La censura se extendió al cine con la prohibición de Blow Up de
Michelangelo Antonioni y de espectáculos teatrales en el Instituto Di Tella
entre otros.
En junio de
1969 renunció el gabinete en pleno. El nuevo ministro de economía convocó a
paritarias para descomprimir la presión laboral, pero las aguas siguieron
revueltas. Conflictos gremiales, paros activos, y puebladas como el cordobazo
se manifestaban en todo el país. También empezaban a surgir las guerrillas
urbanas como el ERP y Montoneros.6 En una reunión con los altos mandos
castrenses fue consultado por los plazos estimados para la concreción de su
mandato y el general respondió:
«Es un proceso muy largo. No se puede
reestructurar la sociedad en 10 o 20 años».
Muchos
hicieron cuentas rápidas y pensaron en 1990, pero Onganía fue más lejos
diciendo:
«Si es preciso se debe modificar la
constitución, se debía pensar en un período transcurrido entre la Revolución de
Mayo y la sanción de la constitución Argentina, lo que es equivalentes a 43
años para 2013».
El secuestro
y muerte del general Pedro Eugenio Aramburu y el denominado Cordobazo* terminó
de debilitar su gobierno y el 8 de junio los 3 comandantes depusieron al
general azul. El todopoderoso general debió renunciar de modo humillante al
dejar su renuncia de forma personal en la sede del Estado Mayor Conjunto de las
Fuerzas Armadas.
*Artículo
|
GOBIERNO
DE LEVINGSTON
El general
Levingston expresaba a un sector nacionalista-desarrollista de las Fuerzas
Armadas apoyado por los radicales intransigentes, que designó al economista
radical Aldo Ferrer como Ministro de Economía. Presionado a convocar a
elecciones por los partidos políticos que comenzaban a reorganizarse en La Hora
del Pueblo se produjo un golpe interno mediante el cual Levingston fue
derrocado por el propio Comandante en Jefe del Ejército y hombre fuerte de la
Revolución argentina, el general Alejandro Agustín Lanusse.
GOBIERNO
DE LANUSSE
Este nuevo
presidente de facto gobernó desde marzo de 1971 a mayo de 1973, y al igual que
sus predecesores, su período de gobierno fue visto asimismo con gran antipatía
y rechazo de parte de la población. Pese a ello su gestión se caracterizó por una
gran inversión en importantes obras de infraestructura nacional (rutas,
puentes, represas, etc.).
En un clima
de creciente inestabilidad política en el que ocurrieron hechos de sangre como
la Masacre de Trelew, se profundizó el accionar de organizaciones armadas
clandestinas tales como el Ejército Revolucionario del Pueblo, Montoneros,
Fuerzas Armadas Revolucionarias, y ante la creciente presión tanto de los
simpatizantes peronistas como del propio Perón desde su exilio en Madrid.
Lanusse
preparó el terreno para la vuelta de un gobierno civil, e intentó formar una
suerte de peronismo sin Perón en su frustrado proyecto político, al cual
denominó el Gran Acuerdo Nacional (GAN). Para ello designó como Ministro del
Interior a Arturo Mor Roig, un destacado miembro de la Unión Cívica Radical que
contó con el apoyo de los partidos políticos a través de La Hora del Pueblo.
Entre los
militares y economistas había temor por las amenazas de que el orden económico
y social podría verse afectado. Se temió la convergencia entre las
isurrecciones urbanas y el accionar de la guerrilla. Frente a este escenario
Perón parecía el único político capaz de encauzar la rebelión y pacificar los
ánimos. Pasó a ser la salvación de Argentina ante la conmoción social.
En 1972 el
gobierno militar convocó a elecciones generales ante las exigencias de los
ilegalizados partidos políticos, ya durante el gobierno de Levingston, habían
confeccionado y consensuado por su parte el documento La Hora del Pueblo donde
se proponía la salida electoral sin proscripciones.
Lanusse,
ante las peligrosas tensiones emergidas a partir de 1969, debió optar entre una
dictadura de imprevisibles consecuencias y una salida electoral. Levantó la
proscripción al Partido Justicialista, desafío al líder a regresar al país para
no ser proscripto en 1973, pero la mantuvo sobre Juan Domingo Perón, al elevar
la cantidad de años de residencia necesarios para ser electo Presidente,
requisito que Perón no cumplía por haber estado exiliado 18 años en España. En
un agónico intento por causar la derrota de Perón reformó el sistema de
balotaje. Según los cálculos militares el peronismo no iba alcanzar la
mayoríaen la 1º vuelta y sería derrotado en la 2º por una alianza de fuerzas
políticas.
En las
elecciones resultó electo con el 49,6% Héctor José Cámpora por el FREJULI
(Frente Justicialista de Liberación), nombre que en aquella instancia usó el
Partido Justicialista bajo la tutela del propio Perón, junto a otros partidos
menores y ocasionales aliados políticos. El eslogan de campaña que lo hizo
triunfar era: «Cámpora al Gobierno, Perón al poder».10
Fracasaba
así la aventura militar que intentó perpetuarse en el poder, no obstante sería
recordada como la 2ª dictadura más larga y más dura de la historia argentina.
La experiencia militar de tipo «permanente» que se intentó imponer había
comprobado que no era posible gobernar con falta de legitimidad y sin consenso
de las masas populares.
LA GUERRA FRÍA Y EL SURGIMIENTO DE IDEOLOGÍAS REVOLUCIONARIAS
¿Qué fue la
Guerra Fría?
Se denomina
Guerra Fría al enfrentamiento ideológico que tuvo lugar durante el siglo XX,
desde 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) hasta el fin de la URSS (que
ocurrió entre 1989 con la caída del muro de Berlín y 1991 con el golpe de
Estado en la URSS), entre los bloques occidental-capitalista liderado por
Estados Unidos, y oriental-comunista liderado por la Unión Soviética.
Este
enfrentamiento tuvo lugar a los niveles político, ideológico, económico,
social, tecnológico, militar, informativo e incluso deportivo.
Ninguno de
los dos bloques tomó nunca acciones directas contra el otro, razón por la que
se denominó al conflicto "guerra fría".
Estas dos
potencias se limitaron a actuar como «ejes» influyentes de poder en el contexto
internacional y a la cooperación económica y militar con los países aliados o
satélites de uno de los bloques contra los del otro.
Si bien
estos enfrentamientos no llegaron a desencadenar una guerra mundial, la entidad
y la gravedad de los conflictos económicos, políticos e ideológicos, que se
comprometieron, marcaron significativamente gran parte de la historia de la
segunda mitad del siglo XX. Las dos superpotencias ciertamente deseaban
implantar su modelo de gobierno en todo el planeta.
Los límites
temporales del enfrentamiento se ubican entre 1945 y 1947 (fin de la Segunda
Guerra Mundial y fin de la posguerra, respectivamente) hasta 1985 (inicio de la
Perestroika) y 1991 (disolución de la Unión Soviética).
¿Por qué
surgieron las ideologías revolucionarias?
América
Latina se volvió un flanco del combate ideológico entre las dos potencias
mundiales, al triunfar en Argentina las dictaduras propiciadas por los Estados
Unidos, el otro bando apostó por la
denominada lucha revolucionaria consistente en la inserción ideológica o por
las armas.
En la
Argentina los grupos de ideas revolucionarias vieron su cénit en los años del
final de la Revolución Argentina y en el período conocido como la Segunda Etapa
Peronista, que comprende las presidencias de Cámpora (1973), Lastiri (1973),
Perón (1973-1974) y Estela Martinez (1974-1976).
GOBIERNO
DE CÁMPORA
Cámpora
asumió el 25 de mayo de 1973, dándose así por finalizado el período dictatorial
de la autoproclamada Revolución Argentina. Acudieron al acto de investidura,
entre otros, el entonces presidente socialista de Chile, Salvador Allende, y el
de Cuba, Osvaldo Dorticós. En la tradicional Plaza de Mayo, se concentraron
para recibirlo más de un millón de personas.
Ese día,
Cámpora, custodiado a la par de cientos de seguidores, asumió la Presidencia y
en su discurso inaugural dijo:
"Abrigo la esperanza de dar término a
mis funciones acompañado por el afecto de mis compañeros y de mis amigos, y el
respeto de mis adversarios. Sé que he de lograrlo, como ha sido hasta ahora,
porque trataré, con honestidad, de hacer lo que el Pueblo quiere"
Ese 25 de
mayo de 1973, el caos también se apoderó de las calles: hubo dos muertos y
varios heridos, entre varios desmanes públicos.
Una vez
asumido el cargo de Presidente de la Nación, realizó cambios en los mandos de
las Fuerzas Armadas de su país. En el Ejército Argentino fue designado
comandante el Teniente General Jorge Raúl Carcagno, en la Fuerza Aérea
Argentina fue nombrado como titular el Brigadier General Héctor Luis Fautario,
mientras que el Almirante Carlos Álvarez fue designado como nuevo jefe de la
Armada de la República Argentina.
Al caer la
tarde del 25 de mayo rodeó la cárcel de Villa Devoto una multitud integrada por
manifestantes que habían estado en la Plaza de Mayo, a los que sumaron familiares
de los presos así como simpatizantes del Ejército Revolucionario del Pueblo que
no habían estado en aquella plaza. A las 20 horas eran unas 30.000 personas y
estaban también Abal Medina y varios diputados de distintos partidos políticos.
El gobierno prefería promover la ley de amnistía que había prometido durante la
campaña electoral más que recurrir al indulto y aparecer cediendo a una presión
pero, sobre todo, quería evitar reprimir a los manifestantes. A todo esto los
presos políticos habían comenzado a controlar la cárcel. Abal Medina habló a la
multitud tratando de calmarla reiterando la promesa de liberación y pidió, sin
resultado, que se desconcentraran. Luego, desde los muros de la cárcel donde
estaba detenido, les habló el dirigente del ERP Pedro Cazes Camarero pidiendo
que no se fueran. A las 20:45 Cazes Camarero y Fredy Ernest, de Montoneros,
hablaron con la multitud diciéndoles que habían dado 40 minutos de plazo a las
autoridades para que dieran una definición, y a las 21 hs. Abal Medina les
anunció que la liberación sería esa misma noche.
Mientras en
la Casa Rosada se preparaba un decreto de indulto, en la cárcel se levantó un
acta haciendo constar que los presos eran liberados "bajo
responsabilidad" de los siete diputados allí presentes y los beneficiados
comenzaron a salir del penal junto con buena parte de los presos comunes que
aprovecharon la confusión reinante. La liberación de presos políticos se
realizó también en algunas cárceles del interior del país que vivieron la misma
situación. La liberación incluyó presos políticos ubicados desde la extrema
izquierda a la extrema derecha, pero por sobre todo miembros de organizaciones
armadas condenados por jueces comunes y otros por la Cámara Federal en lo Penal
(creada en 1971), por delitos tales como homicidios, atentados con explosivos,
toma de comisarías y pueblos, etc. Algunos juristas consideraban a la Cámara
Federal Penal una comisión especial de juzgamiento prohibida por la
Constitución Nacional y la denominaban despectivamente "Camarón".
Durante el
gobierno de Cámpora y el de Perón sus miembros fueron perseguidos, y varios de
ellos asesinados por aquellos presos liberados en esta amnistía. Posteriormente
se dio a conocer el decreto de indulto que legalizaba las liberaciones y el 27
de mayo se sancionó la ley 20.508 que comprendía a los autores de delitos
políticos así como "los cometidos con motivo o en ocasión de una huelga,
un paro, ocupación de fábrica u otra medida de fuerza o para servir a
estos" y disponía que "en razón de la amnistía que se concede nadie
podrá ser interrogado, investigado, citado a comparecer ni obligado a soportar
ninguna molestia".
El 28 de
mayo Argentina reanudó las relaciones diplomáticas con Cuba, interrumpidas por
el gobierno militar, y comenzó a proveer a ese país de productos alimenticios e
industriales para romper el bloqueo estadounidense.
Designó a
José López Rega como ministro de Bienestar Social, Jorge Otero en el Ministerio
de Trabajo, Esteban Righi como ministro del Interior y a Jorge Taiana en el
Ministerio de Educación. Como Ministro de Economía nombró a José Ber Gelbard,
presidente de la Confederación General Económica, que procuró establecer un
pacto social entre la Confederación General del Trabajo, el empresariado
nacional y el Estado, lo que incluía un aumento de salarios y el congelamiento
de precios. Se retornó a los lineamientos económicos de los anteriores
gobiernos de Perón, con una política nacionalista, estatista y
distribucionista.
El 20 de
junio de 1973, al regresar Perón al país, tiene lugar la llamada Masacre de
Ezeiza, donde una emboscada de la derecha peronista desde el palco de honor,
arremete contras las columnas que venían a reencontrarse con su líder dejando
un saldo de 13 muertos y 365 heridos.
Cuando Perón
expresó su voluntad de volver a ejercer la primera magistratura del país,
Cámpora y Solano Lima renunciaron a sus cargos el 13 de julio de 1973, siendo
ocupado su cargo por el presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri.
Éste llamó nuevamente a elecciones, resultando elegidos como presidente y
vicepresidente —con más del 60% de los votos— el general Perón y su esposa,
María Estela Martínez de Perón. Cámpora se desempeñó algún tiempo como
embajador en México y luego regresó sin cargos a la Argentina.
Su cercanía
con la izquierda peronista lo enfrentó con la derecha partidaria, liderada por
el propio Perón. Luego del acto donde Perón insultó y echó de Plaza de Mayo a
los sectores de izquierda, Cámpora fue echado del partido a causa de sus ideas
revolucionarias y la liberación de presos políticos sucedida durante su
mandato.
GOBIERNO
DE LASTIRI
Cuando se
convocaron nuevamente comicios en Argentina, López Rega logró que Cámpora
incluyera a Lastiri en la lista de candidatos a Diputado Nacional, y tras el
triunfo electoral del FREJULI, fue designado presidente de la Cámara de
Diputados de la Nación, cargo en el que se encontraba hasta la renuncia de
Cámpora y Solano Lima.
En ese
momento, por influencia de José López Rega –ministro de Bienestar Social–, se
consideró conveniente interferir el dispositivo constitucional de sucesión
presidencial, para lo cual al vicepresidente provisional del Senado, Díaz
Bialet (2º en la línea sucesoria), precipitadamente se lo embarcó en el primer
avión para Europa a cargo de una misión inexistente. De este modo, Lastiri (el
tercero en la línea constitucional por ser presidente de la Cámara de
Diputados) pudo asumir provisionalmente la presidencia y convocar a nuevas elecciones
donde entregó el mando a Juan Domingo Perón, electo para su tercer mandato.
Durante el
breve gobierno de Lastiri —que había sido electo diputado por el Frente
Justicialista de Liberación pese a pertenecer al ala conservadora del
justicialismo— se produjo un giro a la derecha en el gobierno peronista.
Lastiri era yerno de López Rega, el ideólogo de la Alianza Anticomunista
Argentina, también conocida como La triple A.
Alberto Juan
Vignes, reemplazó a Juan Carlos Puig en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Además, el nuevo ministro del Interior fue Benito Llambí, tras la salida
Esteban Righi, considerado afín a Montoneros, lo cual no era cierto, ya que
Montoneros lo consideraba afín al establishment. Sucede que Righi entablaba
relaciones con todos los sujetos políticos, como corresponde a un gobierno
nacional y popular, en lugar de reprimir y asesinar, como sucedería luego.
A pesar de
ello, la política exterior siguió un perfil tercermundista. En agosto de 1973,
la Argentina concedió a Cuba un préstamo de 200 millones de dólares para
adquirir maquinarias y automóviles. José Ber Gelbard, también confirmado como
ministro de Economía, continuó con su política anterior, nacionalizando los
depósitos bancarios y anunciando un Plan Trienal de desarrollo.
Lastiri, sin
embargo, detuvo las medidas de amnistía y pacificación de los presos políticos
del régimen de Lanusse que había tomado Cámpora con amplio apoyo popular, con
lo que hacia el final de su mandato recrudecieron las acciones de Montoneros y
del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
El 25 de
septiembre de 1973, el secretario general de la Confederación General del
Trabajo (CGT), José Ignacio Rucci fue asesinado. Aunque en primera instancia
negaron la autoría, finalmente se descubrió la implicación de miembros de
Montoneros en el hecho. Ese mismo mes, el ERP había asaltado el Comando de
Sanidad del Ejército en el barrio de Parque Patricios de la ciudad de Buenos
Aires, con un saldo de un muerto, lo que se utilizó para justificar su
ilegalización y la clausura del diario El Mundo.
TERCER
PRESIDENCIA DE PERÓN
En las
elecciones que se celebraron Perón ganó con el 62% de los votos contra el
candidato de la Unión Cívica Radical, Ricardo Balbín. Se convirtió en
presidente por tercera vez en octubre de 1973 con su esposa Isabel Martínez de
Perón como vicepresidente.
El tercer
gobierno de Perón estuvo signado por permanentes conflictos entre sus
seguidores de izquierda y derecha. Grupos parapoliciales con apoyo estatal (la
Alianza Anticomunista Argentina - AAA - organizada por José López Rega)
persiguieron y mataron a militantes de izquierda. Perón falleció el 1 de julio
de 1974 y fue sucedido por su esposa. El entonces Secretario Técnico de la
Presidencia de la Nación, Gustavo Caraballo, afirma que Perón le había
solicitado que modificara la ley de Acefalía, para permitirle al dirigente
radical Ricardo Balbín asumir como su sucesor pero eso finalmente no se
concretó.
Juan Domingo
Perón falleció el 1 de julio de 1974 debido a un paro cardíaco resultado del agravamiento
de la cardiopatía isquémica crónica que padecía. El anuncio al país fue
realizado por su viuda, la vicepresidenta María Estela Martínez, que poco
después asumió la presidencia.
Tras varios
días de duelo nacional, en los que el cuerpo fue velado en el Congreso de la
Nación por cientos de miles de personas, los restos fueron trasladados a una
cripta en la Quinta Presidencial de Olivos. El 17 de noviembre de 1974 los
restos de Evita, que habían quedado en España, fueron trasladados por el
gobierno de María Estela Martínez de Perón y depositados en la misma cripta.
Mientras tanto, el gobierno comenzó a proyectar el Altar de la Patria, un
mausoleo gigantesco que albergaría los restos de Juan Perón, Eva Duarte de
Perón, y todos los próceres de la Argentina.
Mientras se
encontraba el cuerpo en el Congreso, desfilaron ante el féretro 135 mil
personas; afuera, más de un millón de argentinos quedaron sin dar el último
adiós a su líder. Dos mil periodistas extranjeros informaron de todos los
detalles de las exequias.
GOBIERNO
DE ESTELA MARTÍNEZ
Su gobierno
se desarrolló en el marco internacional de la llamada crisis del petróleo y de
una extrema violencia política interna, con actuación de varios grupos armados.
Ignorando el
acercamiento entre Perón y el líder de la oposición, el radical Ricardo Balbín,
Martínez se apoyó principalmente en su ministro de Bienestar Social, el ex
secretario personal de Perón, José López Rega, conocido como Daniel por sus
allegados y el Brujo por sus adversarios políticos. López Rega ejerció una
importante influencia sobre Martínez, fortaleciendo la presencia en el gobierno
de los sectores de derecha por sobre otros grupos, y organizó desde el gobierno
una fuerza parapolicial conocida como Alianza Anticomunista Argentina o Triple A
que emprendió acciones de hostigamiento a figuras destacadas de la izquierda
que acabarían en secuestros, torturas y asesinatos.
Desde el
gobierno la actitud de control fue también rigurosa, interviniendo varias
provincias disidentes, universidades, sindicatos, los canales de televisión
privados, y reforzando la censura contra libros, diarios y revistas. El
gobierno exhibió una marcada inoperancia administrativa en distintas áreas.
La economía
argentina sufrió daños graves, con una inflación galopante, la paralización de
las inversiones de capital, la suspensión de las exportaciones de carne a
Europa y el inicio del crecimiento incontrolable de la deuda externa. Una
solución de corte monetarista intentada por el ministro Alfredo Gómez Morales,
un histórico del peronismo, no tuvo éxito, y provocó una fuerte retracción de
la liquidez, iniciando un complicado proceso de estanflación. La suspensión de
las compras de carne argentina por el Mercado Común Europeo empeoró la
situación.
En junio de
1975, el nuevo ministro de Economía, Celestino Rodrigo, auspiciado por López
Rega, aplicó una violenta devaluación de la moneda acompañada de aumentos de
tarifas; el llamado Rodrigazo, parte del plan de López Rega para debilitar las
presiones sindicales a través del desprestigio de sus principales operadores,
provocó la primera huelga general contra un gobierno peronista. En julio de
1975, ante la huelga general y la presión callejera de la CGT y, en especial de
la Unión Obrera Metalúrgica de Lorenzo Miguel, López Rega se vio obligado a
renunciar a su cargo en el gobierno y abandonar el país.
Ante la
creciente actividad de los grupos armados de izquierda —tanto los que actuaban
dentro del peronismo, los Montoneros, como otros de corte marxista, el Ejército
Revolucionario del Pueblo— y de extrema derecha, Martínez decidió fortalecer la
acción de gobierno. La renovación de la cúpula militar, que incluyó entre otras
medidas la designación de Jorge Rafael Videla al frente del ejército, fue parte
de un programa de endurecimiento del control, que incluyó también el cierre de
publicaciones opositoras. La decisión de recurrir a la fuerza militar desembocó
en la firma en 1975 del decreto que da inicio al llamado Operativo
Independencia en que las fuerzas armadas intervinieron en la provincia de
Tucumán, acto que es señalado como el inicio del Terrorismo de Estado.
Al agravarse
la crisis política y económica, en setiembre de 1975 Martínez pidió licencia
del cargo por razones de salud; sus funciones fueron ejercidas por el
presidente provisional del Senado Ítalo Lúder entre el 13 de septiembre y el 16
de octubre de 1975. En un momento de especial tensión, amenazó en un discurso
pronunciado desde el balcón de la Casa Rosada con convertirse en la mujer del
látigo.
La constante
presión militar, se puso de manifiesto en un levantamiento encabezado por el
entonces Brigadier Orlando Jesús Capellini el día 18 de diciembre de 1975, que
desembocó en el pase a retiro del titular de la aeronáutica, Brigadier General
Héctor Luis Fautario y su segundo, el Brigadier Mayor José María Klix. El nuevo
jefe de dicha fuerza fue designado el mismo día del levantamiento, éste era el
Brigadier Orlando Ramón Agosti. Dicha sublevación fue controlada a duras penas
por Fuerza Aérea Argentina, Martínez se negó reiteradamente a renunciar, aunque
anunció el adelanto de las elecciones presidenciales para fines de 1976.
El clima
político no mejoró con la ida de López Rega ni con el anticipo de las
elecciones. En marzo de 1976 el gobierno solicitó a dos dirigentes opositores, Ricardo
Balbín y Oscar Alende, que se dirijan al electorado solicitando el respeto a
los plazos institucionales, ya que un golpe militar era percibido como
inevitable.
El 24 de
marzo de 1976 un golpe de estado encabezado por los comandantes en jefe del ejército,
marina y aeronáutica destituyó al gobierno constitucional y lo sustituyó por
una junta militar al mismo tiempo que se disolvía el Congreso. La ex presidente
fue enjuiciada por malversación de fondos públicos por haber utilizado para
pagar una deuda personal fondos pertenecientes a una fundación, que luego
reintegró. La dictadura mantuvo detenida a María Estela Martínez de Perón
durante más de cinco años, primero en la residencia de El Messidor, Neuquén y
luego en una quinta en la localidad de San Vicente, ubicada en el conurbano de
Buenos Aires.
Una vez
liberada, en julio de 1981, se radicó en Puerta de Hierro (Madrid) y abandonó
en forma casi total la actividad política, aunque regresó ocasionalmente a la
Argentina. El plebiscito sobre el Canal de Beagle fue ocasión de su última
aparición como figura histórica del peronismo, cuyos sectores más ortodoxos
mantenían su respeto por ella en su carácter de viuda de Perón.
presente profe...noelia oliva
ResponderEliminarpresente profe celeste vicino
ResponderEliminarGonzález, Anabel, Presente.
ResponderEliminarCoffi, M. Fernanda
ResponderEliminarProfe PRESENTE...
presente profe Julieta Borelli
ResponderEliminarPresente Julieta Borelli
ResponderEliminarPresente Julieta Borelli
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ResponderEliminarOrtiz, Carina. Presente.
ResponderEliminarGodoy yanina presente profe
ResponderEliminarPresente Stella Trogu
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ResponderEliminarpresente profe de esta semana Yanina Godoy
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ResponderEliminarpresente..noelia oliva
ResponderEliminarOrtiz, Carina. Preente.
ResponderEliminarEL BOOM DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA
Hace referencia al gran fenómeno que se da, cuando reconocen a los excelentes escritores de la literatura Latinoamericana,que se difundieron en Europa a autores del sur del continente americano,por esto se dice que e voltean los ojos hacia América Latina.
Algunos escritores como: Gabriel García Marquez, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Alejo Carpentier fueron sus principales representantes.
Esté fenómeno o movimiento se inicio en la década de los 60`s y muchos pensaron que fue mercadotecnia,otros que fue un proyecto de editores pero lo importante fue lo bien que funciono ya que empezó a influir en los lectores introduciendo cosas nuevas e innovadoras, como la traducción a diferentes idiomas de estas obras y libros de Latinoamérica.
Además el mejoramiento de muchos ámbitos de Latinoamérica por ejemplo el crecimiento de la economía, el avance de la urbanización, una ampliación de la clase media (que eran los lectores) y el avance de las mujeres en la escritura.
También se distingue una innovación llamado el realismo mágico y lo real maravilloso, que se desarrollo por la ruptura con el realismo de la narrativa de la época.
El boom de la literatura latinoamericana, en mi opinión, fue el movimiento más importante de la literatura latinoamericana, donde el boom fue influir en los hábitos de la lectura de las personas.
Esteban Zelada M
ResponderEliminarPresente
Presente Ortega Agostina
ResponderEliminarPROPP, SAMANTA. (Presente)
ResponderEliminarPROPP, SAMANTA (Presente)
ResponderEliminarPresente profe Farfan Paola
ResponderEliminarPresente Profe Farfan Paola
ResponderEliminarFernandez Presente
ResponderEliminarno se porque aca no aparece mi presente...
ResponderEliminarpresente! laura bisceglia
Presente cruz Julieta
ResponderEliminarPresente carla cabrera
ResponderEliminarPresente... Nicolás Osimani
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